Menos original que su hermano Carl Philipp Emanuel, Johann Christian Bach emigró pronto a Londres. Mozart, a quien adiestró en el viaje del genio precoz a Inglaterra, le debe mucho. Como el propio Johann Christian le debe a Haendel. Este oratorio, Gioas, rey de Judea, el único escrito por el músico, tiene bastante de haendeliano, sin que por ello quede diluida su inspiración. La obra no tiene desperdicio; ni en sus arias, ni en sus espléndidos coros, de un trazo enérgico y poderoso, ni en su claras y bien delineadas melodías. La interpretación de esta primicia discográfica es muy buena. Las seis voces solistas son templadas y respetan un estilo adecuadamente marcado por el experto Hermann Max. El coro y la orquesta son excelentes.