Teatro

La factoría nacional

El CDN cumple 20 años

28 febrero, 1999 01:00

El Centro Dramático Nacional cumple veinte años. Veinte años en los que se han escenificado casi un centenar de títulos de la dramaturgia universal, reveladores de lo que sus diversos equipos directivos han entendido por teatro público, y en los que se ha consolidado una de las principales empresas de producción teatral.

En 1978, siendo Pío Cabanillas ministro de Cultura en el gobierno de Adolfo Suárez, se creó el Centro Dramático Nacional (CDN), cuya dirección se dió a Adolfo Marsillach. La nueva institución pública dependía orgánicamente de Teatros Nacionales y Festivales de España (organismo creado en los años cuarenta que luego se transformaría en el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, INAEM) y pretendía seguir el modelo europeo de los teatros institucionales. Según cuenta el propio Marsillach en sus memorias, "el CDN nació herido de muerte". Fueron años confusos, en los que se mezclaba a menudo la democracia con la demagogia asamblearia. Marsillach quiso ejercer de director un poco al estilo francés, pero encontró siempre el vocerío de sus camaradas de profesión. Cuando dimitió, nadie le lloró la partida.
Antes de abandonar su cargo, quiso dotar al centro de unos estatutos que garantizaran su independencia política y administrativa. Evitar que se confundiera lo público con lo administrativo, la canongía y el puesto vitalicio. Veinte años después, concluye: "Hoy, como ayer, el CDN es un instrumento -un juguete- que utilizan los poderes públicos para realzar su imagen "culta" y del que se aprovechan algunos privilegiados para su exclusivo lucimiento personal. Unas veces el privilegio lo concede la izquierda y otras la derecha, pero la situación no varía. No tenemos un CDN neutral, autónomo, soberano, independiente y profesionalizado. Sólo poseemos un lujoso escaparate para que los ideológicamente afines se abracen en los entreactos".
Los siete equipos directivos que le han sucedido no han insistido en este asunto. El CDN sigue igual desde el punto de vista jerárquico. Una sección -unidad de producción en exacto eufemismo legal- dependiente del INAEM y cuyo responsable máximo es nombrado directamente por el director de turno del citado instituto.

Público o exclusivista
Precisamente, en la actualidad el INAEM estudia la modificación de sus estatutos que, precisamente, exigirá que el director asuma las dos funciones: la artística y la de gerencia.
En realidad, a nadie parece importarle hoy la independencia del CDN, basta con que exista y tenga suficiente dinero, una idea que toda la profesión artística parece compartir. Al fin y al cabo, el CDN es una de las empresas teatrales más potentes de Madrid. Cuenta con 110 empleados permanentes y unos presupuestos anuales (en torno a los 500 millones de pesetas sólo para producir obras) que permiten trabajar a los actores en mejores condiciones que en el teatro privado y con directores de prestigio. Tiene fama de haber hecho y de hacer el teatro de más calidad que se produce en nuestro país. Desde luego, es el mejor publicitado y el que suele representar a la cultura nacional en cualquier evento internacional.
Tampoco existe hoy un debate sobre lo que debe ser el CDN. Una de las escasas discusiones que en ocasiones se suscita es en torno a la incidencia del teatro público sobre el privado.
Entre los diversos argumentos destaca uno en el que defensores de uno u otro teatro suelen coincidir, aunque no siempre: el de relegar al teatro público las arriesgadas producciones que el teatro comercial no haría, representar obras de nuevos dramaturgos que, salvo contadas excepciones, tienen una escasa incidencia de público. Es decir, paradójicamente condenan al teatro público a ser menos público, más exclusivista que el privado.
Y de esta forma, se defiende también que el teatro es un patrimonio cultural que las administraciones deben proteger, como si se tratara de una especie en vías de extinción. Al fin y al cabo, su coste en el conjunto de los presupuestos generales del Estado alcanza los 4.000 millones de pesetas al año, muy por debajo de los 13.000 de música."Pecata minuta".

Un centenar de montaje
Desde el punto de vista artístico, desde su fundación, el CDN ha ofrecido casi un centenar de espectáculos que, en principio, pretendían ser representativos de la dramaturgia del siglo XX.
Adolfo Marsillach diseñó una programación coherente para la primera temporada del CDN. Con un presupuesto de 89 millones de pesetas (de aquellos años) produjo seis obras. Gestionaba entonces dos teatros, -el María Guerrero y el Bellas Artes de Madrid-, y todavía no había nacido la Compañía Nacional de Teatro Clásico (lo haría en 1985), por los que los clásicos del Siglo de Oro eran también del interés del CDN.
Marsillach encargó a José Luis Gómez la dirección de "Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga", de José María Rodríguez Méndez. Su estreno -en el Bellas Artes- resultó un gran éxito, precisamente el que no disfrutó "Noche de guerra en el museo del Prado", la producción destinada al María Guerrero y cuya puesta en escena tuvo cierto valor político. Original de Rafael Alberti y con dirección de Ricard Salvat, la obra estuvo a punto de no estrenarse por la alusiones antiabortistas que contenía. Otros títulos de esta etapa fueron "El proceso", adaptación de Peter Weiss sobre la novela homónima de Kafka, y "Sopa de pollo con cebada", de Arnold Wesker.

El primer triunvirato
Tras la dimisión de Marsillach, le sucedió en las dos temporadas sucesivas (79/80 y 80/81) un triunvirato integrado por Nuria Espert, José Luis Gómez y Ramón Tamayo.Espert gobernaba en el María Guerrero mientras Gómez en el Bellas Artes. Tamayo hacía labores de producción y gestión. El equipo invitó al teatro Lliure, que jamás antes había visitado Madrid y que dejó con la boca abierta a los capitalinos. A este período corresponde "Titus Andrònic", dirigida por Fabià Puigserver y representada en catalán.
Sin embargo, la producción más sorprendente y espectacular de aquellos años fue "Los baños de Argel", de Cervantes, un montaje que dirigió Francisco Nieva.
Se encargó a Lluís Pasqual llevar a escena "La hija del aire", de Calderón de la Barca, protagonizada por Ana Belén. A partir de entonces, el director catalán se hizo más asiduo de la capital.
En 1981 asume la dirección uno de los nombres más acreditados de nuestro teatro, José Luis Alonso. Quiere dotar al CDN de contenidos. En este sentido, su programación se caracteriza por la recuperación de los mejores títulos del teatro de nuestro siglo y de los autores contemporáneos vivos. Es el gran éxito del jovencísimo Fermín Cabal, con "Vade retro", interpretada por José Luis López Vazquez y Ovidi Montllor, y de Paco Nieva con "Coronada y el toro". También estrenan Lauro Olmo, José Luis Alonso de Santos y Fernando Arrabal. Buero Vallejo firma una adaptación de "El pato salvaje", de Ibsen.
En este período, en el que el CDN ha cambiado el teatro Bellas Artes por la sala Olimpia, Alonso aclara los objetivos que debe perseguir el CDN y, en este sentido, organiza una muestra de teatro de compañías independientes e invita a otras tan prestigiosas como el Teatro Kantor, que visita España con "Wiepole, wiepole" y repite la temporada siguiente con "La clase muerta".
Con la victoria de los socialistas en 1982, Lluís Pasqual ocupa la dirección del CDN para convertirse en el director que ha permanecido durante más tiempo en este cargo (de 1983-89). Pasqual se estrena con "La vida del rey Eduardo II de Inglaterra", una versión de Gil de Biedma y Carlos Barral sobre textos de Marlowe y Brecht.
Calderón de la Barca, protagonizada por Ana Belén. A partir de entonces, el director catalán se hizo más asiduo de la capital.

Pasqual y Lorca
El director se ve liberado de tener que representar a los nuevos autores pues se crea el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas,(CNNTE), bajo la dirección de Guillermo Heras.
Pasqual se inclina por un repertorio de títulos consagrados. Consigue un gran éxito de crítica y público con "Luces de bohemia", protagonizado por José María Rodero en el papel de Max Estrella y que pasará a la historia por ser una de las obras más taquilleras del centro. A partir de 1986 su interés se centra en dirigir textos jamás representados de García Lorca. En total, llega a dirigir cuatro espectáculos del autor granadino en tres años, entre los que destaca "El Público". La obra, que algunos críticos no consideraban una pieza teatral sino meros apuntes del poeta, se lleva a escena por primera vez. Pasqual convierte el patio de butacas del María Guerrero en un escenario circular cubiert de arena azul y crea una atmósfera mágica. La obra desvela sin tapujos la homosexualidad del poeta y, desde entonces, se convierte en un baluarte para este colectivo. Dirige también varios espectáculos musicales y finaliza su producción lorquiana en el CDN con "Comedia sin título" (aunque luego continuaría con ella).

El Hamlet de Gómez
Tras el abandono de Pasqual,en 1989, le sucede José Carlos Plaza, quién sigue con un repertorio de textos incontestables, es decir, Shakespeare y Valle Inclán.
Para su debut opta por un "Hamlet" protagonizado por José Luis Gómez y con un reparto en el que también figuraban Berta Riaza, Ana Belén y Alberto Closas. Consigue gran éxito de público. En esta misma temporada, Plaza dirige también "La Orestiada", de Esquilo, en el que por primera vez una producción del CDN sale de su recinto natural, el María Guerrero, para presentarse al aire libre.
Estos grandes textos de la literatura dramática universal se combinan con otros de autores contemporáneos menos conocidos (Heiner Möller, Alfonso Sastre, Bernard Maria Koltès, Thomas Bernhard).
De Valle, Plaza opta por representar las tres piezas de sus "Comedias bárbaras", en un espectáculo que se recuerda larguísimo.Sin embargo,será Shakespeare quien le vuelve a proporcionar el aplauso del público: "El mercader de Venecia", con José Pedro Carrión de protagonista y que consigue ser el espectáculo más taquillero de la temporada 92-93.
En 1994, la administración socialista decide eliminar el CNNTE y que el CDN asuma sus funciones. Se inicia un período de transición en el CDN para el que se nombra a Amaya de Miguel primero, e Isabel Navarro, después. Esta última, cuya trayectoria profesional se había desarrollado en la producción teatral, representa el modelo del director gestor que actúa bajo el asesoramiento de consejo formado por álvaro del Amo, Gerardo Vera y Lluís Pasqual, de nuevo. El resultado es una temporada en el que el CDN se convierte en mero exhibidor de producciones ajenas, con la excepción de "Martes de carnaval", dirigida por Mario Gas, o "Testamento", de Benet i Jornet.
Con el cambio de gobierno, llega el recambio. Juan Carlos Pérez de la Fuente ocupa desde entonces la dirección, que se ha señalado por dos producciones importantes: "Pelo de tormenta", de Francisco Nieva, y "San Juan", de Max Aub. Según ha explicado, le gustaría continuar con la política iniciada por José Luis Alonso, es decir, programar obras de autores de hoy. Su último trabajo es "La Fundación", de Antonio Buero Vallejo, que se representa actualmente en el María Guerrero. Un homenaje al máximo representante vivo del teatro español.