Image: En el Liceo manda la escena

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Discos

En el Liceo manda la escena

5 septiembre, 2002 02:00

Escena de The Fairy Queen en la producción de la English National Opera

El 9 de septiembre se inicia la temporada del Liceo, la más madrugadura del panorama español. Siguiendo su política, acoge a una compañía invitada, en esta ocasión la English National Opera que presenta su versión de The Fairy Queen de Purcell en la versión iconoclasta y brillante de David Pountney. Contará con la dirección de Paul Daniel en lo que supone un prólogo para una temporada intensa y ambiciosa.

Está bien estructurada la próxima temporada del Liceo. Sus responsables saben establecer razonables nexos entre las obras, cuidar el equilibrio de géneros y estilos, atender a las nuevas y más agresivas tendencias escénicas, una faceta que hoy, no del todo justificadamente, manda en los teatros operísticos.

Sin negar la lógica de la programación, hay que señalar, como más grave pecado, la falta de ópera moderna. En lo que podríamos considerar repertorio del siglo XX, solamente dos títulos, Ariadne auf Naxos de Richard Strauss y Oedipe de Enesco. Aquélla está imbuida de ese espíritu de recuperación de lo pasado tan propio del compositor. El aseado, pero poco estimulante Friedrich Haider, estará en el foso. En la escena, que dirigirá Uwe Eric Laufenberg, aparecen Edita Gruberova, que aún puede hacer una brillante Zerbinetta. Ariadna será la neoyorkina Adrianne Pieczonka, una lírica con cuerpo ya avezada en este repertorio. Baco será cantado por el también americano Robert Dean Smith, un tenor lírico sin mucho fuelle. La granítica obra de Enesco, por su parte, que se dará en versión concertante, estará en las manos musicales de Lawrence Foster, que la ha grabado, y de la orquesta de la que ha sido titular hasta hace bien poco, la Sinfónica de Barcelona. Hay que aplaudir la presencia de la excelente Marjana Lipovsek.

Bloque wagneriano
Si vamos hacia atrás nos topamos con lo que podríamos denominar bloque wagneriano. Del compositor de Leipzig tenemos las dos primeras obras de la Tetralogía -que se reparte entre ésta y la siguiente temporada-, El oro del Rin y La walkiria, que serán ofrecidas en la muy moderna puesta en escena de la Staatsoper de Berlín, firmada por uno de los todopoderosos regidores de hoy, el alemán Harry Kupfer. Falk Struckmann será un Wotan quizá poco dramático; Brönnhilde, una vez más, la americana Deborah Polaski, voluminosa aunque algo destemplada voz, temperamento de primer orden; Siegmund el excesivamente liviano -y ya algo agostado a aus 48 años- tenor de Dösseldorf Peter Seiffert. Nombres como los de von Kannen, Clarke, Hülle, Braun, dan una cierta garantía de mínimos a estas representaciones, organizadas musicalmente por el titular del teatro, Bertrand de Billy, a quien se está dando una categoría que creemos que tiene todavía que demostrar.

ópera nacionalista
En la órbita wagneriana se mueve la ópera nacionalista Els Pirineus, una extensa y monumental partitura de Felipe Pedrell, que vio la luz en este coliseo, en versión italiana, el 4 de enero de 1902. Se ofrecerá en concierto la versión original catalana revisada por Edmon Colomer, que dirigirá las dos sesiones programadas. La ascendente ángeles Blancas y el tenor Vicente Ombuena encabezan el cartel.

La época romántica viene representada por tres títulos muy característicos. Por un lado, una obra temprana, de un romanticismo muy deudor del belcantismo, Norma de Bellini. No es la excelente Ana María Sánchez, la voz que pide el personaje estelar, pero su buen hacer puede proporcionar instantes de exquisita musicalidad. La secundan, en una coproducción con la ópera de Ginebra ideada por el mexicano Francisco Negrín, la exultante Dolora Zajick, siempre una garantía, y el mediocre Dennis O’Neill. Daniele Callegari dará dimensión musical del espectáculo.

Clásico verdiano
Por otro lado tenemos un clásico verdiano, Aida, con los históricos decorados sobre papel pintado de Mestres Cabanes y con la dirección musical de Gómez Martínez. Dessì, Fiorillo, Armiliato, Pons, Scandiuzzi y Palatchi son algunos de los aceptables nombres que figuran en el reparto. Un romanticismo desesperado anida en La dama de picas de Chaikovski, que trae la presencia del siempre esperado Plácido Domingo en un papel que ha hecho suyo en los últimos tiempos y para el que, desde su peculiar manera de entender el canto, todavía guarda arrestos. Puede ser de interés la puesta en escena de Gilbert Deflo. Un especialista, Kirill Petrenko, empuña la batuta. Nos queda un importante capítulo barroco-clásico. El pastiche de Purcell The Fairy Queen, nunca representado en el Liceo, viene de la mano del siempre interesante David Pountney, en una producción de la English National Opera dirigida musicalmente por Paul Daniel, un antiguo discípulo de Ferrara, titular de la compañía y marido de la soprano Joan Rodgers, que es la principal protagonista. Las otras tres obras son clásicas. El Orfeo ed Euridice de Gluck, coproducida con el Teatro de Lyon, estará dirigida por Antoni Ros Marbà, que posee ya un amplio bagaje. El alemán Andreas Homoki, amigo de estéticas de vanguardia, es el director de escena. La americana Jennifer Larmore será el cantor de la lira.

No va a ser menos moderna la del siempre polémico Calixto Bieito de Don Giovanni de Mozart, cuyo protagonista será encarnado por el barítono polaco Wojciech Drabovicz, habitual en los títulos capitales del compositor salzburgués. Será Jesús López Cobos quien se enfrente a la chispeante música de Il viaggio a Reims, que tendrá dimensión escénica firmada por Sergi Belbel. Un equipo vocal cuajado de nombres españoles -de la Merced, Cantarero, Bayo, Bros, Orfila, ódena- intentará cumplida cuenta de los desternillantes conjuntos que animan la función.