Image: Cuenca, un pasado que mira al futuro

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Música

Cuenca, un pasado que mira al futuro

La XLIV edición del Festival de Música Religiosa de Cuenca reúne a importantes figuras

17 marzo, 2005 01:00

Ton Koopman junto al Ámsterdam Baroque Orchestra

El Festival de Música Religiosa de Cuenca vuelve, dentro de su nueva concepción, a recobrar el vuelo en el actual panorama cultural. Con la actuación del English Concert, que estrena en España la Missa Christi resurgentis de Biber, comienza el 18 de marzo la XLIV edición que reúne a importantes figuras del repertorio como Ton Koopman, Andrew Manze, Pierre Hantaï, Paul Goodwin, Daniela Barcellona o Antonio Florio, con el estreno absoluto de obras de Pilar Jurado, Josep Soler o Eduardo Rincón.

La Semana de Música Religiosa que empieza mañana en Cuenca será la última dirigida por Antonio Moral, que el año que viene estará totalmente dedicado al Teatro Real como Director Artístico. Esta XLIV Semana conserva las líneas maestras que Moral y la Fundación Caja Madrid le imprimieron desde que llegaron a Cuenca en la Semana de 2001. El estilo "Fundación Caja Madrid" que Cuenca ha vivido desde entonces puede resumirse así: celebrar los conciertos durante la Semana Santa propiamente dicha, y no en las semanas cercanas como se había hecho en otras épocas; celebrar muchos conciertos, más de veinte; traer a los intérpretes de mayor reputación internacional en este repertorio; reforzar los encargos de música nueva haciendo dos por año, uno a un compositor español y otro a un extranjero; dar salida al trabajo de los musicólogos en la recuperación de partituras y en la reconstrucción de ceremonias históricas; y aprovechar los muchos espacios musicales que la ciudad de Cuenca ofrece al programador.

No se sabe lo que traerá el futuro, pero es difícil no ver estos cuatro años como un relanzamiento que ha insuflado nueva vida a las tradiciones de la Semana de Música Religiosa. De momento, la Semana número 44 se abre con la Misa Christi resurgentis del compositor bohemio Heinrich Ignaz Franz von Biber, cuyas Sonatas del Rosario ya triunfaron el año pasado en Cuenca. El concierto inaugural lo interpretará el English Concert dirigido por Andrew Manze para lo que será su estreno en nuestro país.

Al día siguiente, el Sábado de Pasión, viene a Cuenca el gran Ton Koopman, un bachiano integral que, sea desde el teclado del clave y del órgano, o desde el podio de coros y orquestas, siempre encuentra formas apasionadas de interpretar a Bach. Al frente de sus conjuntos Barrocos de Amsterdam hará en el Teatro Auditorio La Pasión según san Mateo. Otro Bach de este año serán las Variaciones Goldberg que Pierre Hantaï tocará en la Sala Manuel Millares de la Fundación Antonio Pérez. Ese antiguo convento se ha convertido en el santuario donde se celebran las sesiones más íntimas de la Semana. Allí, en un rincón que a derecha e izquierda se abre a las arpilleras blancas y negras de Millares, han tenido lugar ya memorables recitales de Gustav Leonhardt, Jordi Savall, Lluís Claret o Wispelwey.

Heinrich Schutz, ese inmenso músico tan poco programado, ha encontrado en Cuenca una plataforma desde la que hacerse oír. A él, y a sus coetáneos, maestros de las cortes alemanas en el cambio de siglo XVI al XVII, está dedicado un programa de Cantus Cülln y del laudista Konrad Junghänel. También sonará de Schutz el Magnificat SW 243, emparejado con el de Bach y dirigido por el italiano Fabio Biondi.

Grave afrenta
La Semana de este año tiene dos caras: la germana que ya se nos ha mostrado, y la italiana que promete grandes sensaciones. Habrá cuatro sesiones Monteverdi: la de las Vísperas de la Santa Virgen interpretadas por el Ensemble Elyma y Gabriel Garrido, y la entera Selva Moral y Espiritual que presenta en la Iglesia de San Miguel en tres conciertos matinales el grupo La Venexiana dirigido por Claudio Cavina. Sonará, una vez más, el Stabat Mater de Pergolesi, junto a la Salve de este mismo autor napolitano. De Nápoles es también su intérprete, Antonio Florio, especialista en este repertorio.

Otro italiano universal, Antonio Vivaldi, protagoniza el concierto de clausura. Se trata de la reconstrucción de unas Vísperas solemnes del Domingo de Pascua que Vivaldi preparó para el Hospicio de huérfanas del que fue maestro de capilla durante tantos años. El renacer de esa música lo logrará Fabio Bonizzoni al frente de La Risonanza y de la Capilla Peñaflorida.

Hay más reconstrucciones y recuperaciones. Michael Noone y su Ensemble Plus Ultra, han rescatado una Misa de Ginés de Boluda, que fue maestro de capilla de Cuenca a finales del siglo XVI. Otro grupo especializado, La Trulla de Bozes, que dirige el musicólogo Carlos Sandúa, es el encargado de darle un barniz cervantino -es cierto que muy ligero y traído por los pelos-, a la Semana del Año Quijote. Se trata de un programa de música con asunto mariano escrita en tiempos quijotescos. Consiste en piezas de Fernández Hidalgo, Aguilera de Heredia y Guerrero, junto con la misa Ave Virgo Sanctissima.

Grave afrenta
Más que de quijotes, en Cuenca este es un año de "stabat maters". Esta conmovedora secuencia, con la Madre llorando en pie ante el Hijo torturado, ha recibido muchas versiones musicales. La más conocida es tal vez la de Giovanni Battista Pergolesi, pero también vienen a esta Semana los Stabat Mater de Boccherini y de Arriaga y se presenta el estreno de uno encargado para la ocasión: el de Pilar Jurado, que interpretarán las cantantes Isabel Rey y Daniella Barcellona junto a la Joven Orquesta Nacional de España bajo la batuta de Riccardo Frizza.

En la Iglesia románica de Arcas y en el Monasterio de la Concepción Francisca tendrán lugar dos recitales vocales con música que va del XVI al XXI. El primero es del contratenor Carlos Mena y el segundo de la mezzo Elena Grajera.

Son un clásico ya de la Semana las sesiones de música y liturgia en la Catedral. La intervención del magnífico grupo de gregorianistas Schola Antiqua, que dirige Juan Carlos Asensio, ha convertido el Triduo Sacro en un verdadero acontecimiento cultural y universal y ha abierto a personas de todos los credos y opiniones las puertas de unas celebraciones que en todo caso resultan trascendentes.


Madres que lloran de pie
El encargo español de este año lo ha recibido Pilar Jurado (Madrid, 1968). Se le pidió un Stabat Mater para voces y orquesta y ella conectó inmediatamente con esa escena de la Madre que llora la tortura y muerte de su Hijo. "Hay muchas madres dolorosas", dice Pilar. "Las madres siempre acaban llorando solas. Y lloran de pie, porque no se les consiente derrumbarse". Al texto completo de la secuencia, Jurado ha añadido unas palabras de Pilar Manjón y unas frases de las Madres de Mayo.
La música de este Stabat Mater está concebida para soprano (Isabel Rey), mezzosoprano (Daniela Barcellona) y gran orquesta (la JONDE) y evoca al menos cuatro estadios del dolor: intolerable, desgarrado, asumido o expectante. Todo ello suena en un solo movimiento, que es lo propio de Jurado: "Me gusta contarlo todo rápido, sin darle vueltas. Pero veo en mi misma un comienzo de madurez, porque la obra dura mucho, casi media hora".
La figura de Pilar Jurado reúne muchas singularidades. Ser mujer y compositora ya no es noticia, afortunadamente, pero ser compositora, directora y cantante -una soprano coloratura de sólida carrera- es raro todavía. Además, Pilar acaba de ser glamurosa portada de la revista Shangay y está lanzando a la arena pop el disco "P. J. Project", con su Händel cañero y su electroacústica bacalao. Todo lo cual, siendo muy pintoresco, no debe hacernos olvidar que Pilar Jurado -o "pi yei"- es una compositora muy seria, con mucho que decir. "Mi intención es conmover", asegura, "pero no por los procedimientos de siempre". Ella usa otros, que se oirán el Jueves Santo.
El extranjero encargado es en esta ocasión John Tavener (Londres, 1944), un compositor de renombre de quien oiremos todo un retrato: El ladrón arrepentido para clarinete, cuerdas y percusión, que es la obra encargada, La canción del ángel, de 1994, cuya versión para soprano, clarinete y orquesta se estrena en Cuenca, y Cantus mysticus, que es estreno absoluto. Lo de Tavener no es un acercamiento ocasional a la espiritualidad, sino una devoción religiosa genuina, como la de Arvo Pärt o la de Olivier Messiaen.
Encargos aparte, Elena Grajera cantará estrenos de Eduardo Rincón, Tres poemas religiosos, y de Josep Soler, El cant de Deu; mientras que el Cuarteto Brodsky tocará obras recientes de la japonesa Karen Tanaka, Ante la tumba de Beethoven, y de José Luis Turina, Las siete últimas palabras de Jesucristo en la Cruz.