Image: Elías Arizcuren

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Música

Elías Arizcuren

“España es la envidia del mundo en composición”

12 febrero, 2010 01:00

El director y violonchelista Elías Arizcuren, durante un ensayo

Se había retirado y, quizá por eso, vuelve con más fuerza que nunca. El director y violonchelista Elías Arizcuren y su Octeto Ibérico acuden mañana al Auditorio Nacional antes de su gira por diferentes festivales.

Elías Arizcuren (San Sebastián, 1943) lleva toda la vida girando por los escenarios del mundo en sucesivas campañas de veinte años cada una. Primero, de 1968 en adelante, como violonchelista del Trío Mendelssohn. Luego, a partir de 1989, como director del Octeto Ibérico de Violonchelos, con el que ha encargado y estrenado más de setenta partituras: Berio, Denisov, Donatoni, Dutilleux, Gorecki, Gubaidulina, Loevendie, No- bre, Riley, Xenakis..., además de casi todos los españoles. En 2008, Arizcuren dijo basta, dejó su casa de Ámsterdam, se vino a Madrid y se cortó la coleta. Pero a Elías, como a los toreros de raza, el retiro le ha durado poco. En febrero de 2009, para el concierto-homenaje a Francisco Tomás y Valiente, reconstruyó con chelistas españoles un programa de los suyos y, desde entonces, este nuevo Octeto Ibérico no ha parado de ensayar y tocar. Mañana interviene en el ciclo Patrimonio Español e Iberoamericano del Auditorio Nacional de Música de Madrid para un programa con obras de Nobre, Piazzola, Lara, Harvey y Pärt.

-Se ve que no se había pensado bien eso de retirarse.
-Todo lo contrario. Lo había meditado como un rumiante, y estaba decidido a irme a pescar a Denia.

-¿Entonces?
-De repente, me vi rodeado de ocho violonchelistas españoles de un nivel increíble que se entregaban a la tarea con generosidad. Me los llevé a comer y antes del segundo plato había surgido ya la idea de continuar trabajando juntos. Puesto que esto es una locura, les dije a todos, seamos locos hasta el final. Quiero tres ensayos semanales, les exigí. ¡Y me los dieron! ¡Gratis!

-Asombroso.
-¿Alguien se imagina a un médico o un abogado de prestigio trabajando gratis durante horas? Pues eso es lo que hacen estos ocho músicos admirables, y tantos otros. Ya me gustaría explicarle esto con una pizarra a más de un político.

-¿Y qué le pediría usted a ese político?
-En Alemania o en Holanda, la música de cámara es indestructible. Ciudades del tamaño de Jaén o de Gerona tienen su propio ciclo de cuartetos. Aspiro a que un buen conjunto de cámara tenga asegurados en España veinte o veinticinco conciertos al año.

-¿Se siente extranjero en todas partes?
-Un emigrado perenne como yo, que ha cambiado tres veces de lengua materna, está siempre mal aparcado. En Holanda me consideran un latino efervescente y aquí les parezco un nórdico tocapelotas, que además las toca con manos frías, que fastidia más. Yo intento conciliar lo mucho bueno que hay en mi tierra con lo que he aprendido fuera.

-¿Cómo ve la España musical, tras medio siglo por esos mundos?
-El país no tiene nada que ver con el que yo dejé en los años sesenta, ni siquiera con el que redescubrí en los ochenta. El avance ha sido bárbaro.

-¿Tenemos ya el sonido de cuerda que merecemos?
-La nueva cuerda ya está aquí. Ha habido dos factores. Por una parte, la creación de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, que ha dado un impulso muy importante. Por otra, llevamos ya dos generaciones de jóvenes que han salido al mundo y han vuelto con un nivel excelente.

-¿Y los compositores?
-No hay país con la cantidad de buenos compositores que tenemos en España entre los 35 y los 50 años: Sánchez-Verdú, Lazkano, Sotelo, Rueda, Del Puerto, Camarero, Erkoreka, Elena Mendoza, y otros tantos. En esto somos la envidia del mundo.