Mendelssohn manifestó desde niño un enorme interés por el teatro, aunque sólo ha alcanzado una merecida proyección su magistral partitura para El sueño de una noche de verano de Shakespeare. En 1840, el rey Federico Guillermo IV de Prusia llamó al compositor a Berlín para establecer en la capital una especie de ciudad de las artes escénicas. El proyecto se quedó en una bella utopía, pero permitió a Mendelssohn escribir una serie de magníficas partituras en las que sabe captar todo el espíritu de la tragedia griega de Sófocles (Antígona, Edipo en Colona) o del drama clásico francés de Jean Racine (Atalía), y que recoge este triple cedé, con su combinación de partes habladas y cantadas, grandes coros y números orquestales. La dirección se la reparten Stefan Soltesz en las dos primeras obras y Christoph Spering en la tercera, y entre los solistas vocales encontramos nombres tan relevantes como el de Ann Hallenberg o el de René Pape. Un estupendo descubrimiento de una música apasionante.