Es un instrumentista regio alejado del mundanal ruido, una suerte de maestro eremita entregado a la pasión que mueves su vida: la música. Y todo, como se ha dicho, al margen de su condición de guitarrista estrella en el Olimpo jazzístico, una cima de talentos de cuerda que comparte con instrumentistas como Pat Metheny y John Scofield. Se llama Bill Frisell y en su mástil habitan algunas de las sensibilidades más interesantes de la contemporaneidad de este género mayor del siglo XX. Anda Frisell algo nostálgico en estos últimos años, sumergiéndose en músicas de su adolescencia o su emoción más intimistas. Esta nueva entrega para el refundado sello Okeh Records se argumenta sobre las bandas sonoras de películas y series de televisión que de una u otra manera han marcado al guitarrista de Baltimore, consiguiendo un disco que te conquista desde sus créditos, donde figuran clásicos cinematográficos de ayer y hoy, y arrebata desde sus exquisitos y audaces arreglos.
El viaje comienza con la particular versión de Frisell de la música de Matar a un ruiseñor, para después hacer lo propio con las de Pinocho, Psicosis, El padrino, La bella y la bestia, Moon River... y divertimentos simpáticos como la lectura que hace de la sintonía de Bonanza. Las recreaciones llevan estas melodías universales a los dominios poéticos y personales de Frisell, quien aquí se acompaña de Petra Haden (voz), Eyvind Kang (viola), Thomas Morgan (bajo) y Rudy Royston (batería).