Hoy en día Chailly es capaz de ofrecer unas concepciones musicales mahlerianas firmes y trabajadas, llenas de colorido, sentido del rubato y del portamento y demostrativas de un tratamiento casi exquisito de la materia sonora. Como buen italiano, sabe dar a estas páginas de tan directa veta folclórica una cantabilidad y gracia muy apreciables. Las partes vocales de esta selección popular, plasmada por Mahler con tanto garbo y desgarro, está encomendadas a cuatro voces, en vez de a las dos tradicionales de soprano y tenor. En el nº 7, Urlicht, interviene discretamente la mezzo Sara Fulgoni y en el 8 el tenor Güsta Winbergh, que interpreta con pasión el conocido lied Revelge, con desparpajo y una emisión franca y directa, que choca con la más cupa y engolada -cada vez más- del barítono Matthias Goerne, hábil en el fraseo, pero sofocado en la zona aguda. Exquisita y algo melindrosa Barbara Bonney. No nos olvidamos de la antigua versión de Schwarzkopf con Dieskau a las órdenes de Szell.