Un gran concierto el desarrollado en junio de 2003 en el Musikverein de Viena con Boulez, la Filarmónica y tres especialistas en la música vocal de Mahler. La presencia orquestal es espléndida, de una claridad meridiana. El analítico maestro separa timbres, acentúa en ocasiones con crudeza, extrae la máxima expresión de los glisandi, de los maravillosos juegos tímbricos del compositor, tan cercano al mundo de las leyendas populares alemanas. Con este soberano soporte sinfónico escuchamos el timbre oscuro del barítono Thomas Quasthoff en las Canciones de un caminante, muy poético, con problemas en las frases más agudas; seguimos la sonoridad esplendorosa de la mezzo Violeta Urmana, un punto falta de penetración en Um Mitternacht, último de los cuatro Lieder Röckert; y apreciamos la soleada coloración, quizá algo agostada, y la impecable musicalidad de Anne Sofie von Otter en los Kindertotenlieder.