Realmente sorprende el entusiasmo del público al final de la representación en Aix-en-Provence en 2003 de esta producción que sale ahora en DVD. ¿Por qué? Porque apenas se sostiene en pié. No hay un solo decorado, ni un elemento móvil o fijo. Mussbach centra todo en la protagonista, una especie de Violetta obnubilada, y en su vestido blanco, del que no se desprende jamás. Ella está prácticamente en todo momento en escena, hasta cuando no procede. Y es que entre el texto de lo que se canta y lo que sucede en escena media un abismo. Es la nueva forma de presentar la ópera: actores que medio cantan y originalidades absurdas. Pero es también la forma de reducir costes y de hacer una Traviata sobre un escenario reducido. Mireille Delunsch no posee la voz adecuada al papel, frecuentemente grita y fuerza graves inexistentes para dramatizar a lo Sills. Matthew Polenzani supone una interesante revelación, con un tercer acto bastante justo y Zelko Lucic pasa sin pena ni gloria sobre Germont padre. Correcta la dirección musical. Para modernos.