Teatro

Las rebajas

Portulanos

10 enero, 2008 01:00

Las rebajas consisten, esencialmente, en vender hoy, a mitad de precio, lo que ayer costaba el doble. Esto significa que, o bien los empresarios son unos filántropos, o son unos sinvergöenzas; elijan ustedes mismos. Las rebajas tienen tal importancia antropológica en nuestra cultura que hasta han generado una expresión: "¡Cuidado, que luego viene el tío Paco con las rebajas!", tan compleja que ni Chomsky ha logrado desentrañarla ni Vaughan traducirla. Ahora que hay elecciones podrán ustedes entender lo que significa: antes se ofrecen cuotas, cargos, leyes, subvenciones; después… pues eso, que viene el tío Paco. Las rebajas estrictamente teatrales se inventaron en el siglo XVII: en los corrales de comedias, por el precio de una obra, te daban, además, un par de entremeses, unos bailecitos, una loa, y hasta un vasito de licor de algarroba con pistachos. Aunque, ahora que lo pienso, no sé si esto eran rebajas o simplemente ofertas, que no es exactamente lo mismo. La gente que nunca va al teatro alega como excusa que es demasiado caro, así que se puede llegar a suponer que no hacemos rebajas. La verdad es que ciertos teatros programan de tal manera que parecen estar de rebajas constantemente, porque ponen producciones de saldo y hasta de todo a cien. También es de justicia decir que cuando un espectáculo es verdaderamente bueno el precio de la entrada resulta una ganga: lo que nos dan vale infinitamente más de lo que hemos pagado. Sobre todo porque, mira tú qué curioso, las mejores obras raramente se encuentran entre las de precio más caro. Las liquidaciones y los remates finales son también asunto político: una vez en el poder hay que dar salida al stock. Por cierto, ya que estamos de rebajas quiero aprovechar esta columna para disculparme ante los Reyes Magos por haberles dejado este año unas lamentables pipas de girasol y un triste zumito de piña en vez de los polvorones y el champán habituales: como saben ustedes, Majestades, la cosa económica está fatal. Siempre pueden ustedes descontárselo a Solbes de sus propios regalos.