Alan Curtis
En España se está produciendo un enorme renacimiento artístico y una explosión de libertad
22 noviembre, 2007 01:00El director Alan Curtis en una de sus actuaciones en el Arriaga de Bilbao. Foto: E. Moreno Esquibel
La relación entre Alan Curtis y España se estrecha cada vez más. El director y musicólogo estadounidense, que acaba de dirigir en Valladolid, Valencia y Sevilla Motezuma de Vivaldi, estrenará mañana en los madrileños Jardines de Isabel Clara Eugenia Tolomeo e Alessandro de Domenico Scarlatti. Con este motivo, el también clavecinista ha hablado con El Cultural.
-Usted vive y trabaja principalmente en Italia, ¿por qué ha elegido este país?
-Me encanta Italia y la mayor parte de la música que interpreto es italiana. Además, he encontrado una maravillosa casa a las afueras de Florencia.
-Usted ha sido un pionero en la utilización de los instrumentos antiguos, ¿cómo ha cambiado este movimiento desde que empezó?
-Ha habido una gran evolución, sobre todo, en el aspecto técnico, y en concreto en la calidad de los instrumentos. Por ejemplo, los oboes de mis primeras grabaciones tenían un sonido muy poco agradable. Todo ello ha hecho que haya cambiado también la mentalidad de la gente. En los años 50 ó 60 era muy difícil que el público se interesara por esta música.
-Usted estudió con el legendario clavecinista y director holandés Gustav Leonhardt. ¿Qué fue lo que más le impresionó de él?
-Estudié con él en Amsterdam de 1957 a 1959. Lo que más me impactó fue su enorme personalidad, aunque nunca pretendía imponer su voluntad a sus alumnos. Por ejemplo, a mí, desde el principio, me gustaba mucho Haendel, un autor que a él no le era tan querido como Bach.
Recuperar partituras antiguas
-Precisamente, en los últimos tiempos usted ha estado estrechamente vinculado a Haendel, con una larguísima lista de grabaciones (Rodelinda, Floridante...) y representaciones escénicas (Fernando en Lisboa, Ariodante en Spoleto...).
-Haendel combina todo lo que me interesa de un compositor. Sus raíces germánicas le dan una enorme solidez pero después tiene todo el brillo de la música italiana. Era un hombre que trabajaba muy duro y eso se aprecia en sus obras. Sabía expresar la naturaleza humana con sus fuertes emociones. Yo admiro, por supuesto, a Bach, y su enorme capacidad artesanal, pero prefiero a Haendel por su capacidad de conmover con medios muy simples.
-Usted es conocido por recuperar partituras desconocidas...
-Sí, me encanta descubrir tesoros ocultos. Creo que se debe a que yo empecé mi carrera como compositor y siempre me interesaba mucho la música contemporánea. Era como una gran aventura. Después, me ha encantado rebuscar en las bibliotecas. Algunos de mis colegas prefieren volver una y otra vez sobre determinadas obras. Sin embargo, a mí me gusta hacerlo cuando han pasado ya veinte o treinta años.
-Creo que el hallazgo de Motezuma de Vivaldi ha sido como una historia de detectives.
-Lo más sorprendente es que, aunque se creía perdido, el manuscrito llevaba 200 años en una biblioteca de Berlín y a nadie parecía interesarle, ni tampoco en los años de la guerra, cuando los fondos viajaron hasta Kiev. La labor de reconstrucción de las partes perdidas sí que ha sido una labor de orfebre. Es una música magnífica. El libreto no es de los mejores, pero la música de Vivaldi es muy dramática y produce fuertes emociones. La obra gira en torno a la destrucción de civilizaciones y las encarnecidas luchas para conseguir el poder. Hay una historia de amor, sí, pero lo más importante es realmente el aspecto político. Creo que funciona muy bien en versión de concierto.
-Hábleme de su proyecto el Tolomeo e Alessandro de Scarlatti.
-Encontré el primer acto en una colección privada, hace 20 años. Los otros dos actos han sido recientemente descubiertos en una casa de campo en Inglaterra. Acabamos de llevar al disco el Tolomeo de Haendel, una obra muy diferente. La de Scarlatti es aún más dramática. Ralph Kirkpatrick, el máximo especialista en la música de Domenico, me dijo que la producción vocal de este autor no tenía demasiado interés. Yo no estoy en absoluto de acuerdo. Es una música inspirada, una obra maestra que tras interpretarla en Madrid, la llevaremos al disco.
-Usted trabaja siempre con el mismo conjunto, el Complesso Barocco.
-Tenemos una manera de trabajar muy especial. Nos reunimos siempre en el mismo lugar, un antiguo convento, comemos todos juntos, disfrutamos del paisaje... Esto nos permite trabajar de una forma muy concentrada. Somos como una gran familia. El conjunto es muy flexible, y aunque siempre tiene que haber sustituciones, tratamos de mantener el grueso de los mejores músicos en la mayoría de los proyectos. A partir de la temporada 2007-2008, el Complesso Barocco será el conjunto residente del Teatro de Poissy, cerca de París. Inauguraremos nuestra actividad allí con Dido y Eneas de Purcell.
-¿Qué opina de la situación cultural de España en la actualidad?
-En España hay un enorme renacimiento artístico, no sólo musical. Las salas son fantásticas, y me encantaría que hubiera algo parecido en Italia. El público es muy receptivo. Creo que ultimamente se ha apreciado una explosión de libertad.
-En algunas de estas visitas ha sido acompañado por su gran amiga, la escritora Donna Leon. ¿Qué supone para usted esta amistad?
-Absolutamente todo. Es una mujer maravillosa y mi mejor musa e inspiración. Hablamos por teléfono casi todos los días. Es otra enamorada de Italia. Y una auténtica apasionada de la música barroca, especialmente de Haendel. Siempre me está descubriendo nuevas cosas, nuevos cantantes...
-En diciembre realizará una gira por varios templos españoles con la mezzosoprano Maite Beaumont.
-Es una persona adorable, y una cantante magnífica, con una voz extraordinaria. La conocí en sus comienzos y creo que evoluciona a pasos agigantados. Me la descubrió precisamente Donna Leon, que la había escuchado en Giulio Cesare en Montecarlo, y me llamó a las doce de la noche (algo impensable en ella porque suele acostarse temprano) para decirme que tenía que oír a esta chica. Poco después, hizo una sustitución de última hora como Ruggiero en Alcina en Hamburgo. Y fue ahí empezó su carrera internacional.
-En el pasado, usted acostumbraba a trabajar principalmente con contratenores, pero ahora parece preferir voces femeninas...
-En el escenario resultan mucho más creíbles y eso permite dar a la versión una mayor variedad tímbrica. Lo que ocurre es que hace veinte años no había contraltos con la agilidad y el virtuosismo de Sonia Prina o Sara Mingardo.
-¿Cuáles son los próximos proyectos que tiene en mente?
-Grabaremos otras dos óperas de Haendel, Ezio y Giove in Argo, un pasticcio del que se habían perdido los dos últimos actos, y un disco de arias con Vesselina Kasarova, además de arias de Nicola Porpora con Karina Gauvin, un disco de Haydn con Anna Bonitatibus... En total, serán quince cd. También iremos a Santiago con Scarlatti, realizaremos una gira de música sacra por Alemania con Maite Beaumont y muchas cosas más.