Las producciones de Calando desbordan el concepto de disco. Son objetos deseables que inci- tan a oír, pero también a mirar, leer y tocar. El folleto acompañante crece hasta la categoría de libro encuadernado y la habitual carcasa de plástico es sustituida por un cuco soporte de madera. Las intervenciones en este disco son todas de firma. La primera, naturalmente, la pianista, Rosa Torres-Pardo, pero, además de ella firman Eduardo Arroyo (dibujos); Maxi Fernández (encuadernación); Arnoldo Liberman, J. á. Vela del Campo y María Gil (comentarios); Máximo Pradera (fotografías); Gonzalo Alonso Bernaola (afinación del piano); Martin Compton (producción fonográfica). Los discos suelen ser patitos feos que sólo se vuelven bellos cuando suenan. Los de Calando son bonitos desde el principio.
Los firmantes cumplen con brillantez sus cometidos y, entre todos, realizan un estupendo trabajo. La personalidad de Torres-Pardo se adapta especialmente bien a estas piezas de Granados que requieren buena técnica, hermoso sonido y, sobre todo, gracia en el fraseo. Su pulsación y su oído nos conducen a la confluencia entre hondura y picardía que es Goyescas