Image: Argumentario clásico

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Novela

Argumentario clásico

Francisco Nieva

9 mayo, 2001 02:00

Lengua de Trapo. Madrid, 2001. 220 páginas, 1.700 pesetas

No cabe esperar de Nieva una dócil sumisión a módulos preestablecidos. En estos relatos, en lugar de mostrarnos su faz más cuidada y pulida, descubre fugazmente fragmentos de sus vísceras

No es una novedad señalar que Francisco Nieva -Valdepeñas (Ciudad Real), 1924- figura ya por derecho propio en la historia literaria como autor de una extensa e innovadora obra teatral, tal vez menos conocida, por la propia índole del género, de lo que sería deseable. Y también es un hecho notorio la creciente dedicación del autor, en los últimos años, a la novela, donde se ha mostrado igualmente imaginativo y ajeno a cualquier voluntario encasillamiento. Argumentario clásico se mantiene en el terreno narrativo al agrupar veintiocho relatos breves -algunos brevísimos-, muchos de los cuales se le antojarán al lector esbozos de historias posibles, en las que el desarrollo ha quedado reducido a un esqueleto esencial, no por falta de materiales, sino merced a una poda, o, mejor, a una voluntaria contención que deja muchos asuntos meramente insinuados y convertidos en simples apuntes. De "trabajos de taller" califica el autor estas narraciones, para confesar a renglón seguido su "empeño de probarse [...] en el relato más tradicional y escueto". El experimento consiste en inventar una historia y añadirle los elementos mínimos para que el dispositivo alcance la debida eficacia narrativa haciendo que el lector complete, imagine o, sencillamente, se sienta inquieto frente a sucesos a veces inexplicables y enigmáticos. El hecho de que el narrador ofrezca con frecuencia rasgos personales y hasta circunstancias biográficas que coinciden con las del autor, no impide que en algunas historias asomen con absoluta naturalidad elementos maravillosos y fantásticos, como en "La misteriosa necesidad de verde", en "Morir de espanto" o en "Los muertos y los trenes", atribuido a la experiencia de un abuelo del escritor. Valgan estas observaciones para sugerir que, a pesar de sus observaciones sobre estos cuentos como "arquitectura tradicional, a ladrillo visto", de Nieva no cabe esperar nunca una dócil sumisión a módulos preestablecidos, y que junto al "ladrillo visto" pueden surgir los más insólitos materiales.

Muchos de estos relatos se refieren a la creación artística en cualquiera de sus modalidades. "Christoffer" y "Una película muy aburrida" ponen en entredicho los frívolos altibajos del aprecio estético. "Társilo Díaz" añade a este motivo el de la suplantación de una personalidad. En el cuento "Entrada y salida del inexistente" -repleto de agudos hallazgos- la invención verbal logra crear una realidad que determina el destino de los personajes hasta que, muy en la línea de Wilde, la vida acaba imitando al arte. En "Vida de mármol" se apunta la reflexión personal. A propósito de la visita a una casa en la que todos los elementos han sido tallados en mármol y donde, sin embargo, el artista no olvidó incluir un detalle de conmovedora humanidad, el narrador confiesa: "Gran truco de artista y de director escénico genial, por parte del rico marmolista, que [...] me procuró más tarde una duda fundamental sobre el arte mismo, entre lo formal y lo imaginado, lo sublime y lo ridículo, lo realista y lo visionario, lo tolerado y lo intolerable..." (pág. 18). En otra clave, "Buenos consejos" es un relato pleno de ironía sobre la reducción del texto a lo esencial y la poda de adjetivos y elementos supuestamente innecesarios. Muchos de estos cuentos tienen como marco, además, ambientes artísticos e introducen personajes relacionados con este mundo: pintores, galeristas, escritores, coreógrafos... Es probable que, como reconoce el autor, se hayan deslizado en estas páginas recuerdos y experiencias personales de manera menos velada que en el resto de su obra, pero no es aquí donde reside el interés de estas narraciones, sino en la variada inventiva que reflejan y que permite que escenarios suntuosos y un tanto decadentes, como los de "La vida es Mozart" o "Masques et bergamasques", puedan coexistir con una tensa y sórdida historia rural, como "La tragedia feroz".

No faltan los cuentos que comprimen la historia de toda una vida, como "El amor de Quinita Cabezas" o "El Rey de la Muerte", donde una inocente afición infantil conduce a la más desquiciada necrofilia. Y existe una mezcla habilidosa de comedia y drama en la historia narrada -con un rigor infrecuente- en "Un café súper". En conjunto, este Argumentario clásico es una obra menor, si se compara con otras de más decidida ambición estética que Nieva posee en su haber. Pero bastantes de estos cuentos tienen relación estrecha con el Nieva más conocido. Abrir estas páginas es como asomarse al taller donde se guardan borradores, pasajes de obras mayores luego desechados, materiales que no llegaron a desarrollarse plenamente. Es como si el escritor, en lugar de mostrarnos su faz más cuidada y pulida, descubriera fugazmente fragmentos de sus vísceras.