El tenor austriaco Richard Tauber (Linz, 1891-Londres, 1948) tenía una voz limitada, pero su timbre tenía una dulzura, un colorido y un espectro cautivadores. Además, su arte de canto era suntuoso, matizado, provisto de un amplio abanico de claroscuros, de minuciosa elaboración, integrado en una impoluta línea. La ópera y algunos
lieder se alojan en los dos primeros cedés y la opereta y las canciones más populares lo hacen en los tres restantes. Nos admira su manera de desgranar las arias de Mozart, Weber, Flotow, Lortzing o Wagner. Un auténtico hito es la maravillosa recreación del aria de Marietta de
La ciudad muerta de Korngold, en compañía de una inmensa Lotte Lehmann. Ejemplar forma de practicar el portamento. Algo menos cómodo estaba el tenor en las páginas de Verdi o Puccini, a veces bajas de tono. Pero siempre se apuntan cosas de interés. Y desde luego nos solazamos con las amenas y elegantes interpretaciones de opereta, en donde prodigaba hermosos y delicados falsetes. Ningún buen aficionado al canto puede perderse este festín.