Benet Casablancas, entre Picasso y Rothko
El compositor lanza 'The Art of Ensemble', un disco grabado por la London Sinfonietta en el que reparte guiños a algunos pintores, a la ciudad de Viena y a su admirado Montsalvatge
6 abril, 2020 14:27Benet Casablancas (Sabadell, 1956) es hombre culto, pensador profundo, que ha sabido aunar y sintetizar diversas influencias. Los procedimientos empleados en su madurez son de lo más variado, siempre en busca de un toque experimental que ha desembocado en una concentración superior no incompatible con la riqueza de ideas. Todo integrado en un discurso luminoso en el que cada elemento está en su sitio merced a un innato, o adquirido, sentido de la forma. Rasgos que definen su estilo y que encontramos a manos llenas en este CD, presidido por el buen hacer de la batuta del germano Felix Krieger y por la enorme calidad de los instrumentistas de la London Sinfonietta, que brindan seis significativas composiciones, cinco de ellas alusivas a cinco conocidos personajes y casi todas consecuencia de un encargo. Piezas que reflejan bastante bien la evolución del compositor a lo largo de los últimos 10 años en los que, como él mismo explica a El Cultural, “la armonía se ha iluminado, la paleta tímbrica se ha diversificado, y en general los registros expresivos son mucho más contrastados y sensuales que en otros períodos”.
“He luchado mucho para escapar tanto de la vieja como de la nueva escuela y sentirme dueño de mis medios y anhelos”
Varias de las obras son el resultado de asiduas colaboraciones con grupos y orquestas del ámbito anglosajón, “mucho más abierto y libre de los prejuicios y sectarismos ‘a la moda’ de la vieja-nueva vanguardia centroeuropea, con aquella grisura armónica mainstream a la que se refería con fina ironía Montsalvatge, y donde la comunicación todavía es un valor preciado, sin que ello suponga, por lo menos en mi caso, bajar el listón de exigencia y de búsqueda permanente. Yo mismo tuve que luchar mucho para escapar de la presión tanto de la vieja como de la nueva escuela, y sentirme cada vez más libre y dueño de mis medios y anhelos propios”. La transparencia asociada al juego camerístico no impide que en muchos momentos se busque una sonoridad más orquestal, casi sinfónica, balances y contrastes que en la grabación de Sony resultan particularmente perceptibles. “No es tarea fácil cambiar el chip de los equilibrios trabajando con instrumentos de semejante envergadura y casi nunca sobrados de ensayos precisamente. Pero los ingleses son muy buenos, y su nivel es increíble”, apunta.
El Concierto de cámara n.º 1 para clarinete y ensemble, Homenaje a Picasso, establece grandes contrastes tímbricos, rítmicos y armónicos en un discurso colorista y lleno de alternativas. Una composición poderosa y excitante, procelosa y vivificante. Octeto es, como apunta Krieger, una concisa y jugosa delicatessen. En Four Darks in Red se brinda otro homenaje pictórico, esta vez a Rothko, a través de una plasmación sonora muy sugerente, de talante expresionista, con fulgurantes solos y pasajes tormentosos que nos dejan sin aliento. Cinco breves movimientos constituyen A Viennese Notebook, un guiño a la capital austriaca. Hay que destacar la animada danza del quinto, Vivo. Stretta. Un diálogo constante, en forma de evocación casi paisajística, define el hermoso Segundo concierto de cámara con la trompa como protagonista. Y cierra con otro homenaje, esta vez a Montsalvatge (Dance, Song and Celebration), partitura de extraña luminosidad cruzada de lirismos y cantos jubilosos, que incluye citas subliminales de temas y motivos del músico gerundense.