Image: María Lejárraga. Música emocional, Música recobrada
María Lejárraga. Música emocional, Música recobrada
Joaquín Pixán
3 mayo, 2013 02:00
María de la O Lejárraga, que vivió casi cien años, ente 1874 y 1974, esposa y colaboradora de Gregorio Martínez Sierra, fue toda una personalidad. Fundadora con su marido de la revista Helios, órgano clave del modernismo en España, fue ardiente republicana. Sus relaciones con las personas más importantes de la cultura de aquellos años fueron múltiples. Buena idea la de este homenaje, nacido al calor de la publicación en 2010 del libro Música y músicos en la vida de María Lejárraga de Mª Luz González Peña, autora de las documentadísimas notas que acompañan a la edición discográfica.
Ha sido el tenor e investigador asturiano Joaquín Pixán quien ha levantado el proyecto. Lo más resaltable es la inclusión de un estreno mundial de Raquel Jurado, A María, que se ríe sobre una rosa mustia, sobre un poema olvidado de Juan Ramón Jiménez. Una obra a modo de cantata que, partiendo de un ritmo perenne y obsesivo, marcado por cajón flamenco y campana tibetana, establece un recitado melismático adornado por glissandi y pizzicati de un chelo. Pixán muestra su fraseo natural y su facilidad para el caracoleo, con alguna nota aguda de cierto tinte nasal. Desgrana con gusto, aunque sin llegar del todo a la vena más folklórica y honda, las Siete canciones populares de Falla, donde lo acompaña con tino Rosa Torres-Pardo. En dos canciones de Falla, dos de Bautista, tres de María Rodrigo y dúos de La tirana de Lleó y La llama de Usandizaga participan con fortuna la soprano María Zapata y la pianista Noelia Rediles. Pixán canta por último el aria del sultán de Jardín de Oriente de Turina.
Ha sido el tenor e investigador asturiano Joaquín Pixán quien ha levantado el proyecto. Lo más resaltable es la inclusión de un estreno mundial de Raquel Jurado, A María, que se ríe sobre una rosa mustia, sobre un poema olvidado de Juan Ramón Jiménez. Una obra a modo de cantata que, partiendo de un ritmo perenne y obsesivo, marcado por cajón flamenco y campana tibetana, establece un recitado melismático adornado por glissandi y pizzicati de un chelo. Pixán muestra su fraseo natural y su facilidad para el caracoleo, con alguna nota aguda de cierto tinte nasal. Desgrana con gusto, aunque sin llegar del todo a la vena más folklórica y honda, las Siete canciones populares de Falla, donde lo acompaña con tino Rosa Torres-Pardo. En dos canciones de Falla, dos de Bautista, tres de María Rodrigo y dúos de La tirana de Lleó y La llama de Usandizaga participan con fortuna la soprano María Zapata y la pianista Noelia Rediles. Pixán canta por último el aria del sultán de Jardín de Oriente de Turina.
