Villanueva, violista para Granados
La violinista Isabel Villanueva
Durante bastante tiempo nuestras orquestas conformaban la cuerda de violas en su mayor parte con violinistas emigrados. Tenemos los casos, por hacer un poco de memoria, de los insignes violistas-violinistas Pedro Meroño y Antonio Arias, éste último forjador de tantas vocaciones y padre del flautista de la Nacional del mismo nombre y apellido. Más tarde sobresalieron algunos violistas puros en esta tierra, como el magnífico Enrique de Santiago. Y hoy existe una amplia falange verdaderamente representativa, en la que sobresalen féminas como Cristina Pozas, Cecilia Bercovich, los hermanos Martín y Francisco Miguens, Joaquín Puchades y un largo etcétera.Continuadora de esta todavía joven tradición es la aún tierna pamplonica Isabel Villanueva (1988), que posee ya un amplio bagaje y que ha actuado con distintas orquestas importantes y ofrecido recitales de altura. Tiene el aval de maestros como Yuri Bashmet, Nobuko Imai y el respaldo de centros de la categoría de la Chigiana de Siena o el Royal College de Londres. La artista sabe extraer de su precioso instrumento, un Enrico Catenar turinés de 1670, los acentos más suaves y soñadores y hacerlo vibrar con las chispas que en ocasiones deja libre su juvenil temperamento.
Estas características y la afinación, la seguridad y el manejo del arco, también el fraseo, podrán ser apreciados en su justa medida en el recital que, en unión con el pianista Thomas Hoppe, brindará el próximo miércoles (30) en la sala de cámara del Auditorio Nacional. El programa acoge un estreno de Mauricio Sotelo, encargo del CNDM, y da a conocer la transcripción que la propia Villanueva ha realizado de la casi ignota Sonata para violín y piano de Granados. Además se incluyen la Sonata para viola en do menor de Mendelssohn y la más conocida Sonata Arpeggione de Schubert en su versión para el instrumento.