Image: Y Dios creó al hombre...

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Teatro

Y Dios creó al hombre...

La compañía Raffaello Sanzio actúa en Sevilla y Granada con Génesis

6 marzo, 2002 01:00

Escena del tercer cuadro de Génesis, con Caín y Abel. Foto: Giulio Pellegrini

La Socìetas Raffaello Sanzio es hoy una de las formaciones más interesantes de Italia. Dirigida por Romeo Castellucci, goza de un merecido prestigio en los circuitos internacionales y ha visitado nuestro país en tres ocasiones. Ahora llega con su espectáculo más ambicioso porque concentra las líneas de trabajo que la compañía ha seguido en los últimos años: Genesis (desde el museo del sueño). Y porque se trata de una versión nada complaciente del primer libro del Antiguo Testamento, el del origen del mundo. El espectáculo se representará los días 8 y 9 en el Teatro Central de Sevilla y los días 16 y 17 en el teatro Alhambra de Granada.

Romeo Castellucci es una de las figuras de la escena italiana de mayor credibilidad, avalada por veinte años de trabajo e investigación al frente de la compañía Raffaello Sanzio. Procedente de las Bellas Artes, Castellucci y su formación se iniciaron en el teatro con un ciclo mítico en el que recreron el poema de Gilgamesh. Luego se interesaron por las tragedias de Shakespeare (Julio César) y Esquilo (La Orestíada) que transformaron en particularísimas versiones nada complacientes. Ahora eligen directamente a Dios para servir, según el director, "una grandiosa evocación del primer día del mundo... El escenario palpita y se anima, como para dar vida al primer día del teatro".

Una obra de tanta ambición
La obra, producida por varios festivales europeos, fue estrenada hace dos años y llega a Sevilla y Granada avalada por las buenas críticas que le han dispensado y los premios con los que ha sido galardonada (Gran Premio de la Crítica de París 2000, Mejor Producción Internacional del Festival de Dublín 2000 y Premio Europa a las Nuevas Realidades Teatrales 2000). El crítico italiano Francesco Bernardini la ha elogiado así: "Nunca había asistido a tanta ambición, nunca me había visto tan obligado a revisar mis coordenadas perceptivas. Genesis es un esbozo de obra maestra de una época que rehuye cualquier clasificación: realismo (realidad), enciclopedismo, inevitabilidad de lo biológico, grito desgarrador, gigantismo, violencia, megalomanía, brotar de lágrimas que petrifican, shock".

El desafío es grande, la compañía no ha elegido un texto cualquiera, sino el primero de todos, el primer libro del Antigo Testamento sobre la Historia del Género Humano. El resultado no es una narración ilustrada, algo que el director rechaza: "Nosotros nunca hemos querido trabajar sobre la narración, entendida como voluntad de representar e ilustrar una historia. Nuestro trabajo es dar cuerpo vivo a un drama a través de la puesta en escena. Nuestra formación viene de las artes y nuestra preocupación es la forma, que es el mínimo común denominador de todo nuestro trabajo. Forma entendida como tensión y como problema". Así que su montaje tiene más de poema simbólico, en el que precisamente el texto se ve suspendido en favor de imágenes, sonoridades y estridencias.

Estructurado en tres cuadros, el espectáculo se abre con el capítulo dedicado a los siete días de la Creación, cuando Dios creó la luz, el firmamento, la tierra, los ríos... El primer fragmento de la Biblia es pronunciado en hebreo por un personaje que no es otro que Lucifer. Haciendo honor a su nombre aparece en el laboratorio de Madame Curie, descubridora del radio, la única sustancia del mundo que emana luz y que revolucionó la física en el siglo pasado. Dios sale de las tinieblas mientras de una vitrina de laboratorio salen Adán y Eva para abandonarse en el lecho del Edén. En contraste, la segunda parte está llena de luz. Hay velos y caen copos de nieve, y está poblada sólo de niños (los seis hijos del director en la vida real) que juegan en el escenario. Se llama Auschwitz, así que como un heraldo de la muerte se intuye que la inocencia de estos niños será pronto rota. Se sabe que en el campo de concentración los niños eran los primeros en entrar, los únicos que no han dejado testimonio de ello. Dice Castellucci: "Auschwitz es la otra cara de Dios, es la consecuencia extrema y no imaginable de la Génesis del hombre. Un horror difícil de incluir entre los acontecimientos completamente humanos. Era la producción de cadáveres y la genética del no-hombre. Es muy significativo que eso sucediera a través del pueblo que hablaba la lengua que había generado y nombrado al mundo y a sus habitantes". Para ilustrar el sufrimiento de los niños, Castellucci se ha servido de la voz de la última aparición pública de Artaud, en la que narra los sufrimientos de su cuerpo debido a los internamientos en manicomios que padeció. Este recurso le sirve también para subrayar la idea de que "el teatro es también la Génesis del acto creativo" como sostenía el autor francés. El final del acto: una lluvia de sangre moja las espaldas de los niños y algo parecido a órganos humanos caen desde el techo.

El primer homicida
El tercer y último acto ha sido reservado a Caín, el primer homicida de la historia. "Caín es la máxima criatura de un escritor de tragedias. Es el primer hombre hecho de soledad", señala Castellucci. Hasta su aparición, nadie en el paraíso conocía la muerte, es metáfora del principio y el fin de todo acto humano, de toda génesis.

En todos los espectáculos de la compañía, la parte musical tiene tanta importancia como la plástica. Scott Gibbons ha compuesto la música, un collage sonoro que se completa con un coro cuya partitura vocal firma Chiara Guidi. Seis actores y seis niños integran el reparto, que se completa con perros. "La música es otro arte bien presente en nuestro teatro", explica Castellucci, "y no de una manera jerárquica, sino que todo en nuestro teatro debe funcionar en conjunto, como un organismo. El texto y la interpretación de los actores no son más importantes que un objeto en la escena, que nunca son usados como decoración, sino que existen porque son esenciales para la comunicación".Hay que advertir que el teatro de la compañía es exigente con el espectador: "El teatro que intenta dar soluciones es inaceptable, quiere hacernos creer que dice la verdad. Es mejor crear inquietud, que el público se pregunte cosas", explica el director.


La Socìetas Raffaello Sanzio se fundó en Cesena (Emilia Romagna) en 1981. Es una formación familiar, creada por los hermanos Claudia y Romeo Castellucci y la mujer de éste, Chiara Guidi. Procedentes de las Bellas Artes, abrigaron la idea de un teatro que abarcara todas las artes. Comenzaron con temas míticos -Gilgamesh (1990) y Iside e Osiride (1991)-, siguieron con Shakespeare -Giulio Cesare (1997)- y Esquilo -Orestea, una commedia organica? (1995)- hasta un concierto polémico inspirado en Viaje al fin de la noche de Céline.



Ritos, sacrificios
La Societas Raffaello Sanzio define su característica esencial hablando de la abolición de la primacía del texto y el desarrollo de la presencia corporal como metáfora del inconsciente. En sus puestas en escena las palabras parecen ser utilizadas como armas. El espacio se construye de los más diversos y fragmentarios objetos. Todo se une plástica y sonoramente al movimiento de los actores.

Sus personajes parten a menudo de la inversión de sus rasgos característicos. En Julio César, éste era representado por un anciano desnudo y caduco cuyo cuerpo parecía pedir la muerte, el famoso discurso de Marco Antonio -en el mismo espectáculo- era pronunciado por un actor que había sido sometido a una traqueotomía. Estamos a menudo ante visiones apocalípticas, cuerpos anoréxicos, esqueléticos y estremecedores, cuerpos obesos, cuerpos deformes que nos aproximan a la autodestrucción y la muerte.

Se trata de mostrar los errores y el fracaso de una humanidad enferma en la que el poder -a menudo acéfalo- es el motor principal. Es la estética de la belleza de la muerte, de lo deforme, de lo sórdido, de lo grotesco, de lo enfermo. Son espectáculos coherentes, concebidos por Romeo Castellucci como rituales sacrificiales a partir de textos manipulados y reducidos a sus esencias. Es un teatro de investigación, hermético, profundo, que llega a los espectadores capaces de absorber la carga revulsiva y transgresora de unos espectáculos, que con profunda crueldad, hablan en favor de una sociedad menos corrupta, menos violenta, más humana.

María JOSé RAGUé-ARIAS