Image: Frida según Lepage

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Teatro

Frida según Lepage

El Teatro de la Zarzuela estrena Apasionada

20 febrero, 2002 01:00

Sophie Faucher no sólo interpreta a Frida, también ha escrito la obra. Foto: érick Labbé

El actor y director canadiense Robert Lepage es ya un habitual de la temporada teatral madrileña. Este año su compañía ExMachina ha sido invitada por el Centro Dramático Nacional para que presente Apasionada, (que viva Frida), una obra que reconstruye momentos de la vida de la pintora mexicana Frida Kahlo a partir de su Diario íntimo. El espectáculo viene arropado de una sorprendente escenografía y despliegue técnico, el sello que distingue el teatro de Lepage. Escrito e interpretado por Sophie Faucher, la obra se estrena en el Teatro de La Zarzuela de Madrid el próximo día 23.

En Coyoacán tenía Frida Kahlo su casa, cerca del chalet-fortaleza en el que Troski fue asesinado y, según dicen, gracias a un chivatazo de Diego Rivera, el muralista y marido infiel de nuestra pintora. Al parecer, Frida también le fue infiel con Troski. Y con otros. En esa hermosa casa multicolor, decorada con numerosos exvotos de santos que ella coleccionaba y de autorretratos que revelan su tormento físico, está ambientada la última obra de Robert Lepage: Apasionada (que viva Frida). Un texto dramático que sitúa a nuestra heroína al final de su vida y que ha sido escrito, a partir de sus diarios, por Sophie Faucher, quién también le da vida en la escena.

La seducción de la Kahlo no es de ahora, -que se han rodado dos películas (Cradle Will Rock de Tim Robbins y la protagonizada por Salma Hayek) y se han hecho numerosos espectáculos- sino que también ejerció un gran magnetismo entre los artistas de su época; cuando conoció al grupo de los surrealistas, Breton dijo de ella que era la quintaesencia de la mujer surrealista, "una cinta alrededor de una bomba". Sin embargo, su obra, que hoy alcanza altas cotizaciones en el mercado del arte, no fue bien entendida. Solo hizo dos exposiciones en vida: una en Nueva York y otra en México, dentro de una exposición conjunta sobre el surrealismo del que ella se excluía: "Yo hago realismo mexicano".

Miembro de la elite cultural
La Kahlo pertenecía a la elite cultural mexicana, era militante comunista y feminista. Sin embargo, su vida estuvo marcada por el tormento físico desde los seis años, cuando tuvo la polio. Un accidente a los 18 le rompió la columna vertebral y la condenó a permanecer postrada en la cama durante bastante tiempo, a llevar terribles corsés de hierro y a someterse al quirófano en numerosas ocasiones. Su vida fue un martirio y la pintura su consuelo.

También de una fascinación larvada durante diez años nace este espectáculo. Es la que sintió la actriz Sophie Faucher por el personaje a partir de leer su biografía. "Me cautivó su vida y el México en el que vivió. Luego pasé a leer su Diario íntimo y la fascinación creció, comprendí a esta mujer amorosa, creativa, que me hablaba como una amiga". Sus diarios le inspiraron unos guiones teatrales para Radio Canadá y finalmente escribió este texto dramático. Llamó a varias puertas pero sólo la de Lepage se abrió. El director le pidió que se trasladara a La Caserne Dalhouise, el laboratorio-teatro que su compañía Ex Machina tiene en Montreal. Y durante un mes y medio estuvieron creando el espectáculo.

El working progress es la forma de trabajar habitual de Lepage. Rodeado de su habitual equipo multidisciplinar, -el escenógrafo Carlo Fillion, el creador de imágenes Jacques Collin...- el director estudia con ellos y les plantea las necesidades técnicas y artísticas para que vayan trabajando y buscando soluciones. De esta forma, los actores cuentan con los elementos escenográficos desde los primeros ensayos. Un método que Faucher alaba porque "lo más hermoso de La Caserne es que allí el arte se toma su tiempo. Se crea en alegría. Yo nunca había vivido esto de una manera tan intensa".

De Apasionada, que se estrenó el otoño pasado en Montreal, la crítica ha dicho que es un ejemplo más de la fusión entre el teatro y las artes que Lepage practica. Haciendo frente a las críticas que han señalado que las palabras y el trabajo de los actores es secundario en comparación con la atención que se le presta al dispositivo escénico, Faucher subraya "que el despliegue técnico de la obra está al servicio del texto". Parece ser que la intención de Lepage ha sido hacer el retrato de una artista cuya desintegración física se transforma en una animosa construcción plástica. Es una forma apropiada de interpretar lo que supuso la pintura para Frida, que la descubrió cuando quedó condenada a permanece en cama tras su accidente. Por ello, el decorado, original de Fillion, es un mobiliario transformable pero que aquí convierte a la cama -el símbolo de la vida de sufrimiento de Frida- en el elemento clave.

Como La cara oculta de la luna, su anterior montaje, este es muy cinematográfico pero también pictórico. Los intérpretes actúan tras una pantalla transparente sobre la que se proyectan croquis y pinturas consiguiendo efectos conmovedores. Uno de los más sorprendentes es cuando Rivera rompe en miles de astillas una pintura encargada por Rockefeller, quien no deseaba verla terminada con el pretexto de que la cabeza sacrílega de Lenin se perfilaba en ella.

No es un relato biográfico
La obra "no es un relato biográfico", explica Faucher, "sino que está concebida como un diálogo que mantiene Frida con la Muerte y que me permite hablar de su coraje, de sus sentimientos, de sus ideas". Un personaje que, según dice, se ha convertido ya en "una amiga que tiene una vitalidad enorme y que, aunque yo soy muy diferente a ella, me da muchos ánimos". Faucher no está sola en la escena, sino que el reparto se completa con Patrick Saucier, en el papel de Diego Rivera, y Lise Roy, una virtuosa transformista que interpreta a varios personajes como la Muerte, una enfermera o al propio Troski.

La versión que se verá en Madrid, primera plaza europea en la que se escenifica, "incluye nuevas escenas que han sido añadidas al espectáculo que hicimos en Montreal", explica Faucher. Un proceder típico de Lepage, que mantiene que "una obra no existe hasta que el público la ve, el público forma parte del proceso de escribir, ayuda a cambiar cosas dependiendo de la sociedad, el país, la gente donde se represente. Por eso creo que una obra debería ser publicada no cuando comienza a interpretarse, sino cuando ya ha acabado de girar". Así que puede que la obra, que en abril se exhibirá en Tenerife, sufra más trasformaciones.



El último espectáculo de Robert Lepage es Zulu Time, un proyecto en el que el director quiso crear un lugar de encuentro entre artistas y científicos. Tras haber sido representado en París, estaba previsto que se escenificara en Nueva York el pasado otoño, pero el 11S lo impidió. Además, parecía como si Lepage se hubiera anticipado a los acontecimientos. Concebido como un cabaret tecnológico, está ambientado en un aeropuerto por el que desfilan viajeros extraviados, traficantes de drogas, terroristas con bombas, azafatas desamparadas, contorsionistas y robots ... un ambiente delirante de sonidos sintetizados, de videos trash, que pretende alcanzar un paroxismo tecnológico de fin del mundo.