Teatro

El asunto Tintín

por Ignacio García-May

7 junio, 2007 02:00

Portulanos

Un día me preguntaron quién era el dramaturgo que más me había influido. Cuando contesté Hergé pensaron que les estaba tomando el pelo, pero nunca he hablado más en serio. Recomiendo a los aspirantes a dramaturgo el estudio minucioso de Las joyas de la Castafiore, que me parece una composición dramática prodigiosa, muy superior, en ese sentido, a muchos textos dizque teatrales de los que hoy andan sueltos por ahí. Sabido es que a Hergé le gustaba la pintura de vanguardia y aborrecía la ópera. En cuanto al teatro, se mostró discreto en sus declaraciones; pero dejo claro que le aburrían las obras con mensaje, "el lado del sermón latoso", como explicó en el famoso libro-entrevista de Numa Sadoul. Como los teatreros suelen despreciar el cómic, resulta que nadie ha estudiado a fondo la importante relación que ha habido durante el siglo XX entre ambos lenguajes: desde las creaciones de E.P. Jacobs (que además fue actor teatral y cantante de ópera), hasta las exquisitas alusiones a formas diversas del teatro que aparecen en las aventuras del Corto Maltés. Un personaje, éste, que ha convivido nada menos que con el karagoz turco, las marionetas venecianas y las sombras chinescas. Pero hablamos aquí de Hergé porque se cumplen cien años de su nacimiento y porque el suyo es un mundo de feliz teatralidad sin ser teatrófilo, del mismo modo que es cinematográfico sin la pesadez insufrible de la cinefilia. ¿Cómo interpretar, si no, la incurable afición de los personajes por el disfraz extravagante, la utilización de las arquitecturas como espacios no decorativos sino dramáticos, el gusto por la caracterización precisa de los personajes secundarios? ¿Cómo olvidar el magnífico espectáculo de variedades que abría Las 7 bolas de cristal, el suspense en el camerino de la Castafiore de El asunto Tornasol, el alegre carnaval de Los Pícaros? En una recóndita viñeta de El tesoro de Rakham el Rojo se anuncia una función de Sacha Guitry; actor, director y dramaturgo cuyo irónico espíritu discurre por Las joyas de la Castafiore, esa espléndida comedia de boulevard disfrazada de historieta.