Teatro

Magüi Mira

"He visto en 'Cuento de invierno' una gran conexión con ese terrorismo criminal que es la violencia machista”

11 enero, 2007 01:00

Magöi Mira. Foto: Benito Pajares

Compromiso. Magöi Mira afronta la dirección de Cuento de Invierno, de Shakespeare, con el doble compromiso de subir a las tablas la realidad de la mujer y su maltrato cotidiano y el de buscar nuevos caminos a la escena actual. El próximo día 17 la estrenará en el Teatro Albéniz de Madrid con las interpretaciones del actor británico Will Keen y Lucía Jiménez, que tendrá como desafío encarnar dos papeles de edades muy diferentes. El Cultural ha hablado de todo ello con la actriz y directora.

Magöi Mira vuelve a cambiar de papel y se convierte de nuevo en directora. La artista debuta con un shakespeare apenas representado en España, Un cuento de invierno, en el que el autor, cercano a la muerte, cambia la venganza por el perdón en una obra que suma tragedia y comedia en un mismo plano.

-Tras una larga carrera como actriz, cambia de papel y va a dirigir su séptimo montaje en este siglo, ¿qué tiene la dirección que le ha dado tan fuerte?
-Sí, la verdad es que me ha dado fuerte, aunque estoy aprendiendo. En realidad, dirijo porque hay mucha gente que me lo permite, desde los productores, las comunidades de Valencia y Madrid, a diez actores llenos de talento a los que he conseguido implicar en un proyecto lleno de riesgos y convencerles de mi visión de este cuento maravilloso de Shakespeare. Es algo que a mí todavía me asombra.

-También llama la atención que no haya escogido una de las obras 'grandes' de Shakespeare para su debut con él, sino una de las más desconocidas...
-Desconocida aquí, no en el resto de Europa, donde se representa mucho, y una de las dos últimas que escribió. Y la única que titula cuento, a pesar de beber, como casi siempre, de cuentos que ya existían. Pero es la única en que permanece la palabra cuento en el título.

Un cuento triste
-¿Por qué la escogió?
-Lo primero es que si yo me meto en este viaje fascinante y durísimo de la dirección es porque intento aportar algo al mundo de la escena. Yo lo que quiero es llegar al espectador con algo que conecte la vida con el escenario, ese cable mágico, esa sangre, que lleva la vida real al escenario. Y entonces aparece este Cuento de invierno donde yo he visto una conexión tremenda con algo que hoy aparece en cualquier periódico, como es ese absoluto terrorismo criminal que es la violencia machista, la violencia física y mental del hombre hacia la mujer sin causa alguna, por nada. Esa tremenda sinrazón, y eso que hablamos de Europa Occidental, donde esa violencia del hombre hacia la mujer es noticia, pero fuera ya no es noticia, es normal. Yo me di cuenta de por qué es un cuento y de por qué quiero contar ese "cuento triste de invierno", como dice uno de los personajes.

-¿Qué sentido le daría al término cuento en la obra?
-Yo creo que Shakespeare puso la palabra cuento porque, como en los cuentos, el rey se arrepiente. Leontes manda a la niña a ver si se comen las fieras, pero las fieras no se la comen y acaba convertida en una jovencita maravillosa que se casa con un príncipe, además de que la reina maltratada y asesinada resucita al final. Y esto sólo pasa, efectivamente, en los cuentos, no en la realidad. En la realidad, los maltratadores no se arrepienten, las asesinadas no resucitan y las niñas abandonadas, con suerte, acaban como putas, si es que antes no han acabado en el comercio sexual de menores y llegan a mayores, que es una forma de no sobrevivir.

-Es un Shakespeare anciano, cansado de venganzas, que ve el mundo de lejos...
-Desesperanzado no, porque yo no veo ahí desesperanza, Shakespeare va directo a lo que quiere contar. Es un texto libre, transgresor de todas las posibles reglas u ortodoxias que él había mantenido anteriormente en esas tramas dramáticas que son como un reloj maravilloso. En Cuento de invierno rompe con todo lo anterior, se subvierte a sí mismo, usa lo que quiere, en el momento que quiere, como quiere para ser, precisamente, más eficaz con lo que quiere transmitir, sin moralinas, con un texto que no cierra, que permanece abierto para entendernos nosotros mismos.

El tiempo como medicina
-¿Qué papel juega el tiempo en esta obra?
- El tiempo es una realidad, una relatividad y una gran medicina. Pero el tiempo también es implacable, porque hagamos lo que hagamos los seres humanos todo vuelve a empezar al día siguiente. Tras la noche llega la mañana y la tierra sigue dando vueltas con esa fuerza que no sabemos de dónde viene, pero que está ahí, pam, pam, de manera constante. Y de la misma manera, de una mujer nace otra mujer, que es lo que importa, la Mujer, así con mayúsculas.

-La obra recuerda la frase de Woody Allen de que "Comedia es igual a tragedia más tiempo".
-Se cumple esa máxima, de manera total. Mira por donde están hermanados Woody Allen y Shakespeare, porque es verdad. Es un texto genial, como sólo Shakespeare es capaz de hacer, donde conviven de manera milagrosa mucha tragedia y una excelente comedia.

-¿Cómo se concilian esas dos fuerzas tan diferentes?
-Con unos actores excelentes, capaces de colocarse, como hacemos en la vida, en los dos planos. Unas veces sufriendo la acción, que es la tragedia, y otras jugando con ella. Entonces estamos en la comedia.

-¿Con humor entran mejor las cosas duras?
-No necesariamente. Al público hay que golpearle en el corazón y en el pensamiento. Ahí es donde yo quiero golpearle, con cualquier emoción. Y lo puedes hacer con la risa o con el dolor.

-¿Cómo se le ocurrió escoger a Will Keen, un actor de otro mundo y escuela, para que protagonizara la obra?
-Tengo un reparto de dos comunidades y dos países. La realidad es que hay cosas que no se piensan, que son resultado de la osadía y del atrevimiento porque si no, no se hacen. Sabía que Will hablaba nuestro idioma, pero hasta que no me acerqué a él no comprobé que lo hacía tan bien, que no sólo lo hablaba sino que lo había estudiado. Luego venía lo más difícil, interesarle en mi lectura de un Shakespeare que él conocía mucho mejor que yo. Mi sorpresa fue que sí, que le interesó mi propuesta. Y me he encontrado con un actor excelente, lleno de talento y un ser humano generoso, conmigo y sus compañeros. Que nos hace ver, a veces de una manera muy dura, muy cruel para nosotros, las carencias tan tremendas que tiene la profesión en este tan querido país.

Respeto por el arte escénico

-¿Cuáles son esas carencias?
-Las referentes a técnicas, formación, referencias, cultura teatral, respeto por un arte escénico en el que hay que involucrarse, nivel de compromiso... La realidad que nosotros vivimos es muy diferente a la de ellos, la manera de entender la profesión, sobre todo. Porque es verdad que las instituciones no apoyan como deberían, pero también es verdad que en la profesión no nos comprometemos como deberíamos.

-¿Qué le ha parecido el trabajo de Lucía Jiménez?
-Muy bien. Es una actriz llena de luz, joven, que lógicamente está aprendiendo. Pero tiene talento y un gran nivel de compromiso, lo que hablábamos antes. Está haciendo un trabajo excelente.

-¿Por qué desempeña el doble papel de madre e hija?
-Es mi manera de ver Cuento de invierno. Mi propuesta quiere resaltar el hecho de que esta mujer, enviada a prisión y asesinada a la que Shakespeare le hace resucitar, es la hija que ella pare, la que pervivirá. Al interpretarlas la misma actriz -algo que a pesar de que la obra se ha representado muchas veces sólo Judy Dench encarnó los dos personajes de la reina Hermione y Perdita, en 1979, pero que yo no sabía cuando lo decidí- para mí tiene que ver con el paso del tiempo. Lo que quiero contar es que, aunque nos maten, nos lapiden, la mujer continuará, porque siempre habrá otra mujer que suceda a la asesinada. No importa lo que nos hagan, jamás podrán con nosotras.