Son muchos los espejos donde se mira Lagos en su primer disco, realizado a partir del conocimiento profundo, como lo demuestra su extenso repertorio, pero también con la admiración y la mirada puesta en sus dioses terrestres. Espejo, pues, multicolor y poliédrico, donde el cantaor va trazando el perfil de los distintos cantes desde una mirada ecléctica en la que encontramos incesantes guiños a autores e intérpretes de distintos periodos. Su experiencia como especialista en cantar para el baile contribuye a que sea ésta una obra de madurez, con elementos aparentemente contradictorios, como la milonga que se convierte en bulería y viceversa, pero que en su voz resultan perfectamente ensamblados.