Grabación con los cuerpos estables de la Scala pero no proveniente de Milán, sino de la celebre gira a Edimburgo de 1957 en la que Maria Callas protagonizaría su primer gran escándalo y de donde saltase a la fama la joven Renata Scotto. Allí también se ofreció un Elisir d’amore protagonizado por una pareja excepcional. De un lado un Giuseppe di Stefano en plena encrucijada vocal y, de otro, una Rosana Carteri que, en plenitud, se retiraría poco después para cuidar a su familia. La voz del tenor aún no había perdido su belleza y brillantez de timbre a pesar de cantar ya papeles mucho mas pesados y, en cambio, dotaba a Nemorino de una consistencia y fortaleza pocas veces escuchadas. Rosana Carteri era una Adina ideal. Ambos, junto a Fernando Corena, embobaban a la audiencia, que ríe con frecuencia, y no sólo con su canto sino también con su interpretación escénica. Merece la pena el bonus con escenas de Manon a cargo de Giacinto Prandelli y la propia Carteri.