Música

Contratenores, los amos del escenario

Recital de dos contratenores en España

23 noviembre, 2006 01:00

Philippe Jaroussky. Foto: Virgin Classics

Hubo un tiempo en el que los llamados castrados o evirados eran los amos del cotarro operístico. Encandilaban con una voces de una suavidad tímbrica encantadora, de una tersura única. Los más grandes compositores escribían ex profeso para estos divos, para los Farinelli o Senesino. Estos artistas, salidos a la luz tras una bárbara amputación en la prepubertad de sus genitales, poseían una innata capacidad para embellecerlas arias más difíciles.

Pasó el tiempo y, una vez desaparecidos los castrati, la mayoría de las óperas del XVIII fueron cayendo en el olvido. Pero en las últimas décadas se ha venido produciendo un proceso de recuperación y empezó a emplearse como sustitutiva la voz de contratenor, habitual en los siglos de la música isabelina. El británico Alfred Deller rescató su técnica de emisión, que consiste en trabajar el falsete de cabeza, de ampliar la sonoridad por arriba de una voz masculina, con lo que se abandonaba casi por completo la emisión llamada de pecho. Es una voz artificial, ya que recurre a un artificio, mientras que la de castrado era una voz natural, aunque producida por un acto contranatura.

La de contratenor es, en todo caso, más limitada, corta, de extensión y de potencia, y en la zona aguda emite con cierta dificultad, con un timbre a veces blanco y desvaído; pero posee, como la del castrado, una sonoridad extraña e irreal, una ambigöedad, una androginia, que promueve una suerte de encantamiento. Este domingo, coinciden dentro de nuestra geografía dos artistas de este tipo. En el Auditorio de la Feria de Muestras de Valladolid, dentro del ciclo "Otoño en clave", actúa el francés Philippe Jaroussky, de timbre muy claro, soleado y delgado. Es un contratenor agudo, con timbre de soprano, de ahí que a veces se le califique de sopranista, aunque su mecanismo de emisión sea el mismo que el de otros contratenores más graves. Es un virtuoso, que sortea las más peligrosas fioriture sin pestañear. Acompañado del pequeño conjunto Artaserse, cantará arias de óperas de Haendel (Lotario, Ariodante y Rinaldo), de Alessandro Scarlatti (Griselda), Leo (Farnace) y Giacomelli (Merope).

En Bilbao, en el Teatro Arriaga, se puede escuchar a Carlos Mena, nacido en Vitoria en 1971. La voz es de mezzosoprano, más grave por tanto que la de Jaroussky, y el timbre tiene más perfume, más calidez y más terciopelo. Emite con soltura y riqueza de armónicos bellas notas de pecho, que son propiamente las de un tenor. Junto al conjunto Ricercare, que dirige el estupendo músico que es Philipe Pierlot , va a cantar, en unión de la joven soprano Celine Scheen, arias y dúos de los oratorios La Resurrezione y Belshazzar y de las óperas Tolomeo y Giulio Cesare de Haendel.