Image: Sol Picó aparca sus zapatillas de punta

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Teatro

Sol Picó aparca sus zapatillas de punta

La coreógrafa estrena el 27 de mayo La dona manca, en el TNC de Barcelona

22 mayo, 2003 02:00

Picó en La Dona Manca o Barbies Superestar

En un momento en el que la mayoría de los coreógrafos de danza contemporánea en España se encuentran desanimados por la falta de respuesta de los programadores, Sol Picó tiene un problema envidiable: riesgo de agotamiento por exceso de actuaciones. Y es que su último sólo, Bésame el cáctus, creación que le ha valido una buena colección de galardones escénicos, entre ellos tres Premios Max, ha arrasado. Lleva dos años de giras y según la coreógrafa todavía tiene para rato. "Es el single del oro. De eso vamos a comer todos durante bastantes años".

Instalada como compañía residente en el Teatre Nacional de Cataluña, esta alcoyana de treinta y seis años está a punto de estrenar La Mujer Manca o Barbi-Superestar, una pieza para seis bailarinas y tres músicos (todas mujeres), creación que la coreógrafa verá desde el patio de butacas.

Sol Picó es una artista de identidad inconfundible. Pequeña, potente, rubia e inteligente, en escena es desafiante y muy mujer. Guerrera pero no agresiva, visceral pero con la cabeza bien sentada y un toque de humor socarrón que siempre asoma por algún lado en sus coreografías.

Alumna de Gelabert y Oller
Titulada en Danza Española y Clásica, fue alumna en su momento de Cesc Gelabert, Ramón Oller y el variado equipo de profesores de La Fábrica, núcleo fundamental de la danza contempóranea en Barcelona en los años ochenta. A continuación Picó realizó el peregrinaje internacional obligatorio: clases en París, Nueva York, además de estudios de interpretación y técnicas corporales. Combina su buena preparación académica con una gran inspiración a la hora de plasmar imágenes contundentes y provocadoras y un olfato acertado para buscar colaboradores.

En cuanto a vocabulario coreográfico, su marca es la utilización de las zapatillas de punta de una manera poco habitual, a menudo con música flamenca. Los mismos títulos son fieles indicadores de la dirección en que apunta el trabajo de Sol Pico: Esto no danza, Razona la vaca, o Amor Diesel (para tres bailarinas y tres máquinas excavadoras).

La Mujer Manca o Barbie-Superestar es su primera obra de gran formato para sala. "Llevaba dos años bailando sola y me apetecía investigar el mundo femenino en su mayor grado", dice la coreógrafa. "Me inspiré en Mujeres que corren con lobos, un libro que habla del universo femenino a través de cuentos que son metáforas de situaciones universales. Basa su historia en creencias ancestrales. Y claro, allí no puede faltar la Barbie", continúa soltando una risa. "Esta sociedad es muy manca, tenemos que jugar con la realidad. pero es importante mantener un toque de humor y esta coreografía es una tragicomedia".

¿Lo que se verá en el escenario? "¡No lo sé!", dice riéndose. "Seis mujeres dejándose la piel, demostrando la realidad que vivimos, lo que sentimos, con situaciones absurdas y otras que no lo son". Las coreografías de Picó se identifican en gran medida por su trabajo como intérprete. "En esta ocasión ha tomado la decisión de no intervenir en escena. Duele pero me gusta. Me encantaría bucear con ellas, pero a nivel técnico puedo verlo mejor si estoy fuera. Sufro mucho pero también lo disfruto. Será un rollo sado-masoquista".

El lenguaje me lleva de cabeza
"Tenía miedo a imponer un lenguaje tan personal como el mío", confiesa. "Hay seis mujeres con gran personalidad pero dirigidas con la misma voz. Es también cuestión de oficio. En este espectáculo lo de las puntas me ha llevado un poco de cabeza y por eso las utilizo poco. Es lo más difícil de mi vocabulario, hay poca gente de danza contemporánea que domina las puntas. Hay una pequeña pincelada para que no nos olvidemos de quién ha hecho el espectáculo por si hubiera alguna duda".

La Mujer Manca es la primera de las dos producciones que la coreógrafa realizará dentro de su convenio con el TNC. "Ser compañía residente tiene muchas ventajas. A nivel de respaldo, de infraestructura, ser compañía residente es maravilloso. Todas las compañías de danza deberían tener una oportunidad de disfrutar del trabajo en estas condiciones. Pero también requiere un período de adaptación". Picó lleva su ritmo vertiginoso de trabajo con filosofía. "No me da tiempo para saborear las cosas, de disfrutar. Siempre trabajo, que Dios me dé salud. Ahora mismo me siento muy manca, ciega y coja".