Image: Sonido Filadelfia en manos de Eschenbach

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Música

Sonido Filadelfia en manos de Eschenbach

Vuelve a España la Orquesta de Filadelfia

27 mayo, 2004 02:00

Eschenbach. Foto: Michael Tammaro

Vuelve a España una de las más legendarias falanges sinfónicas del mundo, la Orquesta de Filadelfia, un conjunto que tiene ya más de cien años. Fue fundado en 1900 por Fritz Scheel y desde entonces no ha dejado de estar presente en la vida de los Estados Unidos y del resto del orbe. Sin duda fue Leopold Stokowski, titular entre 1912 y 1938 -que, no obstante, continuó en contacto con la orquesta después- quien le dio impulso y nervio y empezó a edificar ese maravilloso espectro tímbrico que ha caracterizado a la formación y que incluso fue ampliado y pulido por el siguiente titular, el húngaro Eugene Ormandy, un maestro solvente y aplicado, buen músico, sin las genialidades y talento de su predecesor, pero de una solidez inatacable. Se retiró en 1980.

Etapa con Muti
Tras la larga etapa Ormandy, el cetro recayó en Riccardo Muti, de modos toscaninianos y ardiente italianidad. En 1993 accedió al podio Wolfgang Sawallisch, con quien la orquesta vivió los fastos de su centenario y continuó con una política de estrenos en la que ya habían aparecido creaciones mundiales de Varèse, Rachmaninov, Schünberg, Martinu, Barber, Milhaud, Bartók, Schuman, Menotti, Hindemith, y un larguísimo etcétera. La formación está, desde 2003, a las órdenes de Christoph Eschenbach; con él visita el Palau de Valencia y el Auditorio de Madrid. Podremos extasiarnos de nuevo con la precisión milagrosa y la sedosidad de los arcos, la redondez áurea de las maderas y el brillo de los metales. Y comprobar otra vez las credenciales del director alemán, nacido en Breslau (actualmente la polaca Wroclaw) -como Klemperer- en 1940. Eschenbach es sin duda un músico muy completo y de muy amplio espectro, además de un trabajador incansable: en la actualidad desempeña la titularidad de tres formaciones sinfónicas: Filadelfia, Orquesta de París y NDR de Hamburgo. Estuvo 11 temporadas al frente de la Sinfónica de Houston. Desde que a los 10 años ganara el concurso Steinway de Hamburgo, la carrera de este músico no ha hecho más que crecer, primero en su faceta de pianista, luego en la de director, actividad a la que se abrió en 1972, con la Sinfonía nº 3 de Bruckner. Severidad de estilo, buena construcción clásica, acentos cuidados, mantenimiento de la gran línea en perjuicio del detalle, una cierta sosera expresiva son algunas de las características de su arte directorial. Nos va a ofrecer, con su impresionante centuria, dos programas distintos. En Valencia, el 28 de mayo, combina el Concierto para violín de Brahms -con el virtuoso Gil Shaham- con la Sinfonía nº 10 de Shostakovich; en Madrid, el 29, para Ibermúsica, sitúa la versión para orquesta de cuerda de La noche transfigurada de Schünberg junto a la Sinfonía nº 1 de Mahler; lo que está bien pensado.