Giuseppe Verdi: Misa de Réquiem.
La dirección de Gergiev es cuidadosa, con detalles muy bien realizados y una notable respuesta de los conjuntos del Kirov. Sin embargo, su versión no aporta nada especialmente personal frente a las versiones de Barbirolli, Giulini, Karajan o Abbado.
Renée Fleming nos envuelve con su esponjosa voz, que asciende sin problemas al agudo, aunque no nos parece un instrumento plenamente verdiano y la expresión es, como a menudo en esta magnífica cantante, un tanto enfática. Olga Borodina está sublime por belleza tímbrica y calidad de línea, y si en el "Lux aeterna" no nos seduce por completo es a causa del maestro. Excelente, por color e intención, el bajo Ildebrando D"Arcangelo.
Andrea Bocelli se empeña en emular a Pavarotti, pero queda más bien como un Camilo Sesto metido en lo clásico, con una blandura expresiva y una insuficiencia técnica realmente insufribles.