Philippe Jaroussky
Los contratenores no somos cantantes legítimos
24 abril, 2008 02:00Se ha convertido en el fenómeno discográfico de la temporada con Carestini y homenajea a Vivaldi por nuestra geografía con La fida ninfa. El contratenor Philippe Jaroussky ha hablado de todo ello con El Cultural.
Philippe Jaroussky (1978) se ha convertido en el primer contratenor superventas de la historia. Mérito de un disco (y de una trayectoria) que rescata la figura de Giovanni Carestini. Un castrado ubicuo y longevo a quien la mitología ubica a la sombra de Farinelli. Les sucede, en realidad, a todos los "castrati" de la época, aunque Jaroussky se ha propuesto reivindicar el honor de Carestini sin perder de vista otros alicientes de su carrera. Hoy canta en el Auditorio Nacional de Madrid La fida ninfa de Vivaldi, camino de Valladolid (26 de abril y 12 de mayo).-Usted y el Ensemble Matheus van a interpretar La fida ninfa integralmente. Cuatro horas de recitativos y música. Ya sabe que existe una pugna entre los ortodoxos y los heterodoxos. Cortar o no cortar...
-Creo que es interesante e importante la totalidad. No se le puede pedir al espectador ni a Vivaldi cuatro horas de plenitud, pero la idea de hacer el viaje completo resalta precisamente los momentos de mayor inspiración. Es la idea de llegar a un clímax, igual que sucede en el repertorio wagneriano. Aislar los momentos más brillantes y ofrecerlos seguidos desnaturaliza la ópera. Y tengo comprobado que se disfrutan menos.
-Usted ha participado en muchos proyectos que recuperan el repertorio de Vivaldi. ¿Por qué se ha tardado tanto tiempo en conocer la ópera del prete rosso?
- La razón es el desconocimiento. Vivaldi se ha descubierto tarde. Inicialmente se ha buscado en el repertorio instrumental y de cámara. La ópera se había descuidado. E injustamente, porque creo que es el ámbito donde más se aprecia la genialidad. Vivaldi escribía un aria con mayor velocidad del tiempo que se tomaba el copista para copiarla. Es la prueba de la naturalidad. Y la razón por la que Vivaldi tiene esa relación tan directa, tan eléctrica, con los espectadores. Vivaldi es como el champagne, mientras que Handel es como un burdeos. Hay en su música un sentido de show, de espectacularidad.
Carestini versus Farinelli
-¿Por qué se planteó resucitar al castrato? ¿Cómo explica el éxito del disco?
-Creo que el disco ofrece algo nuevo. Es un proyecto. Y no la mera suma de unas arias. Se trata de reubicar a Carestini en la historia. En el lugar que se merece. El mito de Farinelli ha eclipsado a los otros castrati. Tuvo una carrera fulgurante, pero breve. Y se ha alimentado en el imaginario colectivo, se ha idealizado. Carestini, en cambio, cantó durante 36 años. Recorrió toda Europa hasta Rusia. Conoció a Hasse y a Gluck. Creo que podemos decir hoy que era un divo impetuoso, excesivo, extravagante. Sabemos que era un gran actor. Y podemos imaginarnos como cantaba a través de la música que le escribieron. Me estoy acordando del Ariodante de Handel, por ejemplo. Yo no me propongo "sustituirlo" ni emularlo. Hago un homenaje. Los contratenores no somos cantantes legítimos. Somos nuevas voces que han encontrado una época donde desarrollarse, pero es inútil, imposible, reemplazar a Farinelli o a Carestini.
-De éste último se elogiaba "la perfección absoluta". ¿Usted también la persigue?
- Nunca busco la perfección. Busco mi verdad. Trato de despojar la ópera del peligro del artificio. Me preocupa más la idea de la expresión. Encontrar la naturalidad. Cantar de la manera más simple.
-Con ustedes hay una relación sadomasoquista. El público parece gozar con los trapecistas vocales.
- El riesgo es el milagro del canto, de la belleza, del arte mismo. No me gusta la idea de ser un cantante irreprochable. Prefiero convertirme en un patinador que puede caerse en cualquiera de las piruetas.