Image: Miseria y soledad escénicas

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Teatro

Miseria y soledad escénicas

Los montajes El otro apóstol y Hey Girl! llegan a Salamanca

7 junio, 2007 02:00

Un momento del montaje Hey girl!

Con la pobreza susurrándoles aún al oído y un sinfín de desalientos por franquear, los bailarines de El colegio del cuerpo, procedentes de los barrios más marginales de Cartagena de Indias (Colombia), llevarán el próximo martes al Festival Internacional de las Artes de Castilla y León de Salamanca la vertiente más social de la danza. ésa misma que ha convertido a estos 18 jóvenes intérpretes de la compañía en adolescentes abiertos al futuro, que han hallado en las artes escénicas una bella forma de expresar sin la violencia su dolor y enojo.

Historias lejanas, que cuestionan la existencia de mitos y dioses, son el único hilo conductor de El otro apóstol, un espectáculo de más de una hora de duración, creado en condiciones extremas sobre un lenguaje abstracto, contemporáneo e improvisado, ante el que los bailarines demuestran su cuidada técnica y profesionalidad.

Dirigido por la vanguardista francesa Marie-France Delieuvin, con la colaboración del colombiano álvaro Restrepo, El colegio del cuerpo construye sobre la marcha un inquietante trabajo, que recurre con frecuencia al Evangelio según Jesucristo de Saramago y reproduce la memoria social de las mujeres, a través de la poesía, el gesto y la plasticidad.

Al día siguiente, el 13 de junio, la compañía italiana Societas Raffaello Sanzio presentará Hey Girl!, una propuesta teatral que viene precedida por el éxito europeo del macroproyecto escénico del grupo, Tragedia Endogonidia. Fundada en 1981 por el director Romeo Castellucci, la dramaturga Chiara Guidi y la escritora Claudia Castellucci, la compañía concibe todos sus espectáculos como un arte que persigue la comunicación directa con los sentidos y en todas las direcciones de la mente.

En esta ocasión, será la soledad, la importancia del gesto desnudo y su evaporación, las propuestas en las que se sustenta Hey Girls!, una obra arriesgada en la que cada guiño tiene su importancia. De ahí, que Castellucci, artista invitado en el Festival d’Avignon de hace un par de años, haya renunciado a la supremacía de la literatura, para adentrarse aún más en la investigación artística, explorar en el drama de la expresión y sumergirse dentro de un teatro que no teme "ir hasta el límite de su propio lenguaje".