Teatro

El teatro clásico de las compañías independientes

Comediantes del verso

14 marzo, 1999 01:00

Ni tienen los presupuestos ni los medios de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, pero llevan tanto tiempo o más representando a nuestros autores del Siglo de Oro. Son, además, compañías en sentido literal, es decir, grupos estables de actores que interpretan un repertorio por pueblos y ciudades. De éstas, quedan poquísimas en nuestro país. Ahora les llegan los buenos tiempos.

Todo director que se precie tiene, al menos una vez en la vida, la tentación de enfrentarse a un clásico. Sin embargo, el interés que últimamente despiertan nuestros autores del Siglo de Oro no parece obedecer exclusivamente a un capricho aislado. Prueba de ello es la incorporación de estos títulos en las programaciones de las salas alternativas, que las empresas privadas se aventuren con más frecuencia a producirlos y que jóvenes directores se animen a hacer teatro en verso como es el caso de María Ruíz, (que acaba de estrenar "El perro del hortelano"), Adrián Daumas o Carlos Marchena. Este panorama coincide con la preparación del 400 aniversario del nacimiento de Calderón de la Barca, que sin duda será un acicate para animar a público y compañías.
Pero estas buenas perspectivas no son fruto de la improvisación. Casi todos los profesionales implicados consideran la creación, en 1985, de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) como la semilla que ha permitido recoger ahora estos frutos.
César Oliva, que dirigió el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro antes de la creación del CNTC, recuerda cómo era el panorama hace veinte años: "cuando en 1982 comencé a dirigir el festival, mi problema era que no encontraba compañías de teatro clásico, tenía que provocar la producción de montajes, con el inconveniente de que ir a Almagro para estas compañías era una inversión que luego no podían rentabilizar pues tenían mala salida en los teatros comerciales. Por eso, me vi obligado a contratar compañías extranjeras, procedentes del Este de Europa, donde se adaptan muchos clásicos españoles, o de Iberoamérica, donde se produce buen teatro del Siglo de Oro".

Contribución de la CNTC
Hoy la situación ha cambiado para bien. El actual director del citado festival, Luciano García Lorenzo, señala que en los últimos años se han incrementado significativamente las propuestas que recibe. "Suelo programar unos quince montajes en Almagro y recibo el doble de proyectos después de haber seleccionado a los mejores".
Tanto para García Lorenzo como para Oliva, la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) vino a corregir en los años ochenta un yermo panorama en el que tan sólo se aventuraban directores como Antonio Guirau o Manuel Canseco. Con anterioridad habían destacado desde los teatros públicos Cayetano Luca de Tena, Luis Escobar o José Luis Alonso.
Pero es de mérito reconocer que junto a estos nombres aislados, en los ochenta nacieron algunas compañías independientes de repertorio que han contribuido a llevar a nuestros autores del Siglo de Oro por pueblos y ciudades y que los han conducido hasta donde quizá jamás llegaría la CNTC. Entre otras razones, porque sus modestos montajes pueden competir más fácilmente en estas plazas que los ambiciosos y caros de la CNTC.
Estos grupos, con sus austeros presupuestos, pueden presumir más que la CNTC de ser una "compañía" en el sentido literal de la palabra. Es decir, un grupo estable de actores que representa un repertorio con un estilo propio. Y aunque de estas quedan poquísimas, hay tres que, a pesar de las dificultades, siguen adelante: Teatro Corsario, Zampanó Teatro y Micomicón.
Teatro Corsario se creó en Valladolid, en 1981, y hoy es una compañía de 19 personas, entre actores y técnicos. Su director, Fernando Urdiales, está convencido de que si el grupo ha sobrevivido todos estos años se debe a que sus actores no han tenido la tentación de trabajar en el cine o la televisión: "de residir en Madrid, no existiríamos pero en Valladolid no hemos tenido la competencia de la televisión o el cine".
Su decantación por el teatro clásico no fue inmediata. Primero ensayaron con el teatro de vanguardia, siguiendo las huellas de Artaud y Handke. "Llegó un momento en que nos planteamos hacer un teatro que no fuera comercial pero sí próximo a nuestras raíces y, aunque yo me eduqué en la aversión a los clásicos, lo primero que se nos ocurrió fue hacer un auto sacramental".
En la actualidad, el grupo ofrece siete obras, con el inevitable protagonismo de Calderón: "para mí es el favorito, el que se adelanta a su tiempo", señala Urdiales. En su repertorio conviven montajes primerizos como "El gran teatro del mundo" y "Pasión" (inspirado en los misterios medievales y el teatro religioso del Siglo de Oro), y más recientes como "La vida es sueño", la recopilación de entremeses barrocos "Clásicos locos", y "Amar después de la muerte", un curioso Calderón en el que los amores entre dos moriscos sirven de excusa para relatar un conflicto étnico y religioso en la Granada de los Reyes Católicos. "Coplas por la muerte", sobre diversos textos del Siglo de Oro, y "Edipo rey", que acaban de estrenar, completan el repertorio.
Además, la compañía creó en 1994 una división de teatro de terror de marionetas para adultos, con dos obras más: "La maldición de Poe" y "Vampiria". Ver a los actores de Corsario interpretando hoy "La vida es sueño", mañana "El gran teatro del mundo" y al otro "Coplas" da la idea exacta de lo que son: cómicos de oficio.

Estilo propio
Obviamente, permanecer juntos les ha permitido desarrollar un estilo de recitado del verso para el que ha sido vital la colaboración de Joséfina García Araez: "ella nos enseñó a entonar y nos dimos cuenta de que el verso es un corsé, una herramienta formal que de no respetarse, dificulta la comprensión del texto".
Corsario hace unas 120 funciones al año, pero su objetivo es alcanzar las 160 para obtener algún beneficio. Además, obtienen el 30 por ciento de sus ingresos en forma de subvención que les concede la Junta de Castilla y León.
El plan de ruta para este mes ilustra la vida de itinerancia de estos cómicos. Iniciaron marzo en Italia, han recorrido ávila, Getafe, Alcalá de Henares, Eibar y Miranda del Ebro. Hoy actúan en Villamuriel y antes de que finalice el mes habrán recorrido Cáceres, El Puerto de Santa María, Santiago de Compostela, San Sebastián, íscar y Simancas.
En esta ruta hay plazas difíciles de lidiar. La ciudad de Madrid es una de ellas, lo que le lleva al director a decir que "echo de menos que el teatro de la Comedia, sede de la CNTC, no abra su programación a otras compañías, respetando siempre su autoridad". Pero donde resulta complicado actuar es en Cataluña: "allí es muy difícil actuar con el repertorio clásico pero trabajamos con asiduidad con los montajes de marionetas". También son impermeables por endogámicos -tienen preferencia los grupos originales de la comunidad autónoma- los circuitos de Valencia y Galicia.
"Nuestra pelea ahora es convencer a los teatros para que nos programen más de un día", señala Urdiales, "sería más rentable para ambos y cómodo para nosotros hacer dos o tres funciones seguidas en el mismo sitio". Por eso, una de sus aspiraciones es llegar a poseer un teatro o sala estable en Valladolid, que les sirva de sede y donde puedan representar con continuidad esas funciones que necesitan para vivir holgadamente.
Es precisamente lo que ha conseguido otro de los grupos míticos de repertorio clásico, Zampanó Teatro, que figura como compañía titular del teatro municipal de Getafe (Madrid). Este acuerdo con el municipio madrileño les permite disponer de un espacio escénico donde ensayar y concentrar su actividad.

Un montaje por año
Amaya Curieses y José Maya crearon Zampanó en 1981. La mayor parte de los miembros procedían del Teatro Estable Castellano (TEC), que fundaron William Layton, José Carlos Plaza, Miguel Narros y Arnold Taraborrelli, seguidores del "método" y cuya experiencia pedagógica Amaya explica con sorna: "llorábamos mucho, pero no sabíamos hablar".
En estos 17 años, Zampanó ha hecho 17 montajes, en los que han colaborado actores como Carlos Hipólito, Paco Maestre, Pedro Miguel Martínez o Soledad Mallol.
Se estrenaron con "El hospital de los locos", un auto sacramental de José de Valdivieso para acometer después una trilogía de Lope de Vega (formada por "La Gatomaquia", "Peribáñez" y "El rufián castrucho"), otra de Calderón ("El secreto a voces", "Con quien vengo, vengo" y "La cisma de Ingalaterra") y una tercera inacabada de Tirso de Molina que iniciaron con "El burlador de Sevilla". Su gran éxito fue "La vida es sueño", título con el que permanecieron durante siete meses en el teatro Fígaro de Madrid.
En la actualidad, los miembros del equipo oscilan entre los 10 y 15 personas. Al contrario que Corsario, su repertorio actual se limita a dos títulos: "El secreto a voces" y "La vida es sueño", pero han llegado a girar cuatro obras simultáneamente. Eso era en otros tiempos, en 1988, cuando su actividad estaba concertada con el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM). Hoy lo son con la Comunidad de Madrid, que les proporciona unos ingresos de cuatro millones al año.
"Cuando empezamos", cuenta Amaya, "no teníamos formación, ningún referente. En nuestras escuelas de interpretación no había tradición de estudiar el verso. Mientras que en Inglaterra es indispensable conocer a Shakespeare o en Italia la comedia del arte, en España nos encontramos con actores profesionales que no conocen más de dos obras de nuestro teatro clásico".
Por ello, a Zampanó no le quedó más remedio que aprender con mucha intuición y a golpe de subirse a un escenario, de enfrentarse con el público. Y por ello, el grupo es una de las escasas formaciones que se ha preocupado por enseñar una tradición de la que nadie se ocupa. Esta es la razón de que exista la Escuela de Teatro Clásico de Getafe, pionera en su género.
A pesar de que la producción de teatro clásico es cara -exige repartos muy amplios-, para Amaya es más fácil vivir hoy del teatro clásico que antes. "A pesar de lo que se tardó en crear la CNTC, su fundación nos dio confianza para seguir en esto y ha contribuido a crear afición. Pero el problema es que no ha tenido una trayectoria coherente. La gente va a ver sus espectáculos no porque sean buenos, sino porque es la compañía oficial y nadie puede competir con ella a nivel presupuestario".
Micomicón es otro grupo independiente de teatro clásico, pero más joven. Desde su creación, en 1991, han llevado a escena varias obras de Lope de Vega ("Los melindres de Belisa" y "El acero de Madrid"). Ahora triunfan por las salas alternativas con una versión de "Macbeth".
La proliferación de festivales ha sido ventajosa para distribuir las producciones de las compañías. Pero la mejor difusión del teatro clásico se ha realizado a través de campañas escolares, fundamentales para crear una afición que se perpetúe.