Image: Nuria Espert

Image: Nuria Espert

Teatro

Nuria Espert

“La gente se va a quedar pasmada de verme en un vodevil”

20 diciembre, 2007 01:00

Nuria Espert. Foto: Sergio Enríquez

"Estoy en un momento en el que puedo permitírmelo todo", dice una Nuria Espert desconocida, que tras una larga carrera de papeles dramáticos protagoniza el disparatado vodevil Hay que purgar a Totó. Lo estrena el próximo sábado, en el Teatro Español de Madrid.

Una acude a la casa del entrevistado con cierta curiosidad por desvelar ese pequeño detalle que descubra una faceta desconocida del personaje. Pero con Nuria Espert es tarea difícil: tiene una de las carreras más largas de la historia del teatro español, o sea, ha sido pasto de periódicos y revistas, glosada por escritores y poetas. Y además, el salón de su casa, diáfano y luminoso, está limpio y ordenado; tiene un aire oriental, como el estilo de los pocos muebles que hay; o como los dos cuadros que lo presiden y que, por aquello de que una actriz suele ser musa de artistas, llevan a pensar que es ella la retratada quizá en Maquillaje, la obra que protagonizó en los 90 dirigida por Koichi Kimura. Pero no, dice, son "una adquisición que hice en Arco". Luego, Espert confesará que la clave de haber tenido una carrera tan atípica es que "yo soy muy casera y creo que he podido ser tan loca en el escenario porque he sido muy sensata en mi vida privada, muy quietecita, muy ordenadita", como el ambiente de su salón.

-Ahora se descuelga con un vodevil en el que aparece hecha una facha: en bata y con los rulos puestos.
-La gente se va a quedar pasmada de verme en ese papel porque yo siempre he hecho papeles dramáticos, tengo alguna comedia de Shakespeare, de Colette, de Lope, pero Feydau estaba en la lista de grandes autores que Armando y yo barajábamos, aunque nunca tuvimos el momento o el valor de hacerlo. Es un autor que admiro, un verdadero genio y la obra tiene una construcción mágica, eso que se ha perdido en el teatro contemporáneo.

Diversión continua
-Reincide con Georges Lavaudant.
-Sí, al trabajar en Play Strindberg me dí cuenta de su extraordinario y elegantísimo sentido del humor. Creo que es un hombre arriesgado y le sugerí la idea de que hiciéramos Hay que purgar a Totó. Para mi sorpresa se mostró entusiasta; hablé entonces con Mario Gas, que movió todas sus fechas para que lo pudiéramos hacer en Navidades, en el Español, durante cinco semanas. Nunca me he divertido tanto en el escenario. Al oír a mis compañeros, veía que se lo pasan bien, pero no imaginaba que tuviéramos que parar los ensayos una y otra vez por la risa que nos entra. Tenemos, además, un elenco extraordinario.

-Me imagino a Jordi Bosh perfectamente en ese papel de marido superado por las circunstancias.
-Bueno, aquí está extrordinario. Y Gonzalo de Castro, que tiene un sentido del humor irresistible, hasta el punto de que hay un par de momentos en los que no le miro porque podría pasar cualquier cosa.

-Y el niño Totó ¿quién lo interpreta?
-La traducción literaria de Hay que purgar a Totó es Hay que purgar a Bebé, pero en Francia un bebé es un niño que puede llegar a tener hasta 8 o 9 años, y en España no.

-¿Y cómo han resuelto lo del niño?
-Bueno, es un misterio. A él no lo hemos metido en el casting.

-¿En qué momento se encuentra de su carrera para hacer precisamente un vodevil?
-No sé, a lo mejor estoy equivocada, pero tengo la sensación de que estoy en un momento en el que puedo permitírmelo todo. No me da ningún temor que no salga bien, o que la gente no acepte un cambio tan drástico. Pero la gente que me conoce, los amigos más estrechos, me tienen por una persona graciosísima, cosa que no tiene nada que ver con mi imagen pública, ni con cómo se ha construido mi carrera, ni con mi comportamiento civil. Me tengo por una persona seria y responsable, lo que no quiere decir que una no pueda ser graciosa. Ya le dije a Lavaudant, no sé como lo va a tomar la gente a la que debo toda mi carrera, al estilo de eso que decían antes las folklóricas de "este público al que tanto quiero y que tanto me quiere". Bromas aparte, es la gente la que me ha sostenido en una carrera de las más largas, creo, de la historia del teatro español. Comencé con 13 años y tengo 72 y sin dejar de trabajar.

-¿Por qué la gente del teatro no se jubila?
-Te jubila sobre todo la memoria. Es decir, el actor que pierde su memoria, acaba su carrera, tenga 40, 50 o 105 años. Y luego te jubila la demanda, el público. Y como estas dos cosas se mantegan, -y hay que tocar madera sin patas- (y se levanta y la toca), pues lo que puedes hacer es inmenso. Recuerdo que en una entrevista decía que yo veía delante de mi unos bancos donde hay un montón de señoras esperándome, ahí esta Lady Macbeth, La Celestina, Madre Coraje, y algunas no las quiero ni ver, pero de pronto cuando trabajé con Lepage, yo encantadísima de sacar del banquito a La Celestina. Y todavía quedan muchas en el banco.

-Play Strindberg trata de un matrimonio fracasado, y Hay que purgar ... es también la historia de un matrimonio que acaba fatal, aunque sea un disparate.
-Yo, que he tenido un matrimonio de 39 años, terminado por el fallecimiento de Armando, creo que soy la actriz indicada para hacer una tras otra esas tragedias matrimoniales desde todos los puntos de vista. Ya hice con Marsillach ¿Quién teme a Virginia Wolf?, con dos seres encantadores, luego hice Play Strindberg, y ahora Hay que purgar a Totó. Es como si me estuviera especializando en destruir la institución en la que yo he triunfado. Bueno, es una broma.

El placer de hacer comedia
-¿Reconforta más interpretar una comedia o un drama?
-Estoy viviendo un momento tan agradable que hasta mis hijas estan sorprendidas. Salimos de los ensayos como flotando. No soy una actriz especialmente torturada, pero no es igual ensayar Medea que esto. No es que yo me traiga el personaje a casa, porque en eso no creo, pero cuando interpreto Medea no hago la vida que estoy haciendo ahora; entonces como sola, no quiero hablar por teléfono, quiero que me dejen tranquila, sólo para coger la energía necesaria. Ahora podría salir, darme una vuelta e ir al ensayo. Pero también podría decir lo contrario, porque esta función es mucho más pesada de hacer físicamente que Medea, por esa electricidad constante, por el no parar un segundo de hablar.

-Viendo su carrera con distancia, me pregunto cuánto hay de azar y de planificación en ella.
- Mirándolo ahora con la distancia, parece todo muy meditado, pero hay cosas que se debieron al azar, porque quisimos hacer muchas obras durante el franquismo que no nos pasó la censura, y en vez de esas hicimos otras que fueron excepcionales para mi desarrollo como actriz. Por ejemplo, yo no quería hacer Yerma, quería hacer La lozana andaluza, con Ronconi, pero no pasó la censura. Si la hubiera pasado, a lo mejor no hubiera trabajado más con Víctor García y el carrerón de Yerma no se hubiera producido. Hay mucho de azar en las carreras artísticas, aunque yo tuviera esa "ambición" de subir y subir y yo he tenido muchísima suerte. Que Armando consiguiera formar nuestra compañía fue definitivo, porque yo estaba como el 99 por ciento de los actores del país, esperando que me llamaran. Y claro, me llamaban para el teatro que se hacía entonces que no era el que yo quería hacer. La suerte es muy importante, también estar preparado y, luego, saber agarrarla.

-Ya no dirige ¿ha perdido el gusto por la dirección?
-Nunca lo tuve. Armando dirigió al principio, pero después, al crecer la compañía, yo necesitaba que los directores fueran cada vez de más altura. Decíamos la compañía Nuria Espert, pero realmente éramos Armando, yo y una libreta que tenía Armando donde apuntaba "tantas pesetas dadas a éste de anticipo". Ana Frau recordaba el otro día que mi hija Nurita le escondió la libreta y fue como esconder la compañía.