Grabar la compleja y variopinta Iberia de Albéniz es, de por sí, una proeza sólo apta para pianistas de alcurnia. Sus doce "impresiones" son otros tantos retos técnicos y, sobre todo, artísticos. El desafío es aún más arriesgado si se consideran las excelsas referencias discográficas disponibles, firmadas por artistazos como Orozco, De Larrocha o Esteban Sánchez. Ahora es el pianista ángel Huidobro quien sorprende con una muy valiente lectura, entre cuyas virtudes destacan la honestidad y el coraje de haber planteado su visión propia, que desde la reflexión de los maestros, traza su personal perspectiva, no exenta de acentos innovadores y de giros propios. El resultado es admirable y roza lo sobresaliente. Huidobro hace olvidar al oyente su suficiencia mecánica para seducirlo con su vibrante musicalidad. De alguna manera, aúna el pulso de Sánchez, el vuelo de Orozco y la naturalidad de Alicia. Nada es gratuito y todo tiene lógica y razón de ser en sus dedos expresivos. Ya desde la serena Evocación cautiva con su expresividad precisa. Luego, El Puerto, jubiloso y brillante, en el que ritmos y acentos imponen su ley con vigor antes de dar paso a un Corpus acaso demasiado extravertido, pero dicho desde un pianismo abrasador. Sea esta Iberia bienvenida, en la que lo hondo y lo popular abrazan la más alta sofisticación pianística.