Teatro

Familias teatrales

Los “protegidos” de los teatros públicos

27 septiembre, 2007 02:00

De arriba a abajo, Gerardo Vera (CDN), José Luis Gómez (La Abadía), Álex Rigola y Carlota Subirós (Lliure), Eduardo Vasco (CNTC) y Sergi Belbel (TNC)

¿Qué está ocurriendo en los teatros públicos o semipúblicos? ¿Existen las llamadas "familias teatrales"? ¿Asistimos a una auténtica "ruta" escénica? ¿Puede hablarse de vasos comunicantes entre las distintas instituciones? El Cultural, coincidiendo con la presentación de sus programaciones, ha contestado a estas preguntas pulsando la opinión de los "patriarcas" que dirigen, tanto en Madrid como en Barcelona, la mayor parte de estos escenarios. Casi todos apuestan por la continuidad y se muestran partidarios de formar equipos estables de artistas por rentabilidad creativa y por identidad.

Las familias de este reportaje no tienen vínculos de sangre, sino artísticos o de empatía personal. Sus patriarcas son los directores de los teatros públicos o semi-públicos de Madrid y Barcelona, a cuya "protección" se ha acogido un nutrido grupo de directores, actores, escenógrafos, iluminadores, figurinistas... gentes del teatro cuyos nombres asoman cada temporada en las programaciones. En Madrid las familias se agrupan en torno al Centro Dramático Nacional (CDN) que dirige Gerardo Vera, la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), al mando de Eduardo Vasco, y el Teatro de La Abadía de José Luis Gómez. Municipal es el Teatro Español, que dirige Mario Gas, aunque es más un teatro de exhibición que de producción propia. En Barcelona, las "familias" se agrupan en torno al Teatro Lliure que dirige Àlex Rigola y el Teatro Nacional de Cataluña (TNC) con Sergi Belbel.

Compañía o elenco estable
Todos estos teatros mantienen equipos más o menos fijos pero, con la excepción de la CNTC, ninguno cuenta con una compañía estable de actores a la manera tradicional. Como dice Sergi Belbel, "el de la compañía es un modelo que está en crisis, no se adapta al sistema de producción actual. A mí me gustaría tenerla, pero es difícil de mantener. La realidad de los actores (sus compromisos profesionales con otros medios) te exige cierta libertad para que puedan trabajar contigo. Por ello, la opción es colaborar esporádicamente con los mismos profesionales, porque conocer y repetir con los mismos permite un extraordinario nivel de comunicación, de complicidad. Optimizas el trabajo. Por ejemplo, a título personal, siempre cuento con los mismos escenógrafos, Max Glaenzel y Estel Cristiá, y también repito, según el proyecto, con los iluminadores Albert Faura o Kiko Planas. Con la música igual, con Oscar Roch o con Guinovart".

Todos los directores de estos teatros están de acuerdo en que la estabilidad ofrece más ventajas que inconvenientes: complicidad, mayor calidad, desarrollar un proyecto a medio plazo. Cuando José Luis Gómez fundó La Abadía de Madrid tuvo claro que ésta debía funcionar con un elenco de actores estable que él contribuyó a formar: "Los actores que se conocen, que entrenan juntos como los futbolistas, generan una respuesta que no se da con gente contratada y permite incrementar la calidad del espectáculo geométricamente". Sin embargo, este sistema de elencos es caro de mantener, aunque artísticamente sea más rentable. Hoy, en La Abadía, no se puede hablar de elenco estable, pero sí de actores afines a este teatro (Israel Elejalde, Ernesto Arias, Pepe Vihuela, Elizabeth Gelabert, Lidia Otón, Pablo Casablanc, Alberto Jiménez ...), al que vuelven de vez en cuando . "Aquí hay una actor que lleva trece años y otros que se van y luego vuelven como el barco que sale del puerto y regresa para carenar", explica el director.

La única compañía estable en el panorama del teatro público español es la CNTC que dirige Eduardo Vasco, quien volvió al sistema de compañía de repertorio cuando se hizo cargo de ella hace tres años y medio. En la actualidad, hay cuatro elencos de actores, que giran un repertorio de ocho obras clásicas. Son 58 actores y músicos que son contratados por temporada, algo totalmente inusual en el teatro español, ya que lo normal es que lo sean por bolos o por producción . Además, Vasco suele contar habitualmente con dos autores que revisan las obras, Yolanda Pallín e Ignacio García May. Y entre los directores, han colaborado Helena Pimenta, Ernesto Caballero, Natalia Menéndez, Ana Zamora y Laila Ripoll. "Una de las exigencias que se han hecho desde siempre a esta compañía es que tenga un estilo, que trabaje unos objetivos definidos, que no improvise su identidad. Trabajamos con un material muy específico, la dramaturgia barroca, que exige conocimientos y el dominio de técnicas muy precisas (verso, esgrima, canto, danza...). Por ello, la compañía es el mejor sistema para que podamos hacerlo de forma coherente, aunque sea un sistema que exige revisarse constantemente", explica Vasco.

Identidad y apoyo al artista
Hay otras dos razones poderosas que todos los directores esgrimen para defender lo beneficioso de contar con los mismos compañeros de viaje: permite forjar una identidad al teatro y garantiza al artista una continuidad en su labor. Al respecto, Gerardo Vera dice: "Es fundamental que el CDN apueste por la dramaturgia contemporánea, pero yo no estoy de acuerdo con las cuotas, no estoy de acuerdo con estrenar y se acabó. Hay que optar y apostar por gente que pueda tener una trayectoria y, de esta manera, vas poniendo los cimientos al teatro y poco a poco, vas consiguiendo que en esta casa todos respiremos con el mismo ritmo. Creo que la programación de este año es la mejor que he hecho desde que estoy aquí y se debe precisamente a que el equipo está cohesionado". Un equipo que tiene uno de sus pilares en el autor Juan Mayorga, autor que firma las versiones de las obras que dirige Vera, pero en el que también figuran Ernesto Caballero, Ignacio del Moral, Carles Alfaro o el iluminador Juan Gómez Cornejo y en el que este año repiten como producción invitada Daniel Veronese y en coproducción el autor y director Javier Daulte. Sin embargo, Vera sabe que, "lógicamente, este planteamiento me lleva a contar siempre con un grupo de cabreados", aquellos artistas que se sienten excluidos de las "familias".

Residentes en el Lliure
Àlex Rigola, director del Lliure de Barcelona, es uno de los más firmes defensores de la figura del "artista residente": "Hay algunos artistas a los que les ofrecemos la posibilidad de que trabajen por cuatro años y lo hacemos porque creemos en ellos, su continuidad no depende del resultado". Son "residentes"Carlota Subirós, Lluïsa Cunillé, Xabier Albertí, Cesc Gelabert, Carles Santos y Joan Ollé, aunque luego figuran otros artistas asiduos como Roger Bernat, Carme Portaceli o Rodrigo García. Rigola cree que este sistema es el que ha permitido darle al Lliure un sello que el espectador de Barcelona percibe y que lo distingue frente al otro gran teatro barcelonés, el Nacional de Cataluña, más "popular y familiar": "Nos distinguimos por hacer un teatro artesanal, particular, de innovación, internacional y contemporáneo, en el sentido de que tocamos temas que importan o afectan a la gente". Una opinión que contrasta con la de Belbel, quien no cree que "el público tenga identificado el estilo de cada teatro, sino que si hay alguna marca que distingue es la de la calidad de los espectáculos".

Endogamia y acomodo
Para evitar que el modelo corra el riesgo de resultar endogámico, o de que los artistas acaben acomodándose, muchos teatros optan por una fórmula mixta, es decir, mantener un núcleo de artistas que se repiten, pero invitando a otros nuevos cada temporada: "Un equipo no puede estar mucho tiempo junto si no está renovándose continuamente", explica José Luis Gómez. O como dice el autor y director Ernesto Caballero, "el artista tiene que tener un tiempo para desarrollar su trabajo, pero no debe ser perenne y el primero que debe darse cuenta de que su plazo se acaba es el director de ese espacio". Rigola explica que la endogamia en el Lliure se corrige porque es un equipo de dirección artístico, integrado por él y por Carlota Subirós, Guillem-Jordi Graells y Narcís Puig, quién por mayoría decide qué artistas van a configurar la temporada, y añade: "acabo de renovar por otros cuatro años al frente del Lliure, pero después no seguiré".

En definitiva, esta relación tan flexible de los artistas con los teatros hace que sus vínculos no sean tan estrechos como algunos directores pretenden. En realidad, salvo algunos dramaturgos y directores del Lliure y de la CNTC, sus contratos se limitan a la producción para la que son requeridos. Y, por otro lado, la competencia de los teatros madrileños y barceloneses no es tan feroz como ocurre, por ejemplo, en Berlín, donde es impensable que un director de la Volksböhne colabore en la Shauböhne o a la inversa.

En Madrid este año se da la paradoja de que el CDN ha programado una obra de Juan Mayorga, La paz perpetua, que va a dirigir José Luis Gómez. Se trata de una pieza sobre terrorismo que Vera encargó al autor cuando llegó al CDN y que interesó a Gómez tras leerla. Por otro lado, Mayorga también estrenará una producción en La Abadía, La tortuga de Darwin; la va a dirigir el dramaturgo Ernesto Caballero, quizá el más ubicuo director en esta temporada: tiene previsto dirigir Presas en el CDN, donde además van a reponer próximamente Las visitas deberían estar prohibidas por el Código Penal. Y esta semana estrena en Madrid la obra que le proyectó públicamente en los años ochenta, Auto. Lo hace con su compañía en el circuito privado, en el teatro Lara. Por otro lado, la CNTC tiene en repertorio Sainetes, de Ramón de la Cruz, cuya dirección y versión firma.

Que Caballero se prodigue en tantos teatros es un signo del excelente momento artístico por el que atraviesa, pues son muchos los teatros que quieren contar con él. Y lo mismo puede decirse de Mayorga que, además de las citadas producciones que se le van a hacer, en la actualidad firma la versión de Fedra que protagoniza Ana Belén en el teatro Bellas Artes, la sala Triángulo anuncia para dentro de unos meses El gordo y el flaco y además le espera la versión de Rey Lear para Vera.

Otro tanto se puede decir del argentino Javier Daulte en Barcelona, actual director de la sala Villarroel, de gestión privada (Focus) aunque generosamente subvencionada por las administraciones, donde tiene previsto representar la coproducción con el CDN Nunca estuviste tan adorable, (que se verá en Madrid en mayo del próximo año). Pero, además, Daulte firma una producción en el TNC, Como puede ser que te quiera tanto, con la compañía T de Teatro. "Se trata", explica Belbel "de una coproducción con gran aparato escenográfico que un teatro público puede asumir, pero quizá uno privado no, y que tiene algo de experimento: coger a un autor muy celebrado y a una compañía con un sello marcado para darle un cambio radical".

Trasvases de artistas
Estos trasvases de artistas son "positivos" para Belbel siempre y cuando sean puntuales, "porque pueden acabar despistando al público, dando la sensación de que todo el mundo hace lo mismo". Rigola considera que "no tiene sentido que yo, director del Lliure, esté dirigiendo en otro teatro de la misma ciudad". Y explica que Belbel y él contrastan la programación todas las temporadas para evitar repetir con los mismos creadores. Por su parte, Eduardo Vasco reconoce que también contrasta la programación con Vera: "Este año hemos contado con Laila Ripoll, que estuvo el pasado año en el CDN, y viendo que Caballero esta en racha, pensé también en él, pero está muy solicitado". Más ejemplos: Andrés Lima, de Animalario, programado en La Abadía este año, que el pasado estrenó en CDN Marat-Sade; o Xavier Albertí, residente del Lliure, que también ha dirigido en el CDN, y figura en La Abadía en éste.

El riesgo de que suenen los mismos nombres comienza a darse en los teatros oficiales y pueden perder esa identidad tan ansiada. Los "trasvases" de artistas son un signo de que más que adscritos a una u otra "familia" teatral, lo están al circuito de los teatro públicos, pero también que viven un momento de explosión creadora y son por ello tan solicitados.

Dramaturgos residentes

La figura del autor residente comienza a calar en nuestro país. El Lliure de Barcelona tiene su autora en Lluïsa Cunillé, que este año tiene previsto estrenar, dirigida por Carlota Subirós, Aprés moi le déluge, en coproducción con el CDN, donde también se exhibirá. En el Lliure, los "artistas residentes" tienen el compromiso de estrenar cada temporada un espectáculo, pero no pueden hacerlo en otro teatro público de la ciudad, aunque sí en uno del sector privado. Esta prohibición no le afecta a Juan Mayorga, el equivalente de Cunillé en el CDN, "aunque no tengo un contrato que así lo especifique", dice el autor; "siento fidelidad al CDN porque Vera me ha ayudado, me siento cómodo trabajando con él y creo que está en un extraordinario momento como director". El autor estrenará en el CDN La paz perpetua, dirigida por José Luis Gómez, y firma la versión de Rey Lear. Además Caballero le dirige en La Abadía La tortuga de Darwin.