{In & out}
César Antonio Molina, Rosa Regàs, Rafael Moneo y Miguel Muñiz
Ha sido, ay, este 2007, un año desconcertante, cuajado de esperpentos sectarios (la Feria de Francfort o la clamorosa ineficacia de Rosa Regàs sin ir más lejos), pero también de buenas noticias: César Antonio Molina sacó adelante leyes que llevaban meses encalladas... Se aprobó la del Cine, pero la de Buenas Prácticas sigue pendiente. Lo peor, con todo, son las ausencias. Demasiadas.
El relevo de Carmen Calvo como ministra de Cultura y su sustitución por César Antonio Molina, que ha sacado adelante en unos meses muchos de los proyectos en los que su predecesora llevaba años trabajando.
La lamentable gestión de Rosa Regàs al frente de la Biblioteca Nacional, marcada por el sectarismo más feroz, el despilfarro y una ineficacia rayana en el delito en lo que a la seguridad de los tesoros bibliográficos que custodiaba se refiere.
El nombramiento de Milagros del Corral como directora de la Biblioteca Nacional: por primera vez ocupa el cargo un miembro del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios.
La polémica que rodeó la última Feria de Francfort, que inauguró Quim Monzó: dedicada a la literatura de Cataluña, un provincianismo sectario impidió la presencia de autores como Juan Marsé, Eduardo Mendoza o Enrique Vila-Matas por el terrible delito de escribir en castellano. Otra ocasión perdida.
La ampliación del Museo del Prado de Moneo mereció halagos de todos los sectores. Tras años de trifulcas por los polémicos presupuestos, descubrimos el nuevo Prado. Mención especial merecen las maravillosas puertas de Cristina Iglesias.
El decepcionante Pabellón Español en la Bienal de Venecia. De seguir la políticamente correcta adjudicación por autonomías, esperemos que la siguiente se ponga las pilas.
La Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid es un vivero de futuros profesionales. Pena que su estimable cuadro de profesores pierda a uno de las grandes referentes teatrales de este país, el catedrático Ricardo Domenech, quien se jubila el próximo año.
Decepcionante el montaje que Matthias Langhoff presentó en el Festival de Otoño: Quartett, de Heiner Möller. Texto y puesta en escena tenían olor a naftalina.
Enhorabuena a Francisco Nieva por la edición de sus Obras Completas. Por fin, aparecen juntos todos los dramas, además de su prolífica obra ensayística y narrativa.
Muchos prefieren taparse la nariz y los ojos para no ver la persecución de la que son víctimas en Cataluña los que no rezan con los nacionalistas. Ilustrativo es que Boadella y su compañía Els Joglars hayan optado por dejar de actuar, hartos de tantos insultos.
Derechos de autor. Sí, hay que defender los derechos del autor. Este año ha quedado bien claro que es necesario buscar una salida al estilo abierto -en algunos casos perpetrado- por internet y los nuevos soportes.Desde el cd al móvil.
El canon digital: se aprobó la llamada Ley de Impulso a la Sociedad de la Información sin consenso por mucho que los ministros de Industria y Cultura hayan calificado el proceso de "equilibrado". Quedó muy progre pero... ¿quién consultó a los usuarios? ¿Será homologable con la normativa europea?
Otra norma por los pelos: la Ley del Cine. Cuatro años de gritos y peleas que terminaron con Amenábar y CAM sellando en la calle la "paz social", y todos tan contentos. Se ha ganado una batalla, pero el cine español seguirá dando guerra en 2008. Si no, al tiempo.
Aunque se supone que la abundancia de óperas primas es síntoma de salud cinematográfica, que más de la mitad de las películas que se estrenan lo sean comienza a ser otra cosa. Tiene mucho que ver con la dependencia de las subvenciones y poco con una voluntad de renovación.
Tras el exitazo en todo el mundo de Penélope Cruz con Volver en 2006, Javier Bardem suena en todas las quinielas como favorito al Oscar por No es país para viejos tras su nominación al Globo de Oro. He visto la película en USA y está soberbio.
El Real de Miguel Muñiz abrió su temporada con un Boris Godunov que dejó a más de uno boquiabierto. Más que por los 18 solistas requeridos y las 85 voces de un ampliado coro, por la insulsa escenografía de Klaus Michael Gröber.
Jorge Fernández Guerra dejó aparcada su carrera como compositor para gestionar "honestamente" el CDMC. Sin embargo, y por sorpresa, este año le llegó el Premio Nacional de Música. En la categoría de composición, claro.
El Palau valenciano naufragó con las lluvias. Otra vez, la maquinaria al traste, Calatrava cuestionado y la programación con bajas.