Teatro

"Los cachés millonarios son una vergöenza"

Juan Carlos Pérez de la Fuente

5 diciembre, 1999 01:00

Juan Carlos Pérez de la Fuente ya ensaya La visita de la vieja dama (1956), la pieza más conocida de Friedrich Dörrenmatt y cuarto montaje que dirige para el Centro Dramático Nacional. Otra vez vuelve con una obra coral, de 50 personajes, en la que su autor profetizó el culto al dinero de nuestra sociedad. Al hilo del argumento, De la Fuente denuncia en esta entrevista los cachés millonarios de ciertos directores, así como las contradicciones presentes en el mundo teatral.

Cumple cuatro años como director del Centro Dramático Nacional (CDN), cargo al que llegó con sólo 36 años. Desde entonces ha dirigido tres montajes: Pelo de tormenta, de Francisco Nieva, San Juan, de Max Aub, y La Fundación, de Buero Vallejo. Con esta última debutó el pasado 19 de noviembre en el teatro Cervantes de Buenos Aires, donde tuvo un frío recibimiento. Ahora ya ha comenzado los ensayos de su cuarto montaje en el CDN: La visita de la vieja dama, de Friedrich Dörrenmatt. La obra cuenta el retorno de una rica señora a su pueblo, del que fue expulsada tras un juicio amañado por su novio. Vuelve a vengarse. Nueva ocasión en la que el director se enfrente a un texto poblado de numerosos personajes, unos 50, y se reencuentre con la actriz María Jesús Valdés. También para trabajar por primera vez con el escenógrafo Llorenç Corbella y con el iluminador Albert Faura (Arte).

-Parece que lo suyo es el follón escénico, llenar el escenario de actores.
-Sí, vuelvo con una obra cercana al expresionismo, por la que aletea el espíritu de Valle-Inclán, de Nieva. La visita de la vieja dama es farsa y esperpento. Yo siempre digo que en el CDN estoy haciendo mis sueños de juventud y esta obra es uno de ellos. Cuando tenía 18 años, Julia, la propietaria de la librería La avispa, me dio el texto. Me impactó muchísimo y ahora, cada vez que lo releo, me sigue deslumbrando. Desde entonces se han hecho muchas versiones. Peter Brook la estrenó en 1960, pero creo que todas están basadas en la anécdota más que en la metáfora.

-¿Cuál es la metáfora?
-Elevar a su protagonista, la vieja dama, que es la mujer más rica del mundo, a mito, convertirla en la diosa Fortuna. La metáfora es que todos los hombres somos seducidos por el dinero, que hemos suplantado a los dioses clásicos por el dinero. Hemos hecho de este lugar un mundo materialista, dejando de lado el aspecto espiritual.

Reír para no llorar

-Creo que su versión se actualiza con referencias a Europa y América.
-Sí, voy a contar cómo Europa es seducida por América. La obra puede recordarnos a Bienvenido Mr. Marshall y de ahí que, precisamente, acabe en un musical. El autor nos propone reír para no llorar y nosotros añadimos reír y bailar para no llorar.

-Juan Mayorga ha colaborado en la versión ¿hay cambios sustanciales en el texto o se trata de una mera traducción?
-No, no hay cambios sustanciales. Mayorga ha hecho la traducción y no se trata de una obra basada en La visita de la vieja dama. Hemos incorporado elementos actuales y sí hemos tratado que no pareciera una obra alemana. Por ejemplo, hemos tenido mucho cuidado con los topónimos.

-Se dice de Dörrenmatt que fue un escritor profético. ¿Por qué?
-Es un gran escéptico del comportamiento del ser humano. Aquí ha escrito una gran tragedia cargada de ironía y sarcasmo. Se da cuenta de que el ser humano no tiene salvación, de que sólo nos mueven los intereses materiales ¿no le da la razón la sociedad actual? Pero él se distancia por medio de la risa. En este sentido, es un autor antibrechtiano. Dörrenmatt viene a decirnos que todos tenemos un precio y nos pregunta cuál es el nuestro.

-Después de diez años vuelve a trabajar con María Jesús Valdés.
-Sí, es maravillosa. La dirigí en La dama del alba, de Casona, en 1991, que supuso su vuelta a los escenarios después de 35 años alejada de ellos. Volver a encontrarme, después de diez años, con una actriz que no se ha aburguesado, que no tiene vicios interpretativos y que arriesga hará que los ensayos sean muy interesantes. Hay algo en ella de chaplinesco y aristocrático a la vez que viene muy bien a la obra. Pero luego tengo un reparto muy heterogéneo, no va a haber ninguna provincia de España que no esté representada.

-¿Se trata de tener un reparto autonómicamente correcto?
-No. Según he ido viajando con La Fundación me he encontrado con actores muy interesantes, que hacen trabajos muy serios y que creo que hay que verlos en el CDN. Es curioso comprobar cómo las diferencias regionales también se observan en el arte de la interpretación. Por ejemplo, los actores de Córdoba o Sevilla son más expresionistas, juegan más con el cuerpo que los actores del Norte. Como director, mi reto está en unificar sus estilos.

-Hablando de materialismo, nuevamente salen a relucir los sueldos de los directores de escena. Se rumorea que Jorge Lavelli pidió 13 millones por la dirección de un calderón para la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
-No puedo entender que el caché de los directores pase por esas millonadas. Me resulta todavía más chocante en aquellos directores que se declaran de izquierdas. Ahora resulta que ser de izquierdas es sinónimo de ser millonario.

-¿Qué tiene que ver la ideología con el sueldo?
-En el mundo artístico, y concretamente en el teatral, tener un discurso de izquierdas es muy sencillo y está bien visto. Es políticamente correcto. Decir que eres de derechas es sinónimo de rancio. Pero eso ¿tiene que ver con una postura ética o estética? Creo que suele ser una postura estética y ¿la ética? Insisto, es una vergöenza los cachés millonarios de ciertos actores y directores.

-Pues como en otras profesiones, libre competencia.
-Sí, pero en otras profesiones no van con la bandera del progresismo.

A esta alturas de la entrevista, Pérez de la Fuente -que llegó al CDN con el PP- se define ideológicamente: "Como hombre de teatro, me gustan las contradicciones y, en este sentido, me considero un progresista que vota al PP". Pero ¿qué se entiende hoy por progresista? ¿Hay alguien que se oponga al progreso? él presume de haber acogido en el CDN a creadores de distinto signo artístico e ideológico y de una gestión transparente de la institución. También de haber limitado los cachés de los artistas que allí trabajan.

Riesgo para el teatro oficial

-La cuestión es si el teatro oficial debe establecer limitaciones económicas a los directores. En caso de hacerlo, corre el riesgo de que los grandes no trabajen en él.
-En el Centro Dramatico Nacional nunca hemos tenido problemas para contratar directores por tres millones de pesetas por montaje, que es el caché máximo que podemos ofrecer. Por otro lado, creo que no se puede ser director de una unidad de producción, como es mi caso, y cobrar aparte cada una de las direcciones o coreografías que se dirigen. Yo, como director del CDN, tengo el compromiso de hacer un montaje cada temporada y eso va incluido en mi sueldo. Si dirijo más de una producción, me la pagan con dos millones de pesetas.

-No está mal, pero los grandes directores piden más. El teatro público no podrá competir.
-No lo creo. No me he encontrado con ninguno que se negara a ello. Nosotros estamos para hacer propuestas que el teatro comercial no hace. Si Pelo de tormenta o ahora La visita de la vieja dama, que tienen un reparto numeroso, se hiciera con precios comerciales, la nómina se dispararía y tendríamos que subir el precio de las entradas. Por otro lado, sería hipócrita que no pusiéramos límite a los sueldos de los directores cuando lo hacemos con los de los actores o escenógrafos.