Image: Ecos del XX actualizados

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Discos

Ecos del XX actualizados

La colección 20/21 resume la aportación del pasado siglo

9 enero, 2003 01:00

El logotipo de la colección 20/21, que Deutsche Grammophon venía dedicando a la música reciente, simboliza el cambio de siglo, representa al 20 yéndose y al 21 viniendo como en los viejos calendarios de ruedas. La imagen del engranaje relojero es muy adecuada: el cambio es suave y gradual, pero implacable. A esta espléndida serie, que ha acercado a mucha gente la música de hoy, DG acaba de añadirle la palabra "echo" escrita sobre ese 20 que se va. El cambio es notable. No es lo mismo la música de nuestro tiempo que el eco de nuestro tiempo. En la práctica, el añadido significa que la serie ya no se nutre de producciones nuevas, sino de grabaciones antiguas ahora remasterizadas y redistribuidas.

Esta primera hornada de "ecos" trae diez discos, casi siempre monográficos, todos ellos con su punto de interés. Algunos son pilares del último tercio del siglo veinte: con solo empezar a oírlos resucitan en nuestra mente los años setenta u ochenta gracias a esa tremenda fuerza evocadora que solo tienen los aromas y las músicas. Digamos que la serie "Echo" de DG inventa la música contemporánea serie oro, reúne los "oldies" de la contemporánea, que tal vez no den para montar una emisora de radio-fórmula, pero sí para lanzar una buena colección.

Algunos de ellos se nos ofrecen tal cual, en estricta reedición, como el Offertorium de Sofía Gubaidulina interpretado por Gidon Kremer con Charles Dutoit y la Sinfónica de Boston, complementado, igual que en 1989, con el Homenaje a T. S. Eliot. Kremer protagoniza también el disco de Concerti grossi de Alfred Schnittke. Empieza el primer Concierto con una fascinante milonga pampeana tocada en gongs indonesios y embutida en una estructura italiana de hace tres siglos. La curiosidad universal de Schnittke, su gusto por las mezcolanzas insólitas, le ponen en la esquina opuesta de Gubaidulina y su hondísima espiritualidad. Ya se sabe que el alma rusa, como la estepa, es inabarcable en su inmensidad.

Telón de acero
De más allá del telón de acero vinieron las voces de Witold Lutoslawski y Gyürgy Ligeti. Son dos maestros reconocidísimos y reciben, como es lógico, un Eco cada uno. De Lutoslawski se reúnen en un solo disco compacto el Concierto para piano y orquesta y dos obras con violín solista, Chain 2 y Partita. Dirige el autor a la Sinfónica de la BBC y tocan sus legendarias versiones Krystian Zimerman y Anne-Sophie Mutter. Un disco pupurri reúne obras dispares de Ligeti: las piezas para dos pianos en la versión de los hermanos Kontarsky, Volumina en la del organista Zacher y Aventuras y Nuevas aventuras en la de Pierre Boulez y el Ensemble Intercontemporain: ortodoxia y centralidad aun para este teatro musical enloquecido y periférico.

Periférico por excelencia es el arte de Toru Takemitsu. De su maravilloso recorrido entre el viejo Japón y la vieja Europa nació mucha música nueva y abundantes "palos de ida y vuelta", como los de nuestros flamencos. DG ha repescado una deliciosa grabación de composiciones de Takemitsu para los instrumentos de la tradición japonesa.

De lejanas tierras viene también Steve Reich, el más musical de los minimalistas estadounidenses. Se reeditan aquí viejas y hermosas grabaciones de Reich: Seis pianos, Música para voces, órganos e instrumentos de baquetas y las Variaciones para vientos, teclados y cuerdas.

De Cuba, o de Córdoba, donde ha llevado la batuta varios años, viene el maestro Leo Brouwer. Le vemos tan eficaz director y tan inspirado compositor que se nos olvida su condición de gran guitarrista.

Recital Brouwer
En la Serie Echo 20/21 se reedita un recital suyo que salió en vinilo en los años setenta y que contiene música de Brouwer, Ohana, Henze, Bussotti, Mestres Quadreny y Cristóbal Halffter, representados estos dos españoles por sus obras Preludi y Codex I. No ha temblado nunca el sello amarillo de fervor por la música española, pero he ahí un punto de partida.

Cornelius Cardew y David Bedford, que eran jóvenes en los años sesenta, comparten un disco británico. La gran enseñanza de Cardew es una obra abierta, muy de su tiempo, que requiere una orquesta en la que conviven músicos y legos. La partitura de los "de Bedford", disuelve los dos poemas de Kenneth Patchen hasta reducirlos a átomos fonéticos (no vaya a ser que alguien entienda algo, añadiría un gracioso). La colección se completa, con el Coro que Luciano Berio grabó en 1976 en la Radio de Colonia y con un recital de violonchelo de Siegfried Palm acompañado por Aloys Kontarsky