Jazz rima con rap
El hiphop y el jazz parecen más unidos que nunca. La eclosión jazzística de noviembre es buena ocasión para testar el potencial de las aventuras españolas
2 noviembre, 2021 09:07“Era Quincey Jones el que decía que el hiphop le recordaba a lo que sucedió con el bebop en el origen”. El apunte erudito es de Luis Martín, director de Jazzmadrid, que se apoya en la intuición del mítico productor, figura clave en el éxito de Michael Jackson, para aclarar que la convergencia del rap con el jazz era cuestión de tiempo. No en vano, ambos géneros germinan en el mismo humus: la cultura afroamericana estadounidense. La eclosión de este maridaje lleva ya unos años produciendo felices matrimonios, como el formado por el saxofonista Kamasi Washington y el rapero Kendrick Lamar. Este último, aparte de figurar como productor de un amplio número de discos de jazz, alumbró uno de los hitos primordiales de tan jugoso sincretismo. Hablamos de To Pimp a Butterfly, un cóctel musical bien cargado de letras reivindicativas contra la discriminación racial y proclamas políticas.
El álbum es un clásico contemporáneo, el que disparó la popularidad de la aleación jazz/rap. Pero hay precedentes, claro. En la música siempre se encuentran si se rastrea un poco. Ni siquiera los genios (Beethoven, Mozart…) crearon de la nada. Las raíces acaban apareciendo. Martín enuncia como referencia seminal la serie Jazzmatazz de Guru Elam, componente del dúo Gang Star junto a Dj Premier, cuyo Volumen 1 salió al mercado en 1993. Ya entonces se pudo vislumbrar el potencial que tenía la combinación. Pero ahora se ha disparado.
Coltrane es como Beethoven
“Hay que tener en cuenta que, de alguna manera, el jazz es la música clásica de los afroamericanos. Beethoven, para ellos, es, por ejemplo, Coltrane. Y que, por otro lado, una de sus músicas populares por antonomasia es el hiphop. Y quien haya estudiado un poco de música sabe que lo culto bebe muchas veces de lo popular”, señala el saxofonista Hugo Astudillo, alias Escandoloso Xpósito (Madrid, 1984). Este rapero madrileño, formado en el Musikene de San Sebastián y profesor del Aula del Liceo de Barcelona durante once años (allí coló incluso un combo de hiphop), lo dice para remarcar la naturaleza orgánica de la mezcla. El 'ruido' de la calle (el folclore, si se prefiere) suele acabar antes o después ‘atrapado’ en un pentagrama. Que se lo digan a Brahms, Dvorák, Bartók, Ginastera y tantos otros compositores que enriquecieron sus composiciones con sus respectivas tradiciones locales. Astudillo, que no duda de que el rap acabará en los conservatorios (“Yo lo pongo a la altura del minimalismo de Glass o el impresionismo de Debussy”), es responsable del logro más relevante hasta hoy en España de la fusión entre jazz y hiphop.
"La combinación del jazz y el rap lo tiene todo: letras incisivas, riqueza musical y swing para bailar". David Sancho
Digamos que es el impulsor del To Pimp to Butterfly carpetovetónico. O sea, de Jazz Magnetism, un proyecto acaudillado por Kase. O. (Javier Ibarra), frontman de Violadores del Verso y mascarón de proa del rap en español. Al cantante de Zaragoza se le despertaron las ganas de adentrarse en el jazz escuchando el saxo de Astudillo, que durante su adolescencia, en su barrio de Alcorcón, había hecho sus pinitos en el rap pero luego se decantó por el género bendecido y elevado por Miles Davis, Charly Parker y compañía. Cuando vivía en Barcelona, a su cuarteto le salió la oportunidad de hacer un par de bolos en la capital maña. Por el local donde tocaban se dejó caer Kase. O., al que Astudillo admiraba. Para cerrar la velada decidió hacerle un guiño a tan distinguido oyente. Se arrancó a cantar A solas con un ritmo: “La vida es simple, / recibes de lo que has dado. / Y para ser feliz tan solo hay que olvidar el pasado. / Así que disfrutad chicas dulces, / que ningún hijo de puta os dé menos de lo que os merecéis”.
“Le moló mucho ver a un tío que tocaba el saxo cantar luego algo suyo. Y ya cuando estábamos en la barra me dijo que le encantaría acercarse al jazz”, recuerda Astudillo. Ese fue el germen de Jazz Magnetism, que en el principio fue una gira y después, en 2012, un disco demandado por la gran acogida que tuvo, tanto de crítica y público. Este año han celebrado su décimo aniversario con otro tour que cierran este sábado por todo lo alto en la Plaza de Toros de Valencia. Puede decirse que Kase. O no perdió a ninguno de sus incondicionales con semejante experimento porque seguía disparando sus parrafadas a discreción pero, por otro lado, se ganó el interés (e incluso el respeto) de tímpanos más ‘finos’. Consiguió pues cuadrar el círculo, algo que es muy difícil en España por los prejuicios que hay en ambos bandos. Los jazzistas miran un poco por encima del hombro a los raperos y estos no quieren mezclarse con ‘intelectuales estirados’ que les van a afeitar su aspereza callejera. Muy resumida, esa es la barrera que los divide aquí, donde no existe el componente de hermandad racial e identitaria que en Estados Unidos favorece, por ejemplo, emparejamientos como el de Herbie Hancock con Terrace Martin, productor de culto de raperos como Snoop Dog y el propio Lamar, además de hijo de baterista y cantante de jazz. El suyo es un caso parecido al de otro inquieto productor a caballo entre ambos mundos: Flying Lotus, sobrino nieto de Alice Coltrane, viuda de John Coltrane.
¿Aburrido o catártico?
Ilustra esta dificultad de entendimiento la percepción de Perico Sambeat (Valencia, 1962), pope de la escena jazzística nacional. “Armónicamente el rap es muy sencillo. A veces me resulta aburridillo, muy repetitivo. Se me empalaga un poco. Además, no soporto los cantantes que no cantan a tiempo. Un vocalista de rap debe ser casi como un baterista, el encargado de marcar el ritmo con su voz”, explica. No pone estas pegas con actitud desdeñosa. Él mismo ha compuesto una colección de piezas que funden las dos músicas tituladas Xangoa. Después de ver muchos vídeos de Youtube, apostó por el rapero cubano Kumar (“Este sí que canta a tempo”) para que las interpretase en directo. Las exhibieron en varias salas pero al final no pudieron encerrarse en un estudio y registrarlas. “Me dio mucha pena”.
El pianista David Sancho (Madrid, 1987) no ve problema en esa simplicidad estructural del jazz. “Ahí estriba su encanto también: es como un mantra envolvente que puede conducirte a estados catárticos”. Él es responsable de las teclas en The Breitners, uno de los escasísimos grupos que cultivan de manera continuada y específica la hibridación del jazz con el hiphop. Por su formación, es un instrumentista clásico, ahormado en el Real Conservatorio Superior de Madrid (bueno, ahormado hasta cierto punto porque mientras estudiaba allí se enroló en una banda que hacía versiones de Pearl Jam y Nirvana, una canita al aire para oxigenarse de Mendelssohn, Schubert…). Luego se marchó a Holanda, a continuar aprendiendo en el Conservatorio Superior de Rotterdam (Codarts Hogeschool voor de Kunsten). Allí, en un concierto, sintió una revelación de la mano del pianista de Robert Glasper (Black Radio, Fuck yo Feelings), otro de los exponentes de la inextricable unión de las improvisaciones libertarias jazzísticas con el rezo suburbial del rap.
"El hiphop acabará en el conservatorio. lo pongo a la altura del minimalismo de glass". Hugo Astudillo
En Países Bajos, Sancho ya formó una banda con ese cruce estilístico por bandera. Pero al acabar el último curso el conjunto se disgregó. Volvió a España con ánimo de continuar en ese registro pero sin apenas contactos. Al final un viejo compañero le propuso entrar en The Breitners, grupo formado por Fede Marini en la batería, Alberto Guio al saxo y, como vocalista, Artes, procedente de Torrejón, cuna de mucho rapero nacional por influencia de la base americana (estas instalaciones militares fueron un foco de irradación en sus respectivas ubicaciones, ya mencionamos Zaragoza al hablar de Kase. O, pero es también significativa la cultura hiphop que hay arraigada en Rota).
The Breitners, nombre tomado del polivalente futbolista alemán que jugó en el Madrid, muy comprometido con el ideario de izquierdas, han manufacturado tres discos hasta la fecha: The Breitners, La vida sostenible y Omnia (grabado pero todavía el disparadero). Entre sus influencias también se encuentran Q-Tip, Common, A Tribe called Quest, J Dilla, The Roots… El día 7 estarán en La Noche en Vivo de la Comunidad de Madrid, pero Sancho lamenta la escasa atención ante su propuesta: “Hay muchos mails que no se han contestado”. Señala a los programadores. No lo entiende porque cree que la música que hacen lo tiene todo: “Letras incisivas y comprometidas, riqueza musical para los catadores más exigentes y mucho swing para bailar”. ¡Jazz in da house!
@alberojeda77