Música

Truls Mürk

“La objetividad en una partitura es impensable”

2 febrero, 2006 01:00

Truls Mürk. Morten Krogvold

El noruego Truls Mork (Bergen, 1961) se ha convertido, avalado por los críticos y el público, en el mejor intérprete de su generación, tanto por técnica como por su musicalidad. Ahora vive su "año español". Tras haber aparecido con las orquestas Ciudad de Barcelona, Nacional o RTVE, visita la próxima semana el Festival de Canarias junto a la Orquesta de la Suisse Romande interpretando Schelomo de Bloch. Con este motivo ha ofrecido una entrevista con El Cultural.

Para muchos comentaristas, Truls Mork es "el cellista" de su generación y se ha ganado un aprecio unánime por su calidad y sencillez como músico. Esa media sonrisa, que le da una imagen de niño grande permanente, esconde un Grammy en su haber y continuas colaboraciones con las mejores orquestas del mundo. Esta temporada ha optado por dejarse caer a menudo por España, que le descubriera muy pronto, allá por los ochenta cuando protagonizó un electrizante Concierto de Dvorak en una gira junto a la Orquesta de Tronheim. Coincide su visita al Festival de Canarias con el lanzamiento discográfico de las Suites de Bach(Virgin), el mayor monumento al cello.

"He oido estas suites desde que era niño y las siento como algo que conozco íntimamente", afirma Mork que ha dedicado el registro a su padre, también cellista, a quien escuchó este repertorio. "He vivido con ellas, las he tocado mucho pero raramente en público. Con ellas tengo algo parecido a un conflicto: el cello es un instrumento que yo considero muy terrenal mientras que las Suites son, en esencia, espirituales. De ahí que creo que resulte muy difícil encontrar el punto justo. Porque el cello es un instrumento más bien grande, pesado, algo lento si se quiere, que afronta muchas notas rápidas en estas partituras a las que hay que proporcionar una lectura adecuada.

-La escritura de Bach es muy parca en indicaciones.
-Los manuscritos se perdieron, como sabrá. Las copias que nos llegaron están llenas de posibilidades con sus consiguientes opciones. Hay que decidir cómo se intensifica la música a través de unas dinámicas que pueden ser más o menos lógicas pero no están escritas. Es un equilibrio entre lo subjetivo de la versión y lo objetivo de la música.

-¿Cómo ha afrontado su estudio?
-Intento tocar de la forma más natural posible. Las cuestiones estilísticas se establecen a priori. Hay dos puntos de partida: las características del cello y la música tal como está escrita. Sólo después vienen los detalles. Estudié, por ejemplo, con especialistas del barroco en este instrumento y llegué a tratar con musicólogos sobre las características de las danzas del siglo XVIII. Pero, a la hora de frasear, ¿quién te lo puede contar? Hay que buscar en los acordes, las relaciones que surgen fruto de las armonías que relacionan los puntos de tensión. En cuanto al instrumento, el cello no ha evolucionado tanto desde el XVIII. No es como el piano que ha experimentado un proceso gigantesco.

-Las comparaciones, con internet y el cd, son más odiosas si cabe. El peligro es que todo se parece mucho...
-Todo el mundo oye, escucha y compara, para bien y para mal. En el caso de las orquestas es verdad que resultan cada vez más difíciles de distinguir, porque en la mayoría de los casos los directores no están el suficiente tiempo para construir con ellos un sonido con personalidad. El disco además puede tener el inconveniente que, por afán de vender, trate de innovar por innovar, buscando interpretaciones locas, que se acercan a lo "friki", sin atender más que lo comercial. Pongo el foco en el instrumento y aporto mis ideas, procurando ser honesto con la música.

Interpretación barroca
-¿Qué piensa de las tendencias actuales en la interpretación barroca?
-Me pregunto si una indicación de un compositor actual se va a entender ahora igual que en el siglo XXIII. Pues lo mismo sucede con una sonata de Carl Philippe Emmanuel Bach. Interpretas lo que lees a través de lo que tú eres. Nadie sabe exacta, sino aproximadamente, cómo hacer. La música es una permanente elección entre múltiples posibilidades. La única válida, para mí, es la que la construya de un modo creíble. ¿Por qué ha cambiado la forma de hacer la música antigua? Porque conocemos nuevas fuentes, pero, sobre todo, porque hay una generación de intérpretes muy "convincentes", innovadores, que insisten y atraen. Eso hace que todo se mueva en una determinada dirección. No digo que sea bueno o malo. Me limito a constatarlo. La música es eso, pensar, explorar. La objetividad ante cualquier partitura es algo impensable.

-Desde aquella grabación llena de energía junto a su compatriota Leif Ove Andsnes, su discografía no ha parado de crecer.
-Me gusta grabar discos. La vida del concertista es un poco frustrante: viajas, tocas y de aquello no queda nada. Sin embargo, el disco está ahí. Y si el público lo compra, mejor (ríe).

-En Canarias toca la rapsodia sinfónica Schelomo del suizo Ernest Bloch, de una belleza fascinante pero poco conocida.
-No se hace frecuentemente. En mi caso, sólo la he tocado un para de veces en mi vida. Es una orquesta monumental, gigantesca, casi monstruosa en alguna medida, pero llena de ricos colores. La voz del cello contrasta como algo individual diciendo una historia, cuya trama no existe, por cierto. Se sabe que el cello es Salomón, pero no hay un argumento, al menos escrito.

-Sus visitas a nuestro país se han hecho más que habituales.
-Creo que España es un ejemplo para el mundo por sus auditorios y por la calidad de sus acústicas.

-Muchos músicos célebres sufren lo que llaman el "mal de gira".
-Hay muchos aspectos de la vida concertista que son más que incómodo. A veces has de saber qué vas a querer tocar en dos o tres años porque cuando alcanzas un nivel, las agendas se llenan con mucho tiempo y no queda más remedio que atenderlo. Es duro también viajar, con prisas, despistado, llegar y dar lo mejor de ti en el concierto porque para eso te invitan y te pagan. La vida del músico se parece mucho a la del atleta. Aún siendo otro tipo de competitividad, compartimos similares tensiones.

-¿Cuál es el secreto del éxito?
-Como en todo. El factor de encontrar a la persona adecuada en el momento oportuno es fundamental. Y, también, aprender de los errores y aprovechar las oportunidades.

-¿Cree que un agente puede hacer una carrera?
-Un agente no tiene que ser necesariamente la persona más importante en la carrera de un solista. Quizá puede hacer mucho más un director importante que, de joven, crea en ti. El agente puede hablar y convencer a la gente para que te escuche. Pero los conciertos salen porque los directores te apoyan.

-Que en su caso fueron...
-Mariss Jansons, cuando estaba al frente de la Filarmónica de Oslo, que la convirtió en una formación de gran calidad. No es que Janssons empujara a la gente, pero tocar con él te daba una reputación internacional. Otro nombre que me ayudó es el de Neeme Järvi, quien me presentó en la Filarmónica de Berlín. He tocado con muchas orquestas, a partir de esto, casi sin agentes. Desgraciadamente muchos mánagers no apoyan a los jóvenes, algo triste porque es cuando más se necesita.

-¿Cuáles son sus retos?
-Aunque pueda resultar un tópico, cada concierto es un reto en sí: hacerlo mejor que el día anterior. En otro orden de cosas, voy a grabar las Sonatas de cello de Beethoven, aunque todavía no sé con quien.


Con su estupendo cello Montagna de 1723 a cuestas, Truls Mork se ha convertido en un habitual de las mejores salas del mundo y colaborador de sus formaciones sinfónicas. En los últimos meses ha visitado las orquestas de Chicago, Washington, Estocolmo, Berlín o Tonhalle de Zurich. Alumno de su padre y de Helmerson, es un artista exclusivo de Virgin Classics con el que ha obtenido numerosos premios, entre ellos un Grammy.