Antonio Mairena siempre defendió la tesis de que había cantes de origen folclórico y otros que llevaban el sello de lo "gitanoandaluz". Con ese criterio dirigió, en 1959, una extraordinaria antología que ahora aparece en doble compacto. Y eligió para abordar la tarea a artistas de enorme enjundia. El resultado es una obra impecable en la que se desgranan alrededor de cuarenta estilos. Cada figura interpretó los palos en los que su maestría resultaba incuestionable. Resulta delicioso recuperar la voz de Rosalía de Triana haciendo una soleá que ya sólo se conserva en algunas familias gitanas de Lebrija y Utrera. El gran patriarca de los cantes gaditanos Aurelio Sellés fue el encargado de registrar unas cantiñas que conservan el más genuino sabor de la Bahía. Atención también a las segiriyas de La Piriñaca, Juan Talega y Pepe Torres. El propio Mairena hizo algunas aportaciones gloriosas, como las cabales de Silverio. Una grabación de referencia cuya importancia fue trascendental.