Teatro

Tras el amor: El muro y la grieta

13 febrero, 2000 01:00

José Pedro Carrión ha dirigido Tras el amor, una pequeña pieza del francés Daniel Soulier que se presenta en La Alternativa de Madrid, en la sala El Montacargas, a partir del próximo viernes. Protagonizada por Aurora Navarro y Manuel Fernández, la pieza habla de las difíciles relaciones de pareja a través de una infeliz unión de dos ancianos.

Hace siete años que el actor José Pedro Carrión tradujo del francés Tras el amor, de Daniel Soulier, y desde entonces su pretensión ha sido encontrar la manera idónea para llevarla a escena. Entró en contacto con los actores Aurora Navarro y Manuel Fernández, también conocidos como la compañía la Torre Infiel que la pasada temporada estrenaron Ay Carmela, y se dijo que había dado con la pareja de la obra. Ambos reunían no sólo los requisitos interpretativos para protagonizar Tras el amor, sino que Carrión vió que la pieza, de pequeño formato, se adaptaba fácilmente a las condiciones de El Montacargas, la pequeña sala situada en el madrileño barrio de la Puerta del Angel (C/ Antillón, 19) que la pareja dirige desde hace una década.

Al parecer, fue el propio Soulier quien dio a conocer su obra a Carrión. Ambos trabajaron juntos en 1987, cuando el francés dirigió en Madrid Los enredos de Scapin, uno de los grandes éxitos de Carrión. Soulier, que trabajó muy de cerca con Antoine Vitez en el Thèâtre National de Chaillot, es un director conocido en su país y como autor ha estrenado media docena de obras.

ésta es la tercera obra que Carrión dirige sobre las relaciones de pareja -con anterioridad llevó a escena En el quinto cielo (de William Mastrosimone) y Amor de loco (Sam Shepard)-. En su opinión, "la obra trata el viejo tema del muro y la grieta. Me interesa por qué hoy es tan habitual que las parejas acaben separándose, destruyéndose, levantando un muro, agrietando sus vínculos. La relación de pareja ideal se me representa como las vías del tren, dos raíles paralelos que no se superponen, que son complementarios para que el tren viaje, pero como digo eso no es lo habitual", subraya Carrión.

La pareja de la obra ha sobrevido durante muchos años, pero mantiene una relación infeliz. Ella es una mujer de fuerte personalidad que manda en la casa, él un viejo comunista inoperante. Ambos, según explica el actor Manuel Fernández, "viven por debajo de sus posibilidades, llevan una vida miserable cuando realmente podrían vivir bien. Por ejemplo, comen pan duro cuando podrían comer pan del día, su preocupación es el ahorro o piensan en invertir su dinero en una lápida de mármol cuando podrían gastárselo en otra cosa. Han elegido ser pobres, en vez de echarle imaginación a la vida. Y son así por cobardía".

La obra se organiza en diez escenas independientes, "diez trozos de vida que avanzan en el tiempo", según el director. En su opinión, una de las virtudes de la pieza es que reúne muchas formas de teatro: "Encuentro fragmentos que me recuerdan a Bécquer o a Esperando a Godot de Beckett, otros podrían interpretarse como un sainete o como un retablo de marionetas, pero sobre todo, en su totalidad la obra pertenece a ese teatro de la palabra bien dicha, es teatro de texto que permite un mano a mano de los dos actores".

Personajes muy suyos
De los personajes creados por los actores, el director explica que tanto Manuel como Aurora, dos intépretes de personalidad, "aparecen maquillados con discreción, pero hacen unos viejos muy suyos, parece como si los estuviera viendo dentro de treinta años". Respecto a la escenografía, prima la austeridad: se sirven de unos cuantos muebles para imaginar el salón de una vivienda y de los camerinos reales para sugerir otras estancias de la casa de la pareja.

De cómo ha sido colaborar con Carrión, Manuel Fernández dice que "no es un director impositivo. Tras un trabajo de mesa, subimos directamente a escena y en esta obra hemos estudiado mucho el lenguaje y el ritmo".

Por su parte, el director, que también se ha implicado en El Montacargas impartiendo cursos de interpretación y ahora pretende crear una pequeña compañía estable, explica que la experiencia ha resultado "muy familiar y eso me gusta, hemos ido descubriendo cosas de la obra que han sido auténticas sorpresas. Nos ha salido un montaje muy orgánico".