Image: Una feliz idea contra el hambre

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Teatro

Una feliz idea contra el hambre

Estreno en Madrid de “Una modesta proposición”, de Jonathan Swift

4 octubre, 2000 02:00

El actor Mariano Venancio

El actor Mariano Venancio y el dramaturgo José Ramón Fernández han adaptado a la escena Una modesta proposición, uno los textos satíricos de Jonhatan Swift más conocidos en el que sugiere una peculiar fórmula para acabar con el hambre. La obra se estrena en Madrid el día 6, dentro de la V Muestra de Teatro de las Autonomías.

Conocido sobre todo por Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift (1665-1745) es también autor de numerosos libelos y textos satíricos en los que precisamente los niños no salen muy bien parados. Uno de los más populares es Una modesta proposición, en el que el célebre moralista irlandés sugiere una peculiar forma de acabar con el hambre en Irlanda, según un plan inocente, barato, cómodo y eficaz. Swift propone que los hijos de los mendigos dejen de ser una carga para sus padres y para el Reino de su país si al año de su nacimiento se convierten en alimento "ya sea estofado, asado, al horno o hervido" de las familias terratenientes.

Humor muy moderno

Llevada a escena por el actor Mariano Venancio en forma de monólogo, y dirigido por Luis Miguel González, la proposición de Swift ha sufrido ciertas adaptaciones, las propias que exige el género dramático y otras relativas a situar la obra en nuestros días. Pero como sostiene José Ramón Fernández "las cosas más bestias que se dicen siguen siendo las que escribió Swift porque el libelo mantiene un sentido del humor muy moderno".

Sólo apreciando el tono mordaz e irónico de su discurso podemos situar a este intelectual que André Breton calificó de iniciador del humor negro. Swift, afamado polemista en su época que desempeñó también un destacado papel en el mundo de la política y del periodismo, escribió este texto como tantos otros libelos políticos y religiosos con ánimo de provocar sobre la situación que vivía Irlanda en 1929 y que él describe así al comienzo del texto: "Es un asunto melancólico para quienes pasean por esta gran ciudad o viajan por el campo ver las calles, los caminos y las puertas de las cabañas atestados de mendigos del sexo femenino, seguidos de tres, cuatro o seis niños, todos en harapos e importunando a cada viajero por una limosna".

Algo de provocación hay también en lo que ha animado a Mariano Venancio a preparar este monólogo, pero sobre todo el hecho de disponer de una obra en su repertorio para cuando los bolos teatrales (en estos momentos actúa con Manuel de Blas en la última obra de Buero Vallejo, Madrugada) y otros trabajos televisivos y cinematográficos se lo permitan.

"Esto es teatro de guerrilla, es decir, sin dinero, sin subvenciones. Primero nos planteamos llevar a escena el texto íntegramente, como un discurso, pero después Mariano sugirió que era más interesante partir de una situación y adecuar el discurso a los problemas que plantea hoy la globalización", explica José Ramón Fernández.
Ese tono de comicidad salvaje del texto está asegurado en el monólogo teatral que es interpretado por un cocinero, Manuel. éste se presenta ataviado como tal, en la cocina de su restaurante, donde ensaya el discurso que piensa ofrecer en la próxima reunión de la ONG Hosteleros Sin Fronteras. En tal encuentro, va a plantear cómo acabar de una vez con el espantoso problema del hambre en el Tercer Mundo. Manuel recoge la idea de Swift y añade una serie de recetas para preparar niños que harían las delicias de cualquier gourmet. "Hemos prescindido de cocinarlas en directo porque podría resultar demasiado vomitivo", apunta Fernández.

Estimular el matrimonio

Nuestro cocinero defiende las ventajas que la puesta en práctica de su idea provocaría y que son las mismas que señala el propio Swift: evitar los abortos voluntarios y los asesinatos de hijos bastardos; proporcionar un salario a las madres pobres; aumentar la ternura de las madres hacia sus hijos y las de los maridos a sus esposas, lo que constituiría un gran estímulo para el matrimonio... Respecto a las apreciaciones que hace el escritor irlandés, pastor protestante para más señas, sobre el catolicismo en el sentido de que su idea "disminuiría el número de niños papistas", han sido sustituidas por algunos chistes sobre el Papa y sus giras por Africa y otros países del Tercer Mundo.

Y como hace también Swift, al final de la hora y quince minutos de monólogo, Manuel se refiere a otras propuestas que persiguen igualmente acabar con el problema, como la condonación de la deuda a los países pobres o donar el 1 por ciento del PIB...Pero como dice Fernández, "las cosas han cambiado menos de lo que parece. Cuando preparábamos la obra un periódico informó que se podía comprar un esclavo de Sudán por unos diez dólares. Swift estima en su libelo que los niños podrían venderse en diez chelines".