Discos internacionales: el año de la experimentación
Ante la falta de conciertos, muchos grandes espadachines guardan sus sables a buen recaudo. Es la hora de los audaces, como Arooj Aftab o Helado Negro. Y no han faltado las estrellas como Adele, The War on Drugs o Nick Cave
31 diciembre, 2021 09:00Las fronteras entre la música occidental y los sonidos de otras tradiciones cada día están menos claras. Otra frontera comienza a desaparecer, la que distingue a los músicos de los artistas. Ahí están figuras emergentes como los estadounidenses Taja Cheek (L’Rain) o Roberto Carlos Lange (Helado Negro), que tienen un pie en la música como la entendemos de manera convencional y otra en los museos al moverse a medio camino entre la experimentación sonora y audiovisual y la grabación de LPs muy personales.
Como dice la célebre canción, el pop no estaba muerto, estaba de parranda. Desde Estados Unidos, la jovencísima Olivia Rodrigo le da una nueva vuelta de tuerca al teenage drama con Sour, mientras desde Inglaterra Rebecca Lucy Taylor, conocida como Self Steem, lo convierte en un género testimonial de calado íntimo. La fusión de los ritmos negros y de otras tradiciones musicales con la música occidental hace tiempo que es insoslayable, pero se convierte en casi obligatoria. Una tendencia clara, el auge de la influencia del jazz, como escuchamos en grandes discos de este 2021 como 30 de Adele, la delicia spoken word de Cassandra Jenkins, An Overview on Phenomenal Nature, o la colaboración de Floating Points con la Pondon Symphony Orchestra y Pharoah Sanders.
La música hace años que no necesita cuotas para ser paritaria. La reina del r&b de este 2021 ha sido Jazmine Sullivan, pura dinamita en Heaux Tales, reivindicación del old scholl, y la experimentación más vanguardista llega de la mano de Fatigue de L’Rain y brilla el vibrante debut de la neoyorquina de origen paquistaní Arooj Aftab, que fusiona el jazz con los ritmos árabes en el sensacional Vulture Prince. El “viejo” rock sigue dando guerra con lo nuevo de The War on Drugs en clave clásica, el punk da guerra con Turnstile y sobreviven en buena forma unos clásicos del indie como Low.
Mejor disco del año: Arooj Aftab, de Vulture Prince
Nacida en Pakistán, la cantante y compositora Arooj Aftab creció en Estados Unidos y actualmente está afincada en Brooklyn. Debutó con Siren Islands (2018), donde ya exploraba la fusión entre la música tradicional de su país con ritmos occidentales como el jazz o la electrónica. Era aquel un disco de atmósferas con un estilo mucho más ambient que este Last Night, donde las canciones tienen mayor peso, con un tono elegíaco marcado de manera trágica por la muerte de su hermano. Sensible y conmovedora, Aftab adapta los legendarios “ghazals” de su tierra, composiciones orientales que tratan sobre el amor y la pérdida. En este trabajo, la artista solo utiliza instrumentos occidentales como el violín, el arpa, el contrabajo y sintes, lo cual no quita que todo esté impregnado de una aire orientalista como las preciosas Baghon Main o Diya Hai, donde adapta un poema de Mirza Ghalib, mientras en Last Night entrega uno de los grandes temas del año, adaptación de un poema persa del siglo XIII con un tema de jazz que podría haber firmado la mismísima Nina Simone.
Por orden alfabético:
30, de Adele
Superestrella de la música mundial, Adele le gusta a los de la generación Z y a los abuelitos. La británica recoge el testigo de grandes vocalistas femeninas como Aretha Franklin o Barbra Streisand para lucirse con unas canciones pop con fuerte influencia del soul y el r&b de gran carga dramática. Han pasado cinco años desde 25, su último álbum, y diez desde su fulgurante aparición con aquella Someone Like You que ya es un clásico del siglo XX. La cantante titula sus discos en función de su edad y en este 30 canta con la sabiduría de una mujer con veinte años más en unas canciones más jazzísticas, un claro signo de los tiempos, inspiradas en el dolor por su divorcio. Más allá de la fuerza de singles supercomerciales como la balada Easy on Me o el funk de Oh My God, brillan joyas como la bluesera y juguetona Can I Get It o el tono gospel de Hold On.
An Overview on Phenomenal Nature, de Cassandra Jenkins
En agosto de 2019 el mundo de la música decía adiós a David Berman, ex Silver Jews, y ahora nos llega este precioso disco de su amiga y colaboradora Cassandra Jenkins en el que le rinde un sentido homenaje. Poco antes de su muerte (se suicidó), la músico se disponía a emprender una larga gira con él como parte de su proyecto The Purple Mountain. En Ambigous Norway describe ese viaje al país escandinavo que tendría que haber realizado junto a Berman, y canta melancólica: “Te has ido/ Estás en todas partes”. Entre el indie y un folk galáctico con tintes espirituales, An Overview on Phenomenal Nature recuerda un poco al trabajo de Bon Iver o incluso Fleet Floxes por su espíritu cercano a lo bucólico, aunque con un punto más neoyorquino y urbano, no en vano Jenkins es una de las figuras más destacadas de la escena de Brooklyn. Brilla especialmente la preciosa Hard Drive, una canción jazzística de spoken word.
Promises, de Floating Points, la London Symphony Orchestra y Pharoah Sanders
Sam Shepherd es un productor electrónico de Manchester que firma sus prodigiosos discos con el nombre de Floating Points. Después de dos álbumes y varios sencillos en los últimos años, alcanza su madurez creativa con este disco seductor y enigmático en el que mezcla el jazz, marcado por el saxofón del músico estadounidense Pharoah Sanders, y la electrónica. Si Sanders logra que el disco tenga la profundidad del jazz más auténtico, convoca también a la London Symphony Orchestra, que aporta los sonidos de cuerda de los violines, la viola, el cello y el contrabajo. Compuesto por nueve temas, cada uno de ellos llamado “movimiento” y su número, los músicos llaman “psicodelia abstracta” a su búsqueda conjunta y su música nos sumerge en paisajes líricos y al mismo tiempo peligrosos, de una sutil y brillante melancolía optimista.
Far In, de Helado Negro
Nacido en Florida de origen ecuatoriano, Roberto Carlos Lange, en arte Helado negro, es uno e los grandes orfebres musicales del siglo XXI. Licenciado en Arte, Lange es un músico con un pie en los museos que ha colaborado con artistas como David Ellis y crea “esculturas sónicas site specific”. Su séptimo disco como Helado Negro sigue proporcionándonos un viaje apasionante por los confines de la música latina en clave experimental y en este caso más cerca que nunca de Bon Iver. Después de un disco excelente como This Is How You Smile, en el que exploraba con cierta rabia la condición del “diferente” en Estados Unidos, Far in es un disco más esponjoso y bucólico, en el que los delicados y sofisticados paisajes sonoros del artista, mezcla entre sintes, raíces folk latinas e influencias de la electrónica pastoril son obvias, nos adentra en un universo complejo y fascinante.
Heaux Tales, de Jazmine Sullivan
Mejor disco del año para Pitchfork, Sullivan es una reina del soul con una clara tendencia a viajar hasta las raíces. Con un característico sonido retro que recuerda a los tiempos de grandes divas como la inolvidable Aretha Franklin, como escuchamos en la elegante y rasposa Pick Up Your Feelings. Con una especial querencia por el old school de los 80, esa colaboración de Anderson Paak; Price Tags, o Put it Down proporcionan gozo vintage en estos tiempos de producciones a veces excesivas. Como muchos grandes artistas afroamericanos, Sullivan aprendió a cantar en el coro de la iglesia y esa formación clásica se deja notar en sus grandes baladas, como la preciosa Lost One, mientras en Girl Like Me, se acerca al rock de California.
Hey What, de Low
Los de Minnesota siempre han sido los tipos serios del indie rock. Marcaron los 90 con álbumes de una tristeza abisal como I Could Live in Hope (1994) o Long Division (1995) y desde entonces se han mantenido siempre activos disfrutando de una fructífera longevidad y productividad no tan habitual en el mundo del rock. Ha pasado mucho tiempo desde sus grandes canciones, de una solemnidad espartana y deprimente, mucho queda en este Hey What, donde relucen temas como la sepulcral All Night, en la que destaca la voz lirica de Mimi Parker (batería y voz), y mitad de la banda junto a Alan Sparhawk, también vocalista, con el que crea esa armonías vocales con reminiscencias religiosas que les son propias, ahí está Days Like Days. Hey What es un disco más experimental y ruidista, en el que transitan paisajes de guitarras espectrales similares a Mogwai salpicados de sonidos industriales y requiebros electrónicos.
Fatigue, de L’ Rain
Comisaria de arte en el PS1 del MOMA, multiinstrumentalista, compositora y cantante, Taja Cheek es una afroamericana de Nueva York que utiliza todos lo recursos que ofrece la música moderna para crear una música con la que viaja a su subconsciente con forma de texturas sonoras en las que se mezclan como capas todo tipo de sonidos. Cada canción de este espléndido Fatigue nos conduce a un lugar distinto al que la varita de Cheek da un nuevo aire, el lounge con forma de jingle desquiciado de Two Face o la reconstrucción sonora de los sonidos que marcaron su infancia en Find It.
Afrique Victime, de Mdou Moctar
El “rock del desierto” proveniente del Sahel y heredero de la cultura tuareg tiene muchos acólitos en Occidente gracias a una banda tan sensacional y exitosa como Tinariwen. Mezclando influencias africanas con el blues, nos encontramos ante un sonido eléctrico y vibrante que recuerda por su fuerza emocional a Jimi Hendrix, el gran referente de Moctar. Este joven artista nigeriano comenzó grabando sus propios temas en casa en condiciones precarias y tras fichar por Sahel Records, alcanzó fama internacional con Anar en 2014. Reunido junto a su banda en una casa de campo en Nigeria, Moctar entiende su música como un proceso de creación colectivo. El LP es una llamada a la acción a los africanos para que dejen de ser víctimas. Con un peculiar estilo de tocar la guitarra utilizando ambas manos, es zurdo y con una rasga y con la otra utiliza el diapasón, no hace falta entender lo que canta para captar la fuerza y sensibilidad de unas canciones que van de la rabia rockera, apasionante arranque con Chimisten, a la melancolía folk de Tale Tannam.
Carnage, de Nick Cave
El australiano Warren Ellis es miembro de The Bad Seeds, la banda de Nick Cave, desde 1994. Ambos han compuesto varias bandas sonoras reunidas en el doble álbum White Lunar (2009). A pesar de esta larga colaboración, no habían firmado nunca un disco juntos hasta este Carnage que compusieron en un par de días y luego trabajaron durante semanas en el estudio. Son ocho canciones dentro del estilo lúgubre con tintes espirituales que ya despuntaba en la obra de Cave antes de la trágica muerte de su hijo, pero que desde entonces se ha acentuado aún más, como escuchamos en canciones espectrales y bellísimas como Skeleton Tree (2016) y Ghosteen (2019). El tono grave de Cave siempre ha tenido algo de ultratumba y aquí alcanza altas cotas espirituales en otros temas como la rockera y sepulcral Old Time o la dramática Shattered Ground. El propio título del disco, Carnage, significa carnicería y brilla con esa línea de piano preciosista que acompaña a una letra desgarradora: “Es solo amor/ con un poco de lluvia/ y espero volverte a ver”.
Sour, de Olivia Rodrigo
Mejor disco del año para la revista Rolling Stone, la jovencísima Olivia Rodrigo proviene de la cantera de Disney Channel y se está comiendo el mundo con su primer álbum, en el que se muestra como una fuerza de la naturaleza. A medio camino entre el pop a lo Britney Spears o Ariana Grande y un tono con reminiscencias del punk californiano que enlaza con las más “difíciles” HAIM, Rodrigo tiene talento y actitud, practica un feminismo aguerrido y chispeante como escuchamos en esa totémica Good 4 U que es todo un himno de poder femenino de la generación Z.
Prioritise Pleasure, de Self Esteem
Mejor disco del año para The Guardian, Rebecca Lucy Taylor alcanza la gloria con su segundo álbum, en el que practica un pop torturado, alejado de los grandes fastos del mainstream. A medio camino entre el r&b en boga, con una clara querencia por el spoken word, Taylor (en arte Self Steem) utiliza el género como un vehículo para expresar sus sentimientos más profundos y frustraciones. Lo escuchamos en la magnifica I Do This All the Time, con un toque soul, en la que se da ánimos a sí misma (“Mira arriba, reclínate, sé fuerte/ Nunca pensaste que vivirías tanto tiempo”). En general, todas las canciones tienen un toque ochentero y vintage que nos rememora un mundo de calentadores en el tobillo y pistas de baile con una bola de espejos. La idea del “bienestar", como conquista difícil, está presente en todo el álbum y es la esencia de su propuesta artística desde su propio alias (“autoestima”). En I’m Fine canta: “No hay nada que aterrorice más a un hombre que una mujer trastornada”.
I Don’t Live Here Anymore, de The War on Drugs
Serán unos de los cabezas de cartel del próximo MadCool si la pandemia no lo impide y es sin duda uno de los proyectos rockeros más apasionantes de los últimos años. Proyecto encabezado por Adam Granduciel, ex miembro de los Violators de Kurt Vile, The War on Drugs alcanzaron el estrellato con Lost in The Dream (2014), uno de los discos más importantes de este siglo. Pasada la sorpresa, Granduciel y los suyos siguen por los mismos derroteros, el gran rock americano con raíces en Dylan y Petty, en este caso con un tono dramático y emocional. Una y otra vez, Granduciel nos seduce con canciones épicas en las que las guitarras crean un mundo soñado en el que colisionan sus demonios con una especie de ansia de alcanzar la trascendencia. Sus muchos fans disfrutarán canciones como la que da título al disco, Change o Harmonia’s Dream que son más de lo mismo y nos gusta.
Glow On, de Turnstile
Oriundos de Baltimore, esta banda de hardcore punk mantiene viva la llama del rock duro sin concesiones en su tercer disco. Liderados por Brendan Yates (voces) y Brady Ebert (guitarra principal), es un disco de canciones cortas y contundentes marcados por la percusión y las guitarras metaleras. Ellos mimos dicen que con este trabajo querían mostrar los infinitos caminos del hardcore más allá de la consabida lluvia de ruido y colaboran con Blood Orange en la curiosa Lonely Desires, en Underwater Boi mezclan su sonido habitual con quiebros electrónicos etéreos a lo Beach House y en New Heart Design coquetean con los sonidos de la New Wave. Los fans de las guitarras no quedarán decepcionados, las hay a montones.
Call Me if You Get Lost, de Tyler the Creator
El angelino Tyler the Creator es uno de los grandes renovadores de la música de este siglo. Más allá del hip hop, Tyler se asemeja a otro revolucionario como Miles Davis por su espíritu de incansable exploración en los sonidos afroamericanos. CALL ME IF YOU GET LOST es un nuevo prodigio de un artista que convierte su tortura en una música aparentemente caótica y deslavazada que sirve como reflejo de una realidad poliédrica y carente de centro neurálgico. Ahora se hace llamar a sí mismo Tyler “Baudelaire”, poeta maldito, para entregar un disco aún más arriesgado y experimental. WUSYANAME, comienza con un sample de una vieja canción de soul de los 90, Back Seat de H Town, para proseguir con una versión truculenta de ese sonido negro de la década marcado por el romanticismo y la comercialidad. Brillan las colaboraciones de altura como la de Lili Uzi Vert y Pharrell Williams en JUGGERNAUT.
Blue Weekend, de Wolf Alice
Banda del norte de Londres surgida hace una década, Wolf Alice siempre ha practicado un rock alternativo repleto de sintes en el que se mezclan una cierta épica preciosista con turbulencias guitarreras. Cuatro años después de Visions of a Life, el cuarteto liderado por la vocalista por Ellie Rowsell y el guitarrista Joff Oddie, la crítica internacional ha celebrado este Blue Weekend como su mejor trabajo. Es su disco más pop y preciosista, en algunos momentos recuerda a Perfume Genius con la rudeza de Sharon Van Etten y el punto folk de Haim. Estructurado en torno al concepto de tristeza en el que bordan el single crepuscular en la preciosa The Last Man on Earth, producen gemas pop como Delicious Things o temas más cercanos al rock de sus orígenes como Smile.