Image: Aphex Twin, lord del valle inquietante

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Música

Aphex Twin, lord del valle inquietante

26 septiembre, 2014 02:00

Aphex Twin.

Syro (Warp/MAU), primer LP de Aphex Twin en 13 años, ofrece una hora larga de magia musical tan coherente como inclasificable que avanza por el camino abierto por su autor para llegar hasta el lugar donde los robots tocan techno jazz.

Tras una lograda campaña promocional, al fin ha llegado Syro, primer álbum que Richard D. James firma como Aphex Twin desde que en 2001 publicara Drukqs. ¿Hype? No. El genio más reconocible de la electrónica contemporánea, sumo sacerdote del retorcimiento rítmico, la extrañeza sonora y la anamorfosis armónica de la música para los trances de las últimas dos décadas, entrega una obra tan digna de su pasado como significativa en el presente.

Syro es el clásico álbum de Aphex Twin: borboteante, lleno de ingenio y atisbos de extrañeza, inaprensible y pura orfebrería. O lo que es lo mismo: algo que sólo él es capaz de hacer y, sobre todo, un puzle resuelto por alguien que parece capaz de crear cualquier otra cosa, vieja o inédita. Nada en él sorprende viniendo de RDJ ni rompe los moldes actuales de la electrónica, pero ni mucho menos es un disco rezagado. Es un conjunto de piezas muy notables, algunas creadas hace poco junto a otras ensambladas hasta siete años antes, que avanza por la personal senda abierta por su autor. Es el LP de un outsider al que no le influye la cuestión temporal, ni el tiempo musical que hace ahí afuera.

Syro homenajea a varios géneros musicales que se relacionan al mismo tiempo con la diversión y la emoción. Como no podía ser de otra manera, el artefacto de RDJ tira del propio manual del drum'n'bass y sobre todo del acid. Pero también habla mucho en clave funk y destaca en su acercamiento a cierta dimensión mutante, sideral y caliente del jazz desde vertientes más o menos free. Escuchando especialmente su parte central, de repente vienen al pensamiento cosas de Herbie Hancock, Steve Wonder, Sun Ra, Chick Corea... Pleno de sentido lúdico, desde su presentación en sociedad o los títulos de canciones, juega en especial con cierta fragmentación frenética y la ilusión permanente de múltiples soluciones armónicas o rítmicas posibles.

En su desfile sin apenas respiros, James no renuncia a la parte rítmica, no sólo al baile, sino a esa esquizofrenia tan suya entre fondo y percusión. En un momento en que la música electrónica, muy apoyada en lo digital, tiende cada vez más a cierta abstracción de peso, tremenda, derretida en su majestuosidad y agujeros negros, pasajes por filtros hasta otras dimensiones, sogas tirando de texturas, o bien a trabajos geométricos o surrealistas, malabares con objetos sonoros y vapores, collages, ready-mades y encuentros entre paraguas y máquinas de coser, este artefacto barroco de Aphex Twin nos recuerda un pasado reciente donde la música hecha con máquinas programadas anunciaba que otro futuro es posible.

Syro es especial por cómo suena y cómo está compuesto, por su virtuosismo y personalidad, pero sobre todo por el equilibrio en que enhebra lo imprevisible y lo mecánico, lo que no está al alcance humano y lo anárquico e inconsciente propio de la improvisación musical. Es una marcha intermedia entre lo programado al milisegundo y un dogma que obliga a salirse de ese bucle de repetición tan propio del trance techno. Con ella se acerca al valle inquietante en que las máquinas se parecen a los humanos. Así nos turba Aphex Twin: con píldoras de techno y acid funky y jazzy que parecen creadas por robots que se emocionan y divierten. Es como si Syro quisiera recordar las posibilidades del ritmo y el punteado para la vanguardia electrónica. Como si para RDJ, poner el alma en la textura y la innovación no fuera suficiente y sí necesario que la música se replanteara una relación humanista con la máquina, con el procedimiento, desde lo lúdico y la ciencia del ritmo.

Otras apuestas

Call Super/Suzi Ecto. Joe Seaton maltrata su origen techno/house y se nutre de algo primitivo y biológico para llevar más lejos la apuesta de su anterior álbum y alcanzar una electrónica ambiental que se respira. La programación del baile se vuelve tribal y ritmo corporal y las texturas, elementos naturales. Como si la fotosíntesis o los fluidos de un animal danzaran.

The Bug/Angels & Devils. Kevin Martin (GOD, Ice, King Midas Sound…) se acerca a cierto punto medio de sus afanes en un LP bicéfalo. Primero dub experimental y de ambientes muy trabajados e hipnóticos y luego dubstep, grime, raggamuffin violentos y callejeros, logrados pero poco sorprendentes. Sus primeros seis cortes son las caras de un diamante.