Antonio Mairena falleció en 1983 dejando una obra discográfica considerable, la más completa en la historia del flamenco, después de la de La Niña de los Peines. Ahora comienzan a aparecer grabaciones inéditas de especial interés, como el recital ofrecido en la Universidad de Sevilla en 1969 o el de la Peña El Taranto, de Almería, en 1977. Pero la particularidad de 50 años de luz y duende es que no se trata de una actuación pública de Mairena, sino de grabaciones efectuadas en la intimidad de su propio domicilio sevillano o en casa del guitarrista Juan Antonio Muñoz que, sagaz y precavido, fue llevando a cabo, con delicadeza y sin romper la espontaneidad de las reuniones, unos registros de enorme valor documental y sorprendente calidad. En estas asambleas, siempre secundado por la guitarra de Juan Antonio, que firma Mis recuerdos de Antonio Mairena, el libro que acompaña al disco, el maestro interpreta sus cantes a media voz, con la emoción contenida de la privacidad y, como siempre, con el magisterio de su más alta expresión artística, que disfrutaron unos pocos privilegiados: algún familiar cercano y escasos amigos. Entre ellos, un joven Morente.