Image: Ana Zamora

Image: Ana Zamora

Teatro

Ana Zamora

“He visto a muchos ateos salir llorando de la función”

27 diciembre, 2007 01:00

Ana Zamora

Especial: Lo mejor del año

Empeñarse en escenificar el teatro renacentista y medieval no es la vía mas fácil para llegar al gran público. Aún así, Ana Zamora (Madrid, 1975) y su compañía Nao d'amores, con su caligrafía escénica exquisita y la sensibilidad y el respeto con los que abordan los clásicos, han alcanzado el reconocimiento.

Este Misterio del Cristo de los Gascones es, según dice Zamora, "el espectáculo más difícil de los que hemos hecho" (Auto de la Sibila Casandra, Tragicomedia de Don Duardos...).

-¿Cómo nació este espectáculo, a caballo entre una ceremonia religiosa y un espectáculo teatral?
-El proyecto viene de lejos. Creo que todos los que nos hemos criado en Segovia hemos sentido cierta fascinación por el Cristo de los Gascones, una talla articulada en codos y hombros que, aún hoy, llegada la Semana Santa, sigue procesionando por las calles de nuestra ciudad. Resucitar este títere románico, que ha permanecido yacente a lo largo de los siglos, apartado de la finalidad para la cuál fue creado, se había convertido en una cuenta pendiente. Hace casi tres años, el presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa, me llamó para decirme que preparaban un ambicioso programa de actos para el 2007, y que les gustaría mucho poder contar con un Auto de Pasión a partir de la imagen del Cristo de los Gascones. Estaban dispuestos a colaborar con nosotros en lo que estuviera en su mano, y nos aseguraban absoluta libertad artística. Inmediatamente le conté el proyecto a José Luis Gómez, que como siempre se mostró interesadísimo por nuestra labor, y se comprometió a cedernos la Abadía para ensayos y a programar el espectáculo en la sala San Juan de la Cruz inmediatamente después de su estreno en Segovia.

Sin pretensiones arqueológicas
-Firma la dramaturgia y la dirección. Frente a los espectáculos anteriores ¿cuál fue el mayor escollo o dificultad para montar esta obra?
-Nos enfrentábamos a un trabajo de creación sin ninguna pretensión arqueológica, inspirado en una imagen y no en un texto base, como es habitual en el teatro clásico. Miguel ángel Coso, David Faraco y Sofie Krog, construyeron una réplica del Cristo de los Gascones, que a diferencia del original está totalmente articulada, lo que amplía sus posibilidades expresivas. Teníamos al héroe y conocíamos perfectamente su destino trágico, pero había que inventarse un código estético, un texto y una narrativa escénica acorde con lo que emana de la talla. Decidimos, una vez más ir a las fuentes, y realizamos una labor documental desde tres ópticas distintas: la religiosa/etnográfica, la histórica/literaria y la musical... y a partir de todo ello, establecimos unas reglas del juego desde las que construir la propuesta escénica. En un proceso de montaje habitual, cuando uno se pierde (y uno siempre se pierde a mitad del camino), puede regresar al texto de partida y analizar dónde se ha equivocado. En este caso, no había nada a lo que agarrarse, y eso daba un vértigo enorme. Sólo podíamos encomendarnos al Santo Cristo de los Gascones... y tirar para delante.

-¿De dónde le viene este interés por investigar en el teatro renacentista y ahora en el medieval?
-Creo que en mi caso es una cuestión vocacional, con clara procedencia en lo educacional. He crecido en una familia vinculada a la historia (por mi padre), la etnografía (por mi madre) y la filología (por mis abuelos). Así que sólo tenía dos opciones: aceptar mi destino y mi pasión por el teatro primitivo desarrollando una línea de trabajo donde se fusionan las tres cosas que he mamado, o romper con todo y hacer un teatro provocador y moderno... y quién sabe, ¡lo mismo algún día me da por ahí!

-¿Qué escuelas reconoce como influencias?
-En la cuestión de las influencias quizá lo más importante haya sido el crecer muy cerca de Titirimundi (el Festival de Títeres de Segovia) que cada año nos acercaba propuestas teatrales absolutamente insospechadas y fascinantes . Del teatro de títeres me ha quedado una concepción muy lúdica del arte escénico, alejada de psicologismos complejos. De adolescente, estudié en el Taller Municipal de Teatro, que dirigían dos ex-alumnos de Grotowski. En la Resad de Madrid aprendí el oficio de la dirección en sus aspectos más técnicos, y en la Abadía y la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) de la era Vasco a manejarme en el mundo profesional. Pero a hacer teatro en Nao d´amores, que es un espacio de libertad extraordinario.

-Y ¿sus maestros?
-Quizá la única gran figura que yo pueda reconocer como maestro y como referencia inequívoca es mi abuelo Alonso Zamora Vicente, que se empeñó en inculcarme unos principios éticos heredados de la tradición humanística: la ansiedad por conocer, el amor a la lengua en sus más plurales caminos y, sobre todo, el entusiasmo en el trabajo al que hay que acercarse con rigor y constancia. Murió en marzo del 2006, así que no pudo ver Misterio del Cristo de los Gascones, pero hay mucho de él puesto en este espectáculo, que está dedicado a su memoria.

Ritual religioso y teatro
-¿Cree que se puede considerar teatro a los dramas medievales?
-A estas alturas, cuando estamos más que de vuelta de la post-modernidad, y la experimentación escénica a partir de todo tipo de material, es un tanto absurdo plantearse si el drama medieval es o no teatro. Una pérdida de tiempo. Es teatro puro y mucho más cercano a las dramaturgias contemporáneas que muchos "textos teatrales" actuales.

-Hay quien sostiene que el teatro es la evolución del ritual religioso, pero estos son rituales de culto con los que se identificaban los fieles, carecen del "público" heterogéneo del teatro
-La relación entre el rito y el teatro es incuestionable, y en Misterio del Cristo de los Gascones, a veces resulta difícil definir dónde acaba una cosa y dónde empieza la otra. Aún se complica más cuando representamos en iglesias, porque la confusión del público es mayor, y hemos tenido varias funciones en que los espectadores contestaban a los actores, como si estuvieran en misa, recitando fragmentos del texto que conocen por pertenecer a la liturgia. Puede parecer contradictorio, y la verdad es que no tengo una explicación para ello, pero he visto a muchos ateos salir llorando de la función. Creo que nos hemos adentrado en un terreno complejo, y la verdad es que uno a veces se asusta cuando se da cuenta de que está manejando aspectos que superan el ámbito de lo teatral.

- ¿Temió en la respuesta que tanto un público pío como un público ateo pudiera dar?
-Siempre digo que somos la primera generación, en mucho tiempo, que podemos abordar la religión libre de prejuicios. En ese sentido somos unos privilegiados, desde nuestro agnosticismo declarado indagamos e interpretamos y abordamos el cristianismo como un referente básico a la hora de entender nuestra cultura. La clave estaba en trabajar con libertad absoluta, pero con mucho respeto. El resultado es un espectáculo que habla de religión, pero desde la trascendencia y no desde la beatería.

-¿Cómo ha evolucionado su compañía?
-Ahora hacemos espectáculos más grandes y más caros, y aunque seguimos contando con los apoyos de partida (Eduardo Vasco, José Luis Gómez), la cuestión de las subvenciones ha ido a peor. Nao d´amores es una empresa deficitaria que de momento no da para comer.

Un viaje musical

Este montaje se apoya sólidamente on los arreglos musicales de Alicia Lázaro, instrumentista e investigadora de la música española renacentista y barroca. Lázaro colabora con Nao d'amores desde su fundación y para esta obra ha realizado un exhaustivo estudio de la música, tanto sacra como profana, empleada en los Autos y Misterios. Como el viaje que protagoniza el Cristo de este Misterio..., Lázaro ha seguido el rastro de las influencias musicales que se dieron en el siglo XV a través, principalmente, del Cancionero de Segovia.