Image: Pons detrás de Zemlinsky

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Música

Pons detrás de Zemlinsky

Una tragedia florentina en la programación de la ONE

5 mayo, 2005 02:00

Josep Pons. Foto: Carlos Miralles

La programación, este fin de semana, en la temporada de la ONE, de la ópera Una tragedia florentina de Alexander von Zemlinsky (1871-1942), nos trae de nuevo la figura de este compositor vienés, que fue cuñado y maestro de contrapunto de Schoenberg, conocido fundamentalmente por su Sinfonía Lírica (1922-23). Tuvimos noticia reciente de él por la programación, en el último Festival de Música de Canarias, de su ópera, El rey Kandaules, sobre texto de Gide, iniciada en los Estados Unidos en 1938, nunca terminada y completada en los años ochenta por el musicólogo y director inglés Antony Beaumont.

El músico austriaco intentó crear con este su último fruto lírico una partitura en la que las posibilidades de asociar estilos heterogéneos se situaran en un punto en el que no se pudiera hablar ya de uno solo. Hay, en efecto, en la obra, un resuelto manejo de tendencias diversas, de formas de expresión diferentes, modernas y tradicionales. En este sentido El rey Kandaules es una obra antifundamentalista. En la soberbia música encontramos, en tres actos de creciente intensidad, lenguajes de signo distinto, aunque no encontrado. El pulso de Zemlinsky no decae y halla en todo momento, para cada escena, el color orquestal idóneo, el ritmo justo, la línea melódica y vocal esperada, la atmósfera deseada. Una prodigiosa instrumentación, que alumbra el planteamiento expresionista del inconcluso texto de Wilde sobre el que se basa el libreto del propio compositor, subraya con una delicadeza realmente impresionista la música de esta otra obra mucho más antigua, de 1917, que es Eine Florentinische Tragüdie, de un sabor a veces straussiano pero de un tratamiento igualmente maestro de la materia sinfónico-vocal.

Es admirable cómo los temas mostrados en la introducción orquestal de manera crispada, van poco a poco, a lo largo del único acto de menos de una hora, transformándose, hábilmente entremezclados con el declamado, el parlato, el recitativo melódico, hasta el lírico y sorprendente final, tras la muerte del amante cínico, Guido, a manos del marido burlado, Simone.

En la conclusión, un inesperado flechazo en el que el amor loco resplandece de improviso entre Simone y su esposa Bianca. La música, de un exquisito cromatismo, se sublima, y alcanza un maravilloso preciosismo: triunfa la melodía esplendorosa. El motivo de la muerte se transfigura para dar vida, como apunta Paolo Petazzi, "a un momento de inmóvil y encantado éxtasis".

Este auténtico estreno entre nosotros va a ser servido con adecuados mimbres vocales. Bianca será aquí una mezzosoprano, Jane Irwin, habituada al repertorio vienés de entresiglos. Guido el solvente tenor español Francisco Vas y Simone el sólido barítono jamaicano Willard White. Completando el magnífico programa, las Tres piezas para orquesta op. 6 de Berg (1913-14) y los Tres poemas de Michelangelo de Wolf (1897), con Irwin. Las cuidadosas manos de Josep Pons son las encargadas de las tres sesiones.