Hace justo ahora 12 años que Wynton Marsalis e Iñaki Añúa, director del Festival de Jazz de Vitoria, soñaron esta idea de armar un disco en torno a la capital alavesa y su gran cita jazzística. Muchos han sido los bocetos que formaron parte de este anhelado dibujo, hasta que el año pasado la aventura dejó de ser algo más que un experimento. Nada más concluir el certamen, el trompetista y la Jazz at Lincoln Center Orchestra se encerraban tres días para grabar la suite, junto a dos invitados de excepción: el pianista Chano Domínguez y el guitarrista Paco de Lucía.
Vitoria Suite consta de 12 movimientos, que son los compases de un blues. Que nadie se lleve a engaños, el sonido del álbum, aunque tiene tímidos acentos vascos y latinos -léase flamencos-, remite a un jazz orquestal clásico, el que defiende Wynton, vaya. Gustos al margen, se trata de una obra ambiciosa, editada impecablemente -making of incluido-, muy brillante en el planteamiento y resolutiva en la ejecución, con pasajes verdaderamente audaces.