Image: Menú variado de Flórez en Ibermúsica

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Música

Menú variado de Flórez en Ibermúsica

18 mayo, 2018 02:00

Juan Diego Flórez. Foto: Alberto Di Lolli

Cuando escuchamos a Juan Diego Flórez nos solemos encontrar con el mejor canto, el canto bello, el bel canto, que se extiende prácticamente, como afirmaba el maestro Kraus -un modelo para el tenor peruano-, desde el XVII hasta nuestros días y abarca por tanto un periodo de tiempo mucho más extenso que aquel que se cerraba con Rossini. Porque las técnicas, más o menos evolucionadas, sean buenas o malas, sirven a la voz de forma didáctica y provechosa con independencia de la época.

Es indudable que Juan Diego Flórez es hoy un representante de la cuerda de tenor contraltino, como lo fuera durante años quien es su mentor y consejero, el peruano Ernesto Palacio. Voces frescas, sanas, claras, bien impulsadas hacia arriba, que emplean las modernas técnicas de proyección a la máscara, en las que intervienen ventajosamente los resonadores superiores.

Aspectos que podrán ser contrastados en la nueva visita que el artista va a girar a Madrid, en el Audtorio Nacional, este miércoles, dentro de un concierto extraordinario en la temporada de Ibermúsica, cerrada oficialmente con la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, y con la colaboración de Juventudes Musicales. El programa es enjundioso, variado y nada fácil, aunque en él se incluyan algunas canciones de tipo más popular. Desde luego, empezar con Mozart, reciente santo de la devoción del tenor, con un aria de la talla de Dies Bildnis ist bezaubernd schön, de La flauta mágica, no es ninguna tontería. Un número pintiparado para un tenor efusivo, de limpio lirismo, que cante con los matices correspondientes y la suavidad necesaria.

Enseguida otra página del salzburgués, perteneciente a la más temprana Il re pastore, que da paso a dos piezas de Orfeo y Euridice de Gluck, la primera la archifamosa J'ai perdu mon Euridice. Tres jugosas y melódicas canciones de Donizetti cierran la primera parte de la sesión, que se reanuda con dos atmosféricas mélodies de Fauré (Après un rêve) y Massenet (Ouvre tes yeux bleus). Luego la hermosísima cavatina del Faust de Gounod Salut! demeure chaste et pure, y la tempestuosa Ah, fuyez douce image! de Manon de Massenet. El concierto culmina con tres páginas verdianas, dos de Rigoletto: Questa o quella y Parmi veder le lagrime, siempre dificultosa, y una de Ernani, que pide un instrumento de buenas hechuras: Come rugiada al cespite. El fiel Vincenzo Scalera estará al piano.