La moscovita Viktoria Mullova (1959) exhibe aquí su reconocida suavidad de arco, la finura de sus concepciones, la meticulosidad de sus exploraciones, últimamente a través de instrumental de época que ha aprendido a emplear juiciosamente, nos son cercanos. En este compacto, aquí en unión de una gentil y salerosa, impecable en su digitación, la francesa Katia Labèque desgrana un precioso programa, de ejecución realmente primorosa. Se nos brinda un didáctico recorrido, que parte de esa impagable y, en cierto modo, curiosa mezcla de música de salón y de sentimiento que es la dificilísima Fantasía D 934 de Schubert, obra de madurez. La destreza de la pareja da con la clave emotiva de los variados cuatro movimientos. De 1827 a 1853, del que se extrae la breve Romanza en re bemol mayor de Schumann, se pasa al pleno siglo XX con dos partituras magníficas. En la Sonata de Ravel (1927) el arco de Viktoria Mullova hace auténticas maravillas que podemos resumir en ese majestuoso sfumato del final del Allegretto. En la conocida Serenata Italiana de Stravinski, procedente de Pulcinella, la gracia, el humor y el sarcasmo transparente están fidedignamente servidos.